Elizabeth Taylor y Richard Burton: ¡°Siempre estuvimos locamente enamorados, pero nos falt¨® tiempo¡¡±
La relaci¨®n de los m¨ªticos actores, que se conocieron rodando 'Cleopatra', estuvo marcada por una pasi¨®n desenfrenada, peleas regadas de alcohol, dos matrimonios y sendos divorcios
Las chispas saltan en aquel plat¨® de Roma que a principios de los a?os sesenta reunir¨¢ por primera vez para la gran pantalla a Richard Burton y Elizabeth Taylor. Ataviados al modo de Marco Antonio y de la Cleopatra que da t¨ªtulo a la pel¨ªcula, los coprotagonistas estrenan un beso ante la c¨¢mara¡ y siguen en ello incluso cuando el director ya ha gritado el correspondiente ¡°?Corten!¡±. La atracci¨®n es inmediata, ninguno de los dos hace amago de ocultarl...
Las chispas saltan en aquel plat¨® de Roma que a principios de los a?os sesenta reunir¨¢ por primera vez para la gran pantalla a Richard Burton y Elizabeth Taylor. Ataviados al modo de Marco Antonio y de la Cleopatra que da t¨ªtulo a la pel¨ªcula, los coprotagonistas estrenan un beso ante la c¨¢mara¡ y siguen en ello incluso cuando el director ya ha gritado el correspondiente ¡°?Corten!¡±. La atracci¨®n es inmediata, ninguno de los dos hace amago de ocultarlo y dejan sellado el inicio de una historia de amor tremendamente pasional y publicitada a los cuatro vientos por una prensa de la ¨¦poca que los convirti¨® en la pareja m¨¢s famosa del mundo. La de dos ad¨²lteros que pasaron por encima de los r¨ªgidos c¨®digos morales imperantes y, m¨¢s all¨¢ del reconocimiento que merec¨ªan por su arte, acabaron ejerciendo con su relaci¨®n una fascinaci¨®n insaciable entre el p¨²blico.
El t¨¦rmino ¡°romance¡± con el que fue retratado el affaire Taylor-Burton se les quedaba muy corto. Lo suyo fue un amour fou que les aboc¨® a un carrusel marcado por la pasi¨®n sexual desenfrenada y sonadas peleas de las que acababan reconciliados en la cama, por una vida de viajes y placeres de lujo regada de alcohol (ambos beb¨ªan como cosacos) y de los sedantes a los que ella estaba enganchada. Una historia que en su formato oficial no se prolong¨® m¨¢s all¨¢ de una d¨¦cada, incluidas dos bodas y sendos divorcios, aunque siguieron queri¨¦ndose hasta el final de sus d¨ªas, seg¨²n sus propias confesiones.
En realidad se hab¨ªan conocido antes de aquel encuentro romano, aunque superficialmente, y si bien Burton no hizo mucho caso a la entonces ¡°princesa¡± de Hollywood s¨ª se declar¨® impresionado por la belleza con ojos de color violeta. El descubrimiento de su tremenda qu¨ªmica lleg¨® m¨¢s tarde, en el set de esa Cleopatra dirigida por Joseph L. Mankiewicz que la revista Life calific¨® de ¡°la pel¨ªcula de la que m¨¢s se ha hablado en la historia¡± por lo desbordado de su presupuesto y el aderezo del esc¨¢ndalo que rode¨® a sus protagonistas.
Todo empez¨® antes del famoso beso, con una taza de caf¨¦. La que las manos temblorosas de Burton fueron incapaces de sostener, efecto de la resaca con la que compareci¨® en el set, y que Taylor le ayud¨® a acercarse a la boca. La actriz relatar¨ªa m¨¢s tarde que, a pesar de la promesa que se hab¨ªa hecho a s¨ª misma de no dejarse impresionar por aquel ¡°actor de verdad, no una estrella de Hollywood¡±, le derriti¨® su vulnerabilidad.
