Maria Callas y Arist¨®teles Onassis, una historia de amor fatal
Sesenta a?os despu¨¦s del inicio de su romance, su relaci¨®n se ha convertido en una leyenda que re¨²ne pasi¨®n, ambici¨®n, dinero e infidelidad
Maria Callas y Arist¨®teles Onassis protagonizaron una historia de amor fatal, de pasiones y odios desenfrenados, digna de una tragedia griega moderna que fascin¨® y escandaliz¨® a medio mundo. Los dos se conocieron un verano, hace ahora 63 a?os, en el Festival de cine de Venecia, que en esta ocasi¨®n no se ha detenido por el coronavirus y est¨¢ a punto de comenzar. Ambos coincidieron en una fiesta en el hotel Danieli del Lido veneciano que organiz¨® la p...
Maria Callas y Arist¨®teles Onassis protagonizaron una historia de amor fatal, de pasiones y odios desenfrenados, digna de una tragedia griega moderna que fascin¨® y escandaliz¨® a medio mundo. Los dos se conocieron un verano, hace ahora 63 a?os, en el Festival de cine de Venecia, que en esta ocasi¨®n no se ha detenido por el coronavirus y est¨¢ a punto de comenzar. Ambos coincidieron en una fiesta en el hotel Danieli del Lido veneciano que organiz¨® la periodista estadounidense Elsa Maxwell. Casualmente fue ella tambi¨¦n quien, a?os despu¨¦s, present¨® a Onassis a Jacqueline Kennedy, el tercer v¨¦rtice de esta historia imposible.
Cuando el armador griego y la cantante de ¨®pera m¨¢s famosa de todos los tiempos se vieron por primera vez, los dos estaban casados: ¨¦l con Tina Livanos y ella con con Battista Meneghini. Aunque no fue impedimento para que ¨¦l comenzara a enviarle flores casi cada d¨ªa, a todas partes. Dos a?os despu¨¦s su historia empez¨® a fraguarse en el yate Christina, de Onassis, el barco m¨¢s lujoso de su ¨¦poca, un aut¨¦ntico palacio flotante y escenario de las legendarias fiestas y de los amores y amor¨ªos del magnate. En esa ocasi¨®n, compartieron crucero, adem¨¢s de con sus respectivos c¨®nyuges, con otros invitados ilustres como Winston Churchill y su familia. Entre largas charlas nocturnas en la cubierta de la embarcaci¨®n, cenas en solitario o excursiones c¨®mplices naci¨® su idilio, para esc¨¢ndalo del resto de tripulantes.
?l ya era el c¨¦lebre multimillonario y temido empresario con una vida social desbordante, hecho a s¨ª mismo, que hab¨ªa levantado un imperio naval dejando atr¨¢s una guerra y no pocas tragedias personales. Ella era una estrella famosa, apodada La Divina, que revolucion¨® el mundo de la ¨®pera con su talento interpretativo, capaz de deslumbrar con un carisma sin igual cantando en italiano, franc¨¦s o alem¨¢n, con un ¨ªmpetu ¨²nico y un temperamento arrollador. Eran dos portentos de la naturaleza.
Ella se entrega en cuerpo y alma a su nueva relaci¨®n, con una desesperada necesidad de amor. ¡°Amor m¨ªo, necesito afecto y ternura, soy toda tuya, haz conmigo lo que quieras¡±, le escribi¨® en una ocasi¨®n. Al poco de comenzar juntos, abandona los escenarios, persiguiendo el deseo de estabilidad familiar que siempre la hab¨ªa acompa?ado. Se qued¨® embarazada al inicio, pero su beb¨¦ falleci¨® poco despu¨¦s de nacer. Su voz comenz¨® a resentirse y empez¨® a vislumbrarse el declive.
Para ¨¦l, la Callas, adem¨¢s de ser un amor sincero, se convirti¨® en su trofeo m¨¢s ambicionado. ¡°No me amaba a m¨ª, sino a lo que yo representaba¡±, confes¨® ella. En el documental Callas, John Ardoin, cr¨ªtico musical y tambi¨¦n amigo de la soprano, recuerda a Onassis como ¡°un hombre de personalidad cuestionable¡± que ¡°coleccionaba a mujeres famosas¡±. ¡°Se rumorea que pag¨® 10.000 d¨®lares por una noche con Eva Per¨®n. Quer¨ªa a Callas en su colecci¨®n¡±, apunta.
Despu¨¦s de nueve a?os de relaci¨®n extrema, en la que nunca llegaron a alcanzar ese equilibrio que ella tanto ansiaba, en 1968, La Divina descubre leyendo el peri¨®dico que el amor de su vida iba a casarse con Jacqueline Kennedy. La traici¨®n de Onassis caus¨® un gran revuelo en la ¨¦poca. ¡°Fue como recibir un golpe en la cabeza, fue horrible. Intento sobrevivir. Por ¨¦l abandon¨¦ una carrera incre¨ªble, en un oficio complicado. Rezo a Dios para que me ayude a superar este momento. Es un gran cerdo, la van a pagar los dos. ?Si busco un pr¨ªncipe azul? Espero encontrar a un hombre que me acepte por lo que soy¡±, dijo la Callas.
Ella nunca le perdonar¨ªa a su gran amor que la abandonara de esta forma, ni siquiera cuando el magnate naviero trat¨® de implorarla que regresara con ¨¦l, al darse cuenta de que su matrimonio hac¨ªa aguas. El propio Onassis lleg¨® a confesar que sab¨ªa de su esposa ¨²nicamente por sus facturas. ¡°Es la uni¨®n perfecta. Mi padre adora los apellidos y Jackie adora el dinero¡±. Con estas mordaces palabras defini¨® Alexander, el hijo de Arist¨®teles Onassis el enlace de su padre con la exprimera dama estadounidense, una de las mujeres m¨¢s c¨¦lebres del mundo en aquel momento.
En 1969, Pier Paolo Pasolini trat¨® de rescatar a la Callas, a quien le un¨ªa una gran amistad, y le propuso rodar Medea, una pel¨ªcula ahora de culto, que la soprano defini¨® como ¡°siniestra¡± en su d¨ªa. Algunos a?os despu¨¦s, la cantante inici¨® una gira en la que se top¨® con el rechazo frontal de la cr¨ªtica y parte del p¨²blico.
Entonces se encerr¨® en su apartamento de Par¨ªs, del que cada vez sal¨ªa menos, a pesar de los intentos de sus amigos. En la ¨¦poca se lleg¨® a decir que en alguna ocasi¨®n se encontr¨® con el magnate griego. ¡°Mi aventura con Onassis fue un fracaso; mi amistad con ¨¦l, un ¨¦xito¡±, revel¨® ella. El magnate griego falleci¨® en 1975, precisamente en la capital francesa, donde ella viv¨ªa. La Callas nunca se recuper¨® de su muerte y se fue dos a?os despu¨¦s.