Los Hilton y los Trump, dos familias con historias paralelas
Ambas son descendientes de inmigrantes alemanes, comenzaron su fortuna con el negocio hotelero y se parecen hasta en c¨®mo consiguieron pasar de ricos a famosos
¡±Los Hilton fueron los Trump antes de que los Trump se convirtieran en los Hilton¡±, esta es la teor¨ªa del columnista Ben Widdicombe, un periodista veterano del gossip y la cr¨®nica social en Manhattan, que firma la columna semanal No regrets de la secci¨®n de Estilo de The New York Times. En su ¨²ltimo libro, Gatecrasher, explora las alianzas entre las grandes familias neoyorquinas y las fabulosas coincidencias entre las grandes sagas de la ciudad.
Despliega ...
¡±Los Hilton fueron los Trump antes de que los Trump se convirtieran en los Hilton¡±, esta es la teor¨ªa del columnista Ben Widdicombe, un periodista veterano del gossip y la cr¨®nica social en Manhattan, que firma la columna semanal No regrets de la secci¨®n de Estilo de The New York Times. En su ¨²ltimo libro, Gatecrasher, explora las alianzas entre las grandes familias neoyorquinas y las fabulosas coincidencias entre las grandes sagas de la ciudad.
Despliega su teor¨ªa de los Hilton y los Trump desde el mismo origen de ambas familias. El patriarca de los Hilton, Augustus, fue un inmigrante noruego que lleg¨® a Estados Unidos en el siglo XIX y se cas¨® con una americana de origen alem¨¢n. Friedrich Trump, el abuelo de Donald, fue tambi¨¦n un inmigrante alem¨¢n. Ambas familias se dedicaron casi desde su llegada al negocio hotelero. Seg¨²n cuenta Ben Widdicombe en su libro, Friedrich Trump comenz¨® gestionando un burdel y un peque?o hotel con un restaurante, mientras Augustus Hilton compraba cada vez m¨¢s habitaciones de un negocio hotelero en Nuevo M¨¦xico. Fue su hijo, Conrad, quien en 1919 adquiri¨® el hotel Mobley en Cisco, Texas, y puso la primera piedra del imperio Hilton. Casi al mismo tiempo, y tras la muerte de Friedrich Trump, su hijo y su viuda fundaron un negocio de construcci¨®n en Queens que m¨¢s tarde fue llamado Trump Organization.
Widdicombe explica que la fortuna de los Trump fue creciendo despacio mientras los Hilton se hicieron ricos en muy poco tiempo, se dejaron querer por Hollywood y cruzaron antes la delgada l¨ªnea que separaba entonces a los magnates de las celebrities. Conrad Hilton inaugur¨® el arquetipo del playboy del siglo XX, un seductor que beb¨ªa martinis en los clubes nocturnos y al que le sobraba el dinero. Un empresario que ocupaba m¨¢s p¨¢ginas en las revistas del coraz¨®n que en las sesiones de Econom¨ªa y Negocios de los diarios.
En 1940 se cas¨® con la h¨²ngara Zsa Zsa Gabor y se convirti¨® en el segundo de los nueve maridos que tuvo la actriz a lo largo de su vida. En 1950, su hijo Conrad Jr. se cas¨® con la actriz Elizabeth Taylor, que tambi¨¦n acumul¨® un largo historial de matrimonios, ocho en total. Con estos mimbres la familia Hilton entr¨® con paso firme a la categor¨ªa del dinero elegante, ese que se codea con el arte que entonces se centraba en la emergente industria americana del cine.
Mientras todo esto pasaba en Los ?ngeles, y los Hilton se ba?aban en glamur, los Trump crec¨ªan en un escenario con menos brillo pero igualmente lucrativo: constru¨ªan casas en Queens. En aquella ¨¦poca las familias ten¨ªan poco que ver de cara al gran p¨²blico, porque los Trump no pod¨ªan estar m¨¢s alejados de los escandalosos Hilton que aparec¨ªan cada semana en las portadas de las revistas por sus excesos con el dinero y sus c¨¦lebres romances.
Seg¨²n la versi¨®n del autor del libro Gatecrasher, este estado de cosas podr¨ªa haber continuado toda la vida si no hubiera sido precisamente por Donald Trump, el actual presidente de los Estados Unidos. ?l era el m¨¢s ambicioso de los nietos de Friedrich y se mostr¨® desde sus inicios casi desesperado por conseguir que su familia cambiara el marginal barrio de Queens por el centro del poder, Manhattan.
?l s¨ª estaba dispuesto a dejarse seducir por las revistas, lo estaba deseando, y junto a su joven esposa que en aquella ¨¦poca era Ivana, la madre de sus tres hijos mayores, consigui¨® hacerse amigo de los Hilton, especialmente de Richard, ¡®Rick¡¯ y su mujer, Kathy Richards, antes de dar el salto a la Gran Manzana en los a?os 80.
¡°Las dinast¨ªas de Donald Trump y Rick Hilton podr¨ªan ser, en cierto modo, im¨¢genes enfrentadas frente a un espejo, incluso en su modo de transitar de ricos a celebrities para cambiar el perfil de sus respectivas familias¡±, afirma Ben Widdicombe. Si Donald estaba constantemente teniendo relaciones, cas¨¢ndose y divorci¨¢ndose pero trayendo al mundo una descendencia aparentemente estable, Rick y Kathy disfrutaban de un matrimonio pl¨¢cido pero sus hijas (Paris, 1981, y Nicky, 1983) siempre parec¨ªan estar al borde del esc¨¢ndalo.
Hay m¨¢s coincidencias entre los Hilton y los Trump: Rick y Donald llamaron Barron a uno sus hijos, un nombre con resonancia aristocr¨¢tica que antes hab¨ªa llevado el abuelo de Paris, quien fue presidente del imperio hotelero durante tres d¨¦cadas. Y ambas familias han experimentado la muerte prematura de alguno de sus miembros por problemas con el alcohol.
Las extravagancias de cada familia han creado un contexto cultural y una plataforma que incrementa sus famas respectivas. Esta es la tesis que sustenta este libro, que recuerda que si los Hilton fueron los primeros famosos, los Trump dominaron los tabloides en los a?os 80 y 90 con sus divorcios y su estilo de vida. Un estado de cosas que cambi¨® con la irrupci¨®n en el panorama de Par¨ªs Hilton a quien Donald Trump ¡ªque fue quien le ofreci¨® su primer contrato como modelo a los 19 a?os¡ª vio venir desde que esta ten¨ªa doce a?os y era amiga de su hija Ivanka.
La reina del rosa chicle, la primera influencer y la que hizo el primer selfie de este mundo ¡ªseg¨²n consta en sus propios registros¡ª, puso a la familia Hilton otra vez en la cumbre de la fama, pero en esta ocasi¨®n de un mundo global e incipientemente conectado.
Y as¨ª sigui¨® hasta que Donald Trump se convirti¨® en el presidente m¨¢s pol¨ªticamente incorrecto de la historia de Estados Unidos, y el partido volvi¨® a estar en tablas entre ambos clanes. Desde entonces los dos personajes, Paris y Donald, se mueven en un delicado equilibrio de apoyos y desplantes, donde ella anuncia que lo va a votar porque ¡°lo conoce de toda la vida¡± o lo critica en p¨²blico por su pol¨ªtica migratoria. Y el presidente¡, bueno ¨¦l todav¨ªa est¨¢ intentado explicar qu¨¦ quiso decir exactamente cuando conoci¨® a Paris a los 12 a?os en la casa de sus padres y exclam¨®: ¡°?Qui¨¦n demonios es esta?¡±.