Los dos eran guapos y rebosantes de talento, pero con or¨ªgenes dispares. Durante su primera infancia ella ¨Cnacida en Londres en 1932, de padres estadounidenses¨C vivi¨® entre algodones como hoy da fe una placa azul (¡°aqu¨ª vivi¨® Eizabeth Taylor¡±) en la fachada de una fabulosa residencia del norte londinense, junto al parque de Hampstead Heath donde montaba a caballo. A los siete a?os, sus padres se la llevaron al otro lado del Atl¨¢ntico para promocionarla con ¨¦xito como estrella infantil. Hollywood ser¨ªa desde entonces su medio natural, en el que transit¨® de ni?a a mujer. Cuando en 1962 recal¨® en Roma para interpretar a la reina egipcia, acababa de convertirse en la primera actriz de la historia en cobrar un mill¨®n de d¨®lares por un papel. Burton, que le llevaba siete a?os, era el hijo de una familia numerosa de mineros galeses amante de la poes¨ªa y las artes, y propietario de una perfecta dicci¨®n acompa?ada de una voz maravillosa que le convirti¨® en reconocido int¨¦rprete.
Ambos estaban casados. En el caso de ¨¦l con su esposa de muchos a?os, la int¨¦rprete galesa Sybil Williams, mientras ella iba ya por su cuarto marido, Eddie Fisher, que le ¡°rob¨®¡± a su amiga y actriz Debbie Reynols, seg¨²n la descripci¨®n escandalizada que se hizo en aquel tiempo. Antes estuvieron Conrad Hilton junior, en una uni¨®n orquestada por los estudios, y Michael Wilding, de quien acab¨® enviudando y el productor Michael Todd. Taylor ten¨ªa ya tres hijos y Burton estaba en tr¨¢mites de adopci¨®n de una ni?a alemana.
Los rumores sobre ¡°el l¨ªo entre Liz y Dick¡± en pleno rodaje saltaron a los titulares de la prensa mundial despu¨¦s de que los paparazzi les tomaran una fotograf¨ªa a bordo de un yate en Ischia. As¨ª quedaba finiquitada una era en la que Hollywood hab¨ªa sido capaz de controlar la cobertura medi¨¢tica de sus estrellas. Hasta el Vaticano terci¨® en el asunto, calificando a los amantes de ¡°vagabundos er¨®ticos¡±.
El bautizado como ¡°matrimonio del siglo¡± se celebr¨® inmediatamente despu¨¦s de sus respectivos divorcios en una ceremonia ¨ªntima en el Ritz-Carlton de Montreal (1964) donde la novia luci¨® un espectacular collar regalo de Burton. Cualquier joya no era suficiente para colmar la obsesi¨®n de Elizabeth por los pedruscos y, entre las muchas que le compr¨®, brillaba un diamante de Cartier de casi 70 kilates.¡±No puedo vivir si ti. Lo eres todo para mi, el aire que respiro, mi sangre, mi mente, mi imaginaci¨®n¡±, le escribi¨® en una de las cartas de amor que muchos a?os m¨¢s tarde Taylor sacar¨ªa a la luz p¨²blica. La veneraba como mujer y como actriz, comparti¨® con ella once pel¨ªculas, una insaciable vida sexual y tambi¨¦n constantes trifulcas azuzadas por el furor et¨ªlico que al final ni siquiera los encuentros de alcoba hicieron soportables. Y llegaron las infidelidades.
No sab¨ªan estar ni juntos ni separados. Se divorciaron en 1974 pero 18 meses m¨¢s tarde lo reintentaban con un segundo matrimonio que les dur¨® muy poco. Acabaron cas¨¢ndose con otras parejas, ¨¦l con la modelo Susan Hunt y ella con el senador americano John Warner y despu¨¦s con Larry Fortensky, un obrero de la construcci¨®n al que hab¨ªa conocido en el Centro Betty Ford durante una cura de desintoxicaci¨®n. Cuando volvieron a reunirse profesionalmente en la producci¨®n de Vidas Privadas, de Noel Coward, en Broadway (1983), ambos estaban divorciados. La esperanza de Liz de intentarlo por tercera vez se desvaneci¨® tras casarse Burton con su joven asistente, Sally Hay, aunque siguieron siendo amigos y se llamaban a menudo. Solo se vieron una vez m¨¢s antes de la muerte del actor, ocurrida a causa de un derrame cerebral, en agosto de 1984. La ¨²ltima carta de Richard le lleg¨® a Taylor poco antes de asistiera a un oficio religioso en su memoria. ¡°Era atento y cari?oso¡±, rememoraba la actriz unos a?os antes de fallecer en 2011, ¡°desde aquellos primeros momentos en Roma estuvimos siempre locamente enamorados. Tuvimos m¨¢s tiempo, pero no el suficiente¡¡±.