La rivalidad del momento
La supervivencia de un grupo de famosos se ha quedado un poquito obsoleta ahora que todos estamos confinados
Voy a ser sincero, me preocupa el futuro de Supervivientes. Seguir un reality sobre la supervivencia de un grupo de famosos se ha quedado un poquito obsoleto ahora que todos estamos confinados. Lo que nos est¨¢ pasando es much¨ªsimo m¨¢s intenso que cualquier programa. Y ya no confortan los v¨ªdeos solidarios de las celebridades en sus casas confortables. Se est¨¢ socavando el terreno de la celebridad en busca del respeto y eso afecta a los realities. La realidad parece imponerse. Crece la audiencia de los telediarios y el reality pasa a ocupar un puesto inferior en la lista de los programas m¨¢s vistos. No se hundir¨¢, un reality es tan inteligente como un pulpo, cuando un tent¨¢culo no aprieta, otro s¨ª. Y en Supervivientes han encontrado esa fuerza estranguladora con la rivalidad entre Gloria Camila Ortega y Sof¨ªa Suescun. Ambas veintea?eras y muy guapas, en su modo milenial de mucho pelo y maquillaje gal¨¢ctico, viven enzarzadas en reproches toscos que en cierta manera recuerdan las peleas de gatas entre Joan Collins y Linda Evans en la serie de los ochenta Dinast¨ªa. Esos rifirrafes entre mujeres ara?¨¢ndose y rasg¨¢ndose vestidos caros hoy son impensables, pero Gloria Camila y Sof¨ªa los recuperan sin moverse de sus asientos, con el menor coste posible, manteniendo la distancia social impuesta por el coronavirus, dici¨¦ndose cosas tan absurdas como proverbiales: que a una le falta cabello y a la otra neuronas.
Entre las dos hay material suficiente para un documental sobre nuestra far¨¢ndula. Ambas han compartido hombre, el actual novio de Suescun lo fue antes de la hija de Roc¨ªo Jurado. La sobrina de Gloria Camila, Roc¨ªo Flores, participa en el reality. Y tambi¨¦n la esposa de su padre, el torero Ortega Cano. Material de culebr¨®n sin ADN vinculante, perfectamente servido. Y que entretiene de solo desmadejarlo. Sof¨ªa solo tiene a su hermano (ni tan guapo ni tan listo como ella), para respaldar su presencia en el programa pero su innata capacidad para brillar dentro de un reality cimientan su estatura de estrella cat¨®dica, forjada por s¨ª misma sin necesidad de parentescos con la aristocracia de la copla y el toreo. Suescun ser¨ªa de la gente com¨²n y de Pamplona. Juntas est¨¢n abonando el futuro del reality: ahora que conocemos el confinamiento, no hace falta ir a una isla a Honduras para sobrevivir. Ellas solas pueden generar contenido para matizar nuestro encierro y mantener el alma del formato: que pase lo que pase, siempre podremos volver a un reality.
El mundo no se va acabar. Ni fulminar¨¢n a las celebrities. He ordenado armarios y la biblioteca de casa y todo refleja espacio y pulcritud. No hay nada como la sensaci¨®n de orden. Leo la prensa con m¨¢s detenimiento y me ha fascinado el art¨ªculo de Almod¨®var publicado en eldiario.es, donde recuerda momentos m¨¢s de gloria que dolor compartiendo su visita al set del rodaje de Dick Tracy con Madonna, a principios de los noventa. Almod¨®var declara que su verdadero s¨ªmbolo sexualinici¨¢tico fue Warren Beatty y sugiere que veamos de nuevo Esplendor en la hierba. Oh, recuerdo cuando Madonna actu¨® en Barcelona en el a?o 2001, TVE emiti¨® esa pel¨ªcula de Elia Kazan quiz¨¢s haciendo un gui?o al romance que sostuvieron ella y Beatty. Entrelazar todas esas cosas me hizo sentir feliz y, por un momento, apart¨¦ de mi mente las malas noticias entendiendo que la vida son tus recuerdos. Y esto, el coronavirus, tambi¨¦n ser¨¢ un recuerdo.
Se prolonga el confinamiento, descubrimos recuerdos de otros. El hijo de Fernando Jim¨¦nez del Oso nos recuerda que su padre ¡°se reun¨ªa con la reina Sof¨ªa para hablar de temas esot¨¦ricos¡± en un palacete de la calle de San Bernardo de Madrid. No me extra?a, la reina em¨¦rita pertenece a una generaci¨®n con tiempo libre, muy expuesta a este tipo de fascinaciones. Seg¨²n la entrevista, la em¨¦rita se interesaba mucho sobre la vida en Marte, antiguas civilizaciones y las ciencias ocultas. Eso le permit¨ªa salir a la calle y estar con gente. Fueron salidas esot¨¦ricas antes de que lo verdaderamente truculento nos encerrara, a ella y a nosotros, en casa para obligarnos a reflexionar.
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