Los hongos ¡®apocal¨ªpticos¡¯ de ¡®The Last of Us¡¯, una infusi¨®n afrodisiaca del Himalaya
El ¡®cordyceps sinensis¡¯, que se encuentra bajo tierra, es un producto muy cotizado tanto en la medicina tibetana como en la china, donde hay constancia de su uso desde hace m¨¢s de 2.000 a?os y lo populariz¨® a nivel mundial la serie de televisi¨®n
Darwin lo hubiera probado. Cuentan que, en su traves¨ªa a bordo del ¡®Beagle¡¯, Charles Darwin echaba en la cazuela todo animal ex¨®tico que encontraba. ?scar L¨®pez-Fonseca nos propone recorrer los fogones del mundo con experiencias culinarias que, seguro, el padre de la teor¨ªa de la evoluci¨®n se hubiera aventurado a probar en aquel viaje.
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Todo pa¨ªs tiene un alimento, una bebida o un extracto vegetal con la supuesta capacidad de estimular el deseo o, incluso, mejorar el rendimiento sexual. Son los afrodisiacos, conocidos y consumidos desde tiempo inmemorial, aunque hasta la fecha la ciencia no haya comprobado la eficacia real de ninguno. But¨¢n, el ¨²ltimo reino de la cordillera del Himalaya, no pod¨ªa ser menos, sobre todo cuando es el ¨²nico estado que utiliza el ¨ªndice de felicidad de sus algo menos de 800.000 habitantes para medir la riqueza. Ya se sabe que sexo y felicidad suelen ir de la mano. En este caso, los lugare?os han encontrado su particular estimulante de la libido en valles situados entre los 3.500 y los 5.000 metros de altitud, apenas un poco por debajo de la llamada l¨ªnea de nieve, donde ¨¦sta es permanente. All¨ª los butaneses escarban la tierra en busca del cordyceps sinensis, un hongo par¨¢sito de insectos que a m¨¢s de uno les sonar¨¢ por el videojuego The last of us, convertido en una hom¨®nima serie de televisi¨®n que retrata un apocal¨ªptico mundo en el que los hombres se convierten en zombis cuando se ven infectados precisamente por este peculiar organismo.
Sin embargo, ni el cordyceps sinensis ¡ªal que en But¨¢n llaman yartsa goenbub, algo as¨ª como ¡°gusano de invierno de hierba de verano¡±¡ª ni ning¨²n otro hongo de la misma familia suponen realmente riesgo alguno para el ser humano, mal que le pese a los guionistas de televisi¨®n. Pero s¨ª lo son para algunos insectos. En este caso, para las larvas de un tipo de polillas presentes en esta zona de Asia. Una vez infectadas con sus esporas, el hongo parasita los gusanos bajo tierra y les arrebata todos sus nutrientes hasta literalmente secarlas y matarlas. Posteriormente, el cordyceps sinensis despliega a partir de la cabeza del animal un filamento de entre tres y 10 cent¨ªmetros para salir a la superficie y seguir su ciclo vital. Es ah¨ª cuando entra en acci¨®n el hombre. Los butaneses acuden entre abril y agosto a escarbar en las tierras altas en su busca por los importantes ingresos adicionales que les reporta, ya que es un producto muy cotizado tanto en la medicina tibetana como en la china, donde hay constancia de su uso desde hace m¨¢s de 2.000 a?os.
Los que alaban estos supuestos beneficios aseguran que ayuda a prevenir la diabetes, reduce el riesgo de demencia, tiene efectos antidepresivos y refuerza el sistema inmunol¨®gico, adem¨¢s de aumentar la vitalidad y reducir el colesterol. Pero junto a estos supuestos beneficios para la salud, el cordyceps sinensis tambi¨¦n tiene fama de alimentar la l¨ªbido de hombres y mujeres, lo que le ha convertido en el afrodisiaco nacional en un pa¨ªs en el que una de las referencias religiosas es el lama Drukpa Kunley, un monje budista que vivi¨® a caballo entre los siglos XV y XVI y que era conocido como El Loco Divino por su afici¨®n al vino, a satisfacer sexualmente a las mujeres y a lucir en p¨²blico su miembro viril. En su recuerdo, numerosas viviendas del pa¨ªs tienen las puertas flanqueadas con dibujos de penes en plena eyaculaci¨®n. Los butaneses aseguran que espantan a los malos esp¨ªritus y atraen la fertilidad.
El hongo se ofrece en But¨¢n en un sinf¨ªn de formatos, desde c¨¢psulas con su extracto al propio hongo junto a la larva momificada para utilizarlo de ingrediente en todo tipo de recetas, como estofados de carne, o para a?adir a la cerveza local, chang. Si se toma crudo, los lugare?os aseguran que tiene un sabor dulce con toques terrosos y un regusto final amargo. Dentro de esta versatilidad gastron¨®mica, gana importancia el tama?o del hongo. Cuando mayor es la larva ¡ªse considera de calidad superior las que conservan el ojo rojizo y se le distinguen los anillos del cuerpo¡ª m¨¢s alto es su precio. Los clasificados como categor¨ªa superior, que pesan alrededor de 0,33 gramos, llegan a cotizarse a 60 euros el gramo.
Sin embargo, hay formatos m¨¢s econ¨®micos para darse el gusto de probar el cotizado hongo, como las infusiones en las que el supuesto afrodisiaco (en un porcentaje del 0,5%) es mezclado con t¨¦ verde de la vecina India y envasado en las cl¨¢sicas bolsitas de papel para introducir en agua caliente. El color de la bebida resultante es ligeramente amarronado y el sabor no difiere de cualquier t¨¦ verde ya que el sabor que aporta el cordyceps sinensis es muy sutil. Los butaneses recomiendan que, para obtener los supuestos beneficios para la salud y la libido, no se agregue ni leche ni az¨²car, y, si se quiere endulzar, se haga con una cucharada peque?a de miel o se suavice con hojas de menta fresca. La caja cuenta con 25 bolsitas y, pese a seguir las indicaciones, a¨²n estoy esperando los resultados.