Het Loo, el versallesco palacio que abre las puertas a descubrir los secretos de los reyes de Holanda
La que fuera residencia de vacaciones de la realeza holandesa y hospital nazi en la II Guerra Mundial gana espacio tras una renovaci¨®n de un lustro y 170 millones para exhibir la historia de la dinast¨ªa y devolver el aspecto original a sus estancias
Construido como residencia veraniega en el siglo XVII por el pr¨ªncipe Guillermo y su esposa, la princesa Mar¨ªa II de Inglaterra, el palacio holand¨¦s Het Loo guarda la historia de la Casa de Orange. ?l era el representante supremo ¡ªestat¨²der¡ª de las antiguas Provincias Unidas de los Pa¨ªses Bajos y...
Construido como residencia veraniega en el siglo XVII por el pr¨ªncipe Guillermo y su esposa, la princesa Mar¨ªa II de Inglaterra, el palacio holand¨¦s Het Loo guarda la historia de la Casa de Orange. ?l era el representante supremo ¡ªestat¨²der¡ª de las antiguas Provincias Unidas de los Pa¨ªses Bajos y lo mand¨® levantar en Veluwe, una zona central y boscosa en la localidad de Apeldoorn. Es un edificio de ladrillo cuyos jardines est¨¢n inspirados en los de Versalles y por sus estancias ha pasado parte de la historia europea. Desde Luis Napole¨®n, impuesto como rey en el siglo XIX por su hermano, entonces emperador de Francia, hasta las tropas alemanas durante la II Guerra Mundial. La reina Guillermina, bisabuela del actual soberano, Guillermo, lo consideraba su hogar. Ahora, reabre sus puertas tras una renovaci¨®n de cinco a?os, con la que se ha creado un museo subterr¨¢neo y devuelto su esplendor al interior. El monarca asisti¨® a la reapertura este viernes y desde hoy, s¨¢bado, el p¨²blico podr¨¢ visitarlo.
Het Loo significa ¡°claro en el bosque¡± y, a pesar de que est¨¢ alejado del ambiente pol¨ªtico de La Haya, es imponente para los est¨¢ndares de sobriedad holandesa. Los cambios han costado 171 millones de euros y se ha a?adido un espacio de 5.000 metros cuadrados bajo el patio de entrada para exposiciones. Situado a 10 metros de profundidad, suelos, paredes y escaleras est¨¢n cubiertos de m¨¢rmol blanco de Macael tra¨ªdo de Espa?a y llevan a la muestra permanente sobre los Orange. All¨ª aparecen los pr¨ªncipes holandeses que fueron estat¨²der: desde Guillermo el Taciturno ¡ªque se sum¨® a la rebeli¨®n contra Felipe II y la Corona espa?ola y fue asesinado¡ª a sus sucesores. Se cuenta, a su vez, la etapa de Luis Napole¨®n durante la invasi¨®n francesa, su marcha en 1810 y el regreso a su tierra de Guillermo I de Orange Nassau. Aunque este deb¨ªa seguir siendo estat¨²der, fue entronizado en 1815 como el primer rey holand¨¦s. ¡°Ah¨ª da comienzo la actual Casa Real y hemos tratado de mostrar su historia con sus luces y sus sombras para que el visitante saque sus propias conclusiones. Aparecen reyes y reinas en su esplendor, pero tambi¨¦n las voces del siglo XVII favorables a una rep¨²blica y la etapa colonial¡±, explica Johan de Haan, conservador s¨¦nior del museo.
El recorrido incluye las disculpas pedidas por el rey Guillermo durante la pandemia del coronavirus, cuando parti¨® de vacaciones a Grecia con su esposa, la reina consorte M¨¢xima, y sus tres hijas. Una escapada truncada por las cr¨ªticas desatadas dentro y fuera del Parlamento. La caza est¨¢ tambi¨¦n presente, ya que en los bosques hay ciervos rojos, corzos y jabal¨ªes, y es otro punto de fricci¨®n. La reina Guillermina cedi¨® en 1959 el palacio ¡°al pueblo holand¨¦s¡±, pero la Corona conserva el usufructo y el rey cierra una parte de los terrenos durante la temporada cineg¨¦tica.
Si bien Het Loo ha sido un museo nacional desde 1984, el dise?o del estudio Kaan Arquitectos deja que la luz invada ahora un subterr¨¢neo que replica la simetr¨ªa del edificio exterior. Unas escaleras del mismo m¨¢rmol conducen al interior del palacio, dividido en dos partes. Un ala se centra en el siglo XVII, la etapa del pr¨ªncipe Guillermo y su esposa Mar¨ªa, con salones, dormitorios y hasta el comedor, donde pod¨ªan ser observados por sus s¨²bditos desde una balaustrada. ¡°Un rey con apetito y una mesa llena auguraban que todo ir¨ªa bien¡±, explica Hanna Klarenbeek, conservadora de pinturas. La otra zona est¨¢ dedicada a la reina Guillermina y a su hija, Juliana, que pasaron mucho tiempo en el palacio.
