La historia de Madrid acaba en 1914: la deuda pendiente del Museo de Historia de la capital
El recorrido museogr¨¢fico de esta instituci¨®n municipal apenas se ha actualizado desde que fue inaugurado en 1929
La Historia de la capital acab¨® en 1914. La dictadura de Primo de Rivera, la Segunda Rep¨²blica, la Guerra Civil o el franquismo no sucedieron jam¨¢s. Al menos eso es lo que da a entender el Museo de Historia de Madrid, cuyo recorrido museogr¨¢fico termina ese a?o. As¨ª, sin m¨¢s explicaciones. En 2002, cuando era alcalde el popula...
La Historia de la capital acab¨® en 1914. La dictadura de Primo de Rivera, la Segunda Rep¨²blica, la Guerra Civil o el franquismo no sucedieron jam¨¢s. Al menos eso es lo que da a entender el Museo de Historia de Madrid, cuyo recorrido museogr¨¢fico termina ese a?o. As¨ª, sin m¨¢s explicaciones. En 2002, cuando era alcalde el popular Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez del Manzano, esta instituci¨®n gratuita dependiente del Ayuntamiento de Madrid inici¨® su ¨²ltima gran reforma y no reabri¨® hasta 2014, durante el mandato consistorial de Ana Botella (tambi¨¦n del PP). Fueron 12 a?os de remodelaci¨®n que costaron 12 millones de euros al erario p¨²blico, pero que dejaron fuera de sus salas pr¨¢cticamente todo el siglo XX. La entonces alcaldesa lo defin¨ªa durante la jornada de inauguraci¨®n como ¡°signo del indiscutible liderazgo cultural madrile?o¡± y ¡°principal centro documental¡± capitalino. M¨¢s de una d¨¦cada despu¨¦s, los ¨²ltimos 110 a?os de la historia de la urbe siguen en un limbo.
¡°No fue una decisi¨®n expl¨ªcita dejar nada fuera, sino que se bas¨® en la colecci¨®n existente en ese momento¡±, explica Hortensia Barderas ?lvarez, la directora del Museo de Historia de Madrid desde 2017. Barderas dice que aunque se reinaugur¨® en 2014, la decisi¨®n de omitir una parte de la historia ¡°se tom¨® much¨ªsimo antes¡±, y confirma que la museograf¨ªa fue supervisada por Eduardo Salas, el director del museo en el momento de su reapertura. La entidad que dirige es la heredera directa del Museo Municipal, creado en 1929. ¡°Nuestra colecci¨®n proviene de all¨ª, pero se ha ido ampliando con compras y donaciones. Entonces el siglo XX todav¨ªa ten¨ªa poca presencia como ente hist¨®rico¡±, comenta. Y se excusa: ¡°La pol¨ªtica que hab¨ªa hasta 2002 fue la de rellenar lagunas que exist¨ªan en nuestro discurso. El siglo XX lo hemos empezado a trabajar posteriormente¡±. Con cerca de 300.000 visitantes anuales y 2.000 metros cuadrados dedicados a espacios expositivos, este museo alojado en el antiguo Real Hospicio del Ave Mar¨ªa y San Fernando, un edificio de 1721 obra de Pedro de Ribera, es conocido principalmente por su impresionante fachada churrigueresca que da a la calle Fuencarral.
¡°Desarrollar el siglo XX exige un estudio y unas adquisiciones, que es lo que estamos haciendo ahora. Uno de nuestros principales objetivos es el desarrollo de esta etapa¡±, garantiza. En 2018, ?ngel Bahamonde, catedr¨¢tico de Historia Contempor¨¢nea de la Universidad Carlos III, realiz¨® el primer estudio para el desarrollo de este periodo, pero a¨²n no hay fecha para incluirlo en el recorrido hist¨®rico del museo. ¡°Adem¨¢s, en la medida que podemos y para salvar esta laguna, casi todas nuestras exposiciones temporales se centran en el siglo XX¡±, a?ade la directora.
