La habitaci¨®n n¨²mero dos, en la que Wendy y Sandra hac¨ªan operaciones clandestinas en Carabanchel

Cuando la clienta llevaba un tiempo acudiendo a la cl¨ªnica a hacerse tratamientos est¨¦ticos, le ofrec¨ªan dar un paso m¨¢s. Le propon¨ªan atravesar la puerta n¨²mero 2 y someterse, por un precio inferior al de mercado, una cirug¨ªa. Aumento de pecho, liposucci¨®n, blefaroplastia¡­ el cat¨¢logo era amplio. Los peligros, tambi¨¦n. Wendy y Sandra, las supuestas m¨¦dicas que cog¨ªan el bistur¨ª no contaban con la certificaci¨®n para llevar a cabo cirug¨ªas. Una de ellas ni siquiera ten¨ªa ning¨²n tipo de titulaci¨®n m¨¦dica, la otra era m¨¦dica de atenci¨®n primaria en Colombia. Varias de sus pacientes acabaron con desperfectos o infecciones, pero ellas ten¨ªan un m¨¦todo para que se callaran y no denunciaran que les ha funcionado mucho tiempo.

Los servicios de inspecci¨®n de la Comunidad de Madrid pusieron en conocimiento de la polic¨ªa supuestas irregularidades en el centro Glamour, ubicado en el distrito madrile?o de Carabanchel. A ellos les hab¨ªan dado la alerta m¨¦dicos de hospitales de Madrid que hab¨ªan atendido infecciones y sepsis de mujeres que claramente se hab¨ªan sometido a una cirug¨ªa est¨¦tica y que apenas facilitaban m¨¢s detalles del proceso. A esto se uni¨® la denuncia de una trabajadora del centro, que no pudo soportar ver m¨¢s las condiciones en las que se trabajaba en un lugar que deber¨ªa tener una pulcritud por encima de la media. Por ah¨ª pululaban condiciones total libertad un perro y un gato cuyas heces no siempre se limpiaban al momento. Las medicinas, algunas de ellas caducadas, se guardaban refrigeradas al lado de los guisantes y el pollo. En un office en el que las empleadas com¨ªan, hab¨ªa una papelera llena de ap¨®sitos y compresas con sangre y otros fluidos.

La cl¨ªnica ten¨ªa dos entradas. Una, la general, por la que se acced¨ªa a la parte del negocio con licencia legal. All¨ª se hac¨ªan tratamientos est¨¦ticos como inyecciones de ¨¢cido, maderoterapia o masajes faciales. Toda esta fachada era la que se anunciaba en redes sociales. Pero estas salas, daban a otra habitaci¨®n que a su vez conectaban con el domicilio de una de las doctoras y due?a del negocio. Es a esta sala de operaciones clandestina a la que solo acced¨ªan unas elegidas. ¡°Ellas sab¨ªan a qui¨¦n elegir. Por ejemplo si sab¨ªan que una clienta estaba en situaci¨®n irregular en Espa?a, era una buena candidata porque hab¨ªa menos posibilidades de que denunciara si algo sal¨ªa mal¡±, explica Juanjo Castro, responsable de la secci¨®n de Consumo.

El centro se hab¨ªa confiado tanto que incluso lleg¨® a ofrecer las intervenciones quir¨²rgicas a trav¨¦s de sus redes sociales, en las que mostraba los gl¨²teos y los vientres que podian dejar a las potenciales clientas. Los precios iban de los 1.500 a los 4.000 euros.

Los agentes de la polic¨ªa nacional establecieron unas vigilancias del centro para empezar a conocer su actividad y recabar pruebas. Pero ante la masiva afluencia de clientas, toda la investigaci¨®n se precipit¨® y en menos de una semana decidieron intervenir. ¡°Cada d¨ªa, entraban al centro una media de 20 personas, no todas para operarse¡±, especifica Castro. Los agentes entraron a una primera inspecci¨®n en la que ya observaron la insalubridad y falta de medidas higi¨¦nicas evidentes. Un cartel colgado en una pared indicaba los turnos de limpieza: una vez por semana, algo impensable en un centro con material y productos est¨¦ticos.

Pero en esa inspecci¨®n, la propietaria se neg¨® a que los agentes traspasaran esa puerta cerrada, la n¨²mero dos. La polic¨ªa volvi¨® poco despu¨¦s ya con una orden judicial que les permit¨ªa acceder a todas las estancias y encontraron algo que el jefe de la unidad ha asegurado que ¡°no hab¨ªa encontrado jam¨¢s algo semejante¡±.

All¨ª descubrieron material con un estado de higiene p¨¦simo, medicinas mezcladas con comida, y material sin desinfectar. Pero lo m¨¢s preocupante es que se hicieron con varias libretas de anotaciones con las cirug¨ªas practicadas. Estos documentos se hallaban en el domicilio de la propietaria, donde ella cre¨ªa que estaban m¨¢s seguros. En esta libreta, los agentes llegaron a encontrar un contrato para hacer una ligadura de trompas. ¡°Cualquiera de estas mujeres se podr¨ªa haber muerto en esa mesa de operaciones¡±, afirma Castro. En los m¨®viles de las investigadas, los agentes hallaron fotos y conversaciones de Whatsapp que evidencian las complicaciones que experimentaron muchas mujeres tras las intervenciones.

Conscientes de los riesgos de su actividad ilegal, las doctoras hac¨ªan que sus pacientes firmaran un acuerdo de confidencialidad. Adem¨¢s, si alguna de ellas sufr¨ªa complicaciones y acud¨ªa al centro a reclamar, las empleadas ten¨ªan un protocolo por el que las acompa?aban a un hospital y permanec¨ªan con ellas para evitar que hablaran de m¨¢s y acabaran descubriendo la cl¨ªnica clandestina. A algunas de ellas las convenc¨ªan de volver a operarlas para solucionar el desperfecto, si era posible, y en otros casos les ofrec¨ªan un reembolso a cambio de comprometerse a no denunciar. El m¨¦todo les funcion¨® porque por ahora ninguna de las v¨ªctimas ha acudido a una comisar¨ªa. Las dos mujeres afectadas han sido identificadas fruto de la operaci¨®n. La polic¨ªa ha habilitado un tel¨¦fono an¨®nimo y que funciona 24 horas por si alguna afectada quisiera ponerse en contacto o alguien tuviera informaci¨®n sobre posibles pacientes: 628711298.

En la operaci¨®n, han sido detenidas cuatro mujeres, las dos doctoras y otras dos que se identificaban como enfermeras sin tener tampoco ning¨²n tipo de titulaci¨®n. Tambi¨¦n se ha investigado a una anestesista que s¨ª que contaba con la carrera y estaba homologada en Espa?a, y de la que los agentes no han identificado que ejerciera en ning¨²n centro legal en Madrid, por el momento. La parte de medicina est¨¦tica sigue funcionando, mientras que el quir¨®fano ha quedado clausurado.