Guillermo III era un pr¨ªncipe protestante, hijo de Guillermo II de Orange Nassau y de Mar¨ªa Enriqueta Estuardo. Su madre fue la primera princesa real inglesa y la historia del matrimonio tal vez no sea tan recordada como la de otros reyes. Casado con su prima Mar¨ªa, ambos reinaron en Inglaterra, Irlanda y Escocia desde 1689, tras la denominada Revoluci¨®n Gloriosa. En realidad fue un golpe de Estado con invasi¨®n incluida que derroc¨® al rey Jacobo II, suegro de Guillermo y el ¨²ltimo monarca cat¨®lico de lo que ser¨ªa el Reino Unido. La corona le fue ofrecida al holand¨¦s por su defensa de la causa protestante y contra el absolutismo, y despu¨¦s de haber conspirado contra el padre de su esposa. Reyes fuera de Pa¨ªses Bajos, la pareja mand¨® ampliar y mejorar el palacio Het Loo para que reflejase su nueva posici¨®n. No era una base permanente, pero recib¨ªan invitados y hab¨ªa caza. ¡°Los jardines se llenaron de fuentes y de especies ex¨®ticas, y sabemos por los archivos lo que hab¨ªa plantado en el siglo XVII. De modo que ponemos, entre otros, narcisos, corona imperial o tulipanes y lo que ya existiera entonces¡±, explica Klarenbeek.
Las estancias con sedas italianas, tapices, muebles de diferentes estilos y porcelanas se suceden. Hay una capilla compartida para los credos de la pareja: ella, anglicana; el final de largos pasillos, una ¨ªntima salita y una habitaci¨®n de lectura a¨²n m¨¢s peque?a se revelan como las preferidas de Mar¨ªa. La pareja no tuvo hijos y ella falleci¨® en 1694, de forma que su esposo rein¨® en solitario hasta su muerte, en 1702. En recuerdo de su mujer, transform¨® la habitaci¨®n que deb¨ªa ser para la colecci¨®n de porcelanas en una biblioteca. Su colecci¨®n de pinturas se vendi¨® y para llenar la galer¨ªa donde colgaban en su d¨ªa se han buscado cuadros encargados en su mayor¨ªa por Guillermo. Tambi¨¦n hay cesiones de museos.
La otra parte del palacio se dedica a la reina Guillermina y a su hija, la reina Juliana, que lo aprovecharon como un hogar. El padre de Guillermina muri¨® cuando ella ten¨ªa 10 a?os y su madre, Emma, decidi¨® durante su regencia que la princesa deb¨ªa prepararse a fondo para el trono. Los juguetes se guardaron en una vitrina y la ni?a empez¨® a estudiar para convertirse en la primera soberana de la historia del pa¨ªs. Durante la II Guerra Mundial, los nazis confiscaron Het Loo y lo habilitaron para la convalecencia de 600 soldados alemanes heridos. Y luego, como hospital. Las habitaciones de la reina Guillermina, que pas¨® la contienda en Londres, fueron utilizadas por oficiales de las SS. Despu¨¦s, hacia el final de la guerra, llevaron a soldados brit¨¢nicos que hab¨ªan hecho prisioneros. ¡°El ba?o se reform¨® entero despu¨¦s de todo eso porque hab¨ªa sido usado por los ocupantes¡±, se?ala De Haan.
A medida que avanza el recorrido, y ante una cama de gran tama?o, su colega Klarenbeek a?ade: ¡°Aqu¨ª falleci¨® el padre de Guillermina y la ni?a tuvo que dormir en este lecho la noche siguiente. Era una ni?a y la nueva reina, y su madre quer¨ªa que estuviese en el dormitorio real desde el primer momento¡±. En otra sala, se cuenta una an¨¦cdota m¨¢s ligera. Usada por el pr¨ªncipe Bernardo, esposo de Juliana, tiene una mesa forrada con piel de rinoceronte. Cuando estaba con sus amigos la calentaban por debajo con unas bombillas. El juego consist¨ªa en beber deprisa porque las copas se ca¨ªan a medida que la piel se hinchaba por el calor. Trofeos de caza como osos, b¨²falos, una pata de elefante, un cocodrilo y abundantes cornamentas de ciervo decoran otra c¨¢mara. Y un detalle final, muy moderno desde el punto de vista de 1927. Juliana, que suceder¨ªa a su madre en el trono en 1948, eligi¨® el mobiliario de su cuarto en Het Loo por cat¨¢logo.