¡°Puede que, con la Guerra Civil y el estado calamitoso de las instituciones culturales durante el franquismo, no se hiciese pol¨ªtica activa de adquisiciones y de pr¨¦stamos. Pero creo que se ha aprovechado esa realidad para borrar esa etapa¡±, opina Pablo Mart¨ªnez, profesor de Historia del Arte de la Universidad Complutense. ¡°Si nos fijamos en la disposici¨®n de sus salas ¨Dcontin¨²a¨D, buena parte de lo que se expone no les pertenece: son dep¨®sitos del Museo del Prado, de Patrimonio Nacional o de distintas colecciones. No mostrar nada posterior a 1914 creo que responde a una voluntad pol¨ªtica de no contar esa parte de la Historia. Para cubrir ese periodo se podr¨ªa haber recurrido al Archivo de Villa o al Archivo Fotogr¨¢fico de la Comunidad de Madrid¡±.
Mart¨ªnez, autor junto a Aurora Fern¨¢ndez Polanco (tambi¨¦n profesora de la Universidad Complutense) de En busca del pueblo. Cultura material y museos, un libro que recorre los museos p¨²blicos de la capital y que publicar¨¢ pr¨®ximamente la editorial Akal, es muy cr¨ªtico con el actual recorrido de esta instituci¨®n. ¡°?A qu¨¦ responde acabar en 1914? No hay ning¨²n hito hist¨®rico que avale esa fecha. No se puede constatar que sean decisiones tomadas por decreto o con una intencionalidad, pero es un s¨ªntoma¡±, afirma.
Seg¨²n Mart¨ªnez, la cronolog¨ªa inicial de este museo, que arranca con la llegada de la Corte a Madrid en 1561, recluyendo todos los siglos anteriores en una instituci¨®n arqueol¨®gica como el Museo de San Isidro, tampoco tiene raz¨®n de ser. ¡°All¨ª se mezclan los or¨ªgenes ¨¢rabes de Madrid con los mamuts. Es algo tremendo, adem¨¢s de sumamente colonial, colocar a los Austrias en el centro de la construcci¨®n de la ciudad¡±, comenta. ¡°Me parece una operaci¨®n clar¨ªsimamente ideol¨®gica. Igual que ocultar todo el convulso siglo XX. Estamos en 2024: son 110 a?os que han desaparecido.¡± Al profesor, como a cualquier ojo cr¨ªtico ¨Dasegura¨D, le llama la atenci¨®n este borrado absoluto del siglo XX. ¡°No tiene ning¨²n sentido. Es inexplicable¡±, se?ala. Tambi¨¦n est¨¢ convencido de que no existe el arrojo para abordar esa etapa hist¨®rica de una forma u otra. Para ¨¦l, que Madrid se entienda como una ciudad cortesana, que es lo que se da a entender desde la primera sala del museo, es ya una manera de contar la Historia.
Falta una explicaci¨®n para la concepci¨®n de la ciudad de esta manera. As¨ª lo confirma el catedr¨¢tico de Historia Contempor¨¢nea de la Universidad Complutense Gutmaro G¨®mez Bravo, que considera que la selecci¨®n museogr¨¢fica no puede ser ¡°una mera colecci¨®n de piezas de los Austrias y los Borbones, que muestra la ciudad ¨²nicamente como Villa y Corte¡±. G¨®mez a?ade que esta es una visi¨®n totalmente casticista y, dice, Madrid es otra cosa: ¡°En ning¨²n momento se explica su papel en la configuraci¨®n del Estado, ni sus transformaciones, ni la distribuci¨®n de los diferentes barrios, ni la inmigraci¨®n desde otras regiones de Espa?a¡±.
El catedr¨¢tico recuerda que antes acud¨ªa al museo con sus alumnos. ¡°Dejamos de ir, porque no hay nada contempor¨¢neo. Era perder el tiempo. Se te quedaba cara de tonto¡±, afirma. Para ¨¦l, el recorrido por la salas de exposiciones acaba sin ton ni son: ¡°No creo que sea un problema de piezas, es un problema de concepci¨®n. No hay ning¨²n rigor para decidir acabar a principios del siglo XX. ?C¨®mo se puede justificar el museo de una ciudad en el que justamente falta el siglo que explica el presente? O es dejadez o se concibi¨® para evitar contarlo¡±. Para ¨¦l es evidente que no quieren entrar en el siglo XX, no solo en la Guerra Civil y el franquismo, sino en todos los cambios que supuso la Segunda Rep¨²blica y el fin de la monarqu¨ªa.
