Nazis, sin licencias po¨¦ticas
Los ultras organizados ya no se ocultan, ni en las redes ni en las calles, y algunos retoman las est¨¦ticas de los cabezas rapadas de los 90. Lo ¨²nico bueno es que ya no hay que discutir si son o no fascistas
En los ¨²ltimos a?os han abundado las discusiones bizantinas sobre el fascismo. Qu¨¦ es el fascismo, qui¨¦n es fascista y qui¨¦n no, c¨®mo afecta a la efectividad del t¨¦rmino su sobreutilizaci¨®n como arma arrojadiza. En estos tiempos siniestros hay una buena noticia, al menos desde un punto de vista sem¨¢ntico: los nazis que vienen son qu¨ªmicamente puros. Sin met¨¢foras, sin hip¨¦rboles, sin licencias po¨¦ticas. Ni ultraconservadores, ni nacionalcat¨®licos, ni tradicionalistas. Nazis. Nazis de los del brazo...
En los ¨²ltimos a?os han abundado las discusiones bizantinas sobre el fascismo. Qu¨¦ es el fascismo, qui¨¦n es fascista y qui¨¦n no, c¨®mo afecta a la efectividad del t¨¦rmino su sobreutilizaci¨®n como arma arrojadiza. En estos tiempos siniestros hay una buena noticia, al menos desde un punto de vista sem¨¢ntico: los nazis que vienen son qu¨ªmicamente puros. Sin met¨¢foras, sin hip¨¦rboles, sin licencias po¨¦ticas. Ni ultraconservadores, ni nacionalcat¨®licos, ni tradicionalistas. Nazis. Nazis de los del brazo en alto, de los de ¡°sieg heil¡±, de los de Adolf Hitler. Los nazis de siempre. Los putos nazis.
El 9 de noviembre desfil¨® desde Plaza de Espa?a, en el centro de Madrid, y con destino en la calle Ferraz, una manifestaci¨®n de nazis, de esos que se han reorganizado tras las protestas contra la amnist¨ªa. Llam¨® la atenci¨®n, aunque tampoco ha generado mucho esc¨¢ndalo: ya no est¨¢ claro lo que es verdad y lo que es mentira, lo que est¨¢ bien y lo que est¨¢ mal, o si debemos mantener una prudente equidistancia entre el fascismo y el antifascismo. La ventana de Overton es ahora un mirador.
Corremos el riesgo de que este nacionalsocialismo, mezclado como si tal cosa con s¨ªmbolos franquistas o cristianos o conspiranoias, sea considerado como una opci¨®n m¨¢s, tan razonable como otras, en el mercado de las ideolog¨ªas y en la trifulca cotidiana de ese X-antes-Twitter del que algunos se exilian. Paralelamente a la manifestaci¨®n, en los pueblos afectados por la dana, entre tanto dolor y solidaridad, se hab¨ªa infiltrado el parque de atracciones propagand¨ªstico de la ultraderecha. La llamada ¡°ola reaccionaria¡± parec¨ªa haberse convertido en tsunami.
Eran cientos en Madrid, vestidos de negro, retrotra¨ªan a otras ¨¦pocas. Si durante un tiempo los nazis se hab¨ªan camuflado de civiles, ahora, abandonados los complejos, algunos regresan al aspecto paramilitar de los cabezas rapadas de los 90. Al menos son f¨¢cilmente identificables. B¨ªceps hipertrofiados, pasamonta?as, testosterona fuera de control. Portaban toda la simbolog¨ªa que, sin darnos cuenta, se ha hecho familiar: la bandera con el escudo constitucional arrancado, el aguilucho franquista, la cruz de borgo?a. Hicieron saludos nazis. Cantaron contra los rojos, los menas, los musulmanes. Al final va a pasar como en aquel poema de Martin Niem?ller que con frecuencia se atribuye a Bertol Bretch: que, tras contemplar pasivamente c¨®mo van a por todo el mundo, la cosa ya no tiene remedio.
Uno de los consensos que ha saltado por los aires era el que dec¨ªa que el nazismo era la cosa m¨¢s execrable que hab¨ªa producido la humanidad. As¨ª lo probaba la falacia l¨®gica reductio ad Hitlerum, com¨²n en redes: cualquier punto de vista era refutado por Adolf Hitler. Es decir, todo lo que pensaba y hac¨ªa Hitler estaba mal, porque Hitler era la personificaci¨®n del mal. Como argumento no vale, claro, pero era un indicador del grado de maldad percibida. Ahora hay muchas personas convencidas de que esa maldad nazi es matizable. Lo mismo con tantas otras evidencias, como si hubiera que volver a empezar de cero a construir el espacio moral.
?ltimamente los nazis la han tomado con la ciencia del Cambio Clim¨¢tico. El otro d¨ªa unas decenas de ellos (algunos se autodefinen en sus perfiles como ¡°activistas NS¡±, como si las siglas NS despistaran sobre su significado) me amenazaron en la red social X por sugerir la relaci¨®n, evidenciada en varios estudios, entre el calentamiento global y la dana de Valencia. Tuve que borrar y bloquear, porque es est¨²pido querer partir la cara a alguien por un tuit, pero tambi¨¦n lo es dejar un espacio donde conspiren para part¨ªrtela.
Otros periodistas fueron v¨ªctimas de amenazas y, muy notoriamente, el ec¨®logo del CSIC Fernando Valladares, un verdadero experto en el asunto, al que prometieron ahorcar con una soga. Tener que callar en cuestiones cient¨ªficas por la sombra de ¡°los pu?os y las pistolas¡± es fascismo con pelos y se?ales. El fen¨®meno no es nuevo: el Tercer Reich ya persigui¨® las teor¨ªas f¨ªsicas modernas, como la Relatividad y la Mec¨¢nica Cu¨¢ntica, por considerarlas ¡°ciencia jud¨ªa¡±. Curiosamente, el exilio de la plana mayor de investigadores convirti¨® a Estados Unidos en la gran potencia cient¨ªfica de la ¨¦poca. Es que son los nazis de siempre: los que esperan ocultos su momento, y un d¨ªa, aprovechando la marejada, resurgen. Los que describen Umberto Eco o Luciano Canfora, los que retratan en Novecento: ¡°Los fascistas no son como los hongos, que nacen as¨ª en una noche. No¡±.