Recuerdos de G¨¦nova
La decisi¨®n de que el Partido Popular abandone su sede hist¨®rica tiene ese halo melodram¨¢tico y pueril que termina por enternecer
Al ser intangible, el pasado es algo dif¨ªcil de borrar. Siempre reaparece, como las frases que se rebuscan en la hemeroteca o las fotograf¨ªas que no se han desva¨ªdo del todo. ?Qu¨¦ ser¨ªa del melodrama, ese g¨¦nero que tan bien nos representa, sin ese pasado que insiste en regresar? La decisi¨®n de que el Partido Popular abandone su sede hist¨®rica, anunciada por Casado esta semana, tiene ese halo melodram¨¢tico y pueril que termina por enternecer. ?Est¨¢is seguros de que una mudanza disipar¨¢ vuestros demonios?
Desde hace tiempo, esa sede en G¨¦nova 13 a muchos vecinos nos parec¨ªa una casa embrujada. Ahora, el hechizo se deshizo. Y aunque Casado insista en que es romper con el pasado, a m¨ª la mudanza no me trae m¨¢s que recuerdos. Estuve entre los manifestantes que hicimos una ¡°sentadilla¡± delante del inmueble tras las elecciones del 96 que gan¨® Aznar, protestando contra la alianza de Aznar con Pujol para facilitar su investidura. Fue breve pero estar sentado en el asfalto de una avenida c¨¦ntrica de Madrid me dio sensaci¨®n de pertenencia, como que si fuera m¨¢s espa?ol que antes. Esa sentada era muy diferente de las besadas que finalizaban las manifestaciones gais de aquellos a?os pero el rollo protesta pol¨ªtica era igual de excitante. En marzo del 2004, volv¨ª a esa esquina de G¨¦nova para gritar: ¡°?Qui¨¦n ha sido?¡±, tras el atentado del 11 de marzo en Atocha y que el gobierno del Partido Popular se empe?aba en atribuir a ETA. Fue una concentraci¨®n convocada a trav¨¦s de SMS y, por cierto, coincid¨ª all¨ª con Massiel. Y, como ella, ya ten¨ªa mi pasado y no me sentaba nada bien sentirme enga?ado. Poco despu¨¦s, nos mudamos cerca de la sede popular y alguna vez compart¨ª andares y aceras con Mariano Rajoy. En una ocasi¨®n, subiendo la pendiente, me dijo con su gallegu¨ªsima retranca: ¡°Aqu¨ª: mi calvario¡±. Una vez almorc¨¦ con Alejandro Agag y Gemma Nierga en un restaurante italiano vecino al hoy denostado n¨²mero 13 de G¨¦nova. Agag estaba en v¨ªsperas de casarse por todo lo alto con la hija del presidente Aznar y no hab¨ªa nadie m¨¢s noticioso que ¨¦l. Gemma nos invit¨®. Durante el caf¨¦ recuerdo echar una ojeada alrededor y sentir como si estuviera en el Congreso y al mismo tiempo en la despedida de soltero del propio Agag. Todo eso ahora es pasado polvoriento, telara?as y voces cacof¨®nicas.
?C¨®mo se imaginan esa mudanza? Yo siento una cierta pena est¨¦ril ante los edificios vac¨ªos que fueron epicentro. ?Qu¨¦ culpa tienen ellos de lo que sucedi¨®? Mucha gente siente que los edificios no tienen alma pero yo creo que s¨ª. Y, a veces, m¨¢s que secretos y telara?as guardan felicidad o rencor.
Toda mudanza desentra?a algo. Esta semana he descubierto al Piojo, una estrella del alunizaje, pr¨®fugo despu¨¦s de una fuga espectacular del penal donde cumpl¨ªa su condena. Lo llaman Piojo porque era muy poca cosa de ni?o pero ahora ha mutado en un varonzote metrosexual y peligroso, con un atractivo esteroideo propio de Mujeres, Hombres y viceversa. Se le ve, aparte de veloz delincuente y estrellador nato, narcisista. Cincelado para atraparte en su espiral contracorriente. Quiz¨¢s el retrato de estos tiempos contradictorios: alguien sexy pero malvado. Un diablo sobre ruedas.
Curiosamente, en este peri¨®dico estrellaron su fotograf¨ªa justo debajo de la de Luis B¨¢rcenas (durante su ¨²ltima declaraci¨®n jurada). La coincidencia informativa me oblig¨® a pensar que son dos varones atrapados en la misma telara?a, la lucha entre el poder y la delincuencia. Y el narcisismo: B¨¢rcenas va siempre hecho un pincel y emplea su imagen para disparar mensajes tanto de su pasado como de su presente. El Piojo, ense?ando m¨¢s superficie musculosa, tambi¨¦n lo hace. Se muestran, al contrario que Casado, sin miedo al pasado. Quiz¨¢s porque la c¨¢rcel les ha ense?ado que m¨¢s que una defensa, es su mejor arma.
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