Asegura que esta es una reforma que no se quiere acometer ¡°porque algunos creen que se va a generar pol¨¦mica o les va a quitar votos¡±, pero, asegura, es algo que en pa¨ªses vecinos est¨¢ ¡°superad¨ªsimo¡±, incluso a nivel acad¨¦mico. ¡°Cualquier etapa se puede contar sin herir la sensibilidad de nadie¡±, recalca.
Esto no es algo que quede circunscrito solo a este museo. Comenta que el Archivo de la Villa es ¡°un aut¨¦ntico desastre¡±. En este, el siglo XX ni siquiera est¨¢ catalogado. ¡°Todo lo que depende de la administraci¨®n municipal respecto a ese siglo es una ruina. No tienen ning¨²n inter¨¦s en que se investigue ni se pueda divulgar, por eso creo que s¨ª es una decisi¨®n pol¨ªtica. Es como si en el Museo de Historia Alemana de Berl¨ªn no se contara el siglo XX¡±, argumenta. Para G¨®mez Bravo esto es algo que entronca con el ninguneo de esa etapa hist¨®rica durante la educaci¨®n secundaria: ¡°Se sigue dando al final de curso, se sigue pasando por encima y depende de cada centro. De hecho, la mayor¨ªa de ellos no quieren darlo. Y hay much¨ªsima presi¨®n en la Selectividad para que no caiga¡±.
Carlos Alberdi, que entre 2007 y 2008 fue el responsable del Ministerio de Cultura en la redacci¨®n del C¨®digo de buenas pr¨¢cticas para museos y centros de arte contempor¨¢neos, es tambi¨¦n muy negativo en su visi¨®n del museo. ¡°Argumentar que no hay colecci¨®n de ese periodo es lo mismo que decir que no hay museo¡±, espeta. ¡°Mi interpretaci¨®n es que Madrid es una ciudad que se quiere poco a s¨ª misma. La herida de la Guerra Civil genera unas tensiones a la hora de hablar casi de cualquier tema que hacen dif¨ªcil ponerse de acuerdo¡±. Y contin¨²a: ¡°Esto es una anomal¨ªa total. E indica una anomal¨ªa de la ciudad respecto a su manera de entenderse y de mirarse. Es una ciudad muy poco reflexiva sobre s¨ª misma. Pero es verdad que no le ha ido mal con esos modos tan poco intelectuales¡±.
Alberdi, que en 2007 fue director del gabinete del ministro de Cultura y Deporte durante el mandato de Jos¨¦ Guirao, cree que tanto el Ayuntamiento como la Comunidad se esconden detr¨¢s del Estado, que tiene en Madrid los museos nacionales m¨¢s importantes. Compara el caso Madrid con el de Barcelona, una ciudad que siente y trabaja por la necesidad de tener grandes centros municipales y auton¨®micos. El estudioso destaca: ¡°Los museos municipales, dentro de una ciudad con el Prado o el Reina Sof¨ªa, son casi residuales, y el Ayuntamiento y la Comunidad pueden estar medio escondidos, haciendo poca cosa y lentamente y tratando de que nadie les mire mucho¡±.
Un siglo XX cambalache, problem¨¢tico y febril, tambi¨¦n para la directora de la instituci¨®n. ¡°Sabemos que esta es una situaci¨®n an¨®mala. Y aunque no es una decisi¨®n pol¨ªtica, s¨ª que es algo que hay que solucionar¡±, asume Barderas ?lvarez, y agrega: ¡°Somos los primeros interesados en cambiar esto. Somos el Museo de Historia de Madrid, pero si no cuentas la historia completa, ?qu¨¦ somos?¡±.