Gilda Love, la transformista de 97 a?os que ha sobrevivido a todo: ¡°Me rajaban los trajes con una cuchilla, pero sal¨ªa a bailar con ellos rotos¡±?
La pel¨ªcula ¡®Cantando en las azoteas¡¯ se adentra en el d¨ªa a d¨ªa de este icono de la Barcelona canalla, superviviente de la Espa?a franquista y todav¨ªa en los escenarios
¡°Los vecinos se sonr¨ªen / en sus ventanas postreras (...) ?Los mariquitas del sur / cantan en las azoteas!¡±. Los versos que escribi¨® Federico Garc¨ªa Lorca en Canci¨®n del mariquita han servido al director Enric Ribes (Barcelona, 33 a?os) para poner t¨ªtulo a la pel¨ªcula y, con ella, a la vida de uno de los grandes personajes de la casi extinta Barcelona canalla: Gilda Love (San Fernando de C¨¢diz, 97 a?os), transformista a¨²n en activo y protagonista de Cantando en las azoteas, h¨ªbri...
¡°Los vecinos se sonr¨ªen / en sus ventanas postreras (...) ?Los mariquitas del sur / cantan en las azoteas!¡±. Los versos que escribi¨® Federico Garc¨ªa Lorca en Canci¨®n del mariquita han servido al director Enric Ribes (Barcelona, 33 a?os) para poner t¨ªtulo a la pel¨ªcula y, con ella, a la vida de uno de los grandes personajes de la casi extinta Barcelona canalla: Gilda Love (San Fernando de C¨¢diz, 97 a?os), transformista a¨²n en activo y protagonista de Cantando en las azoteas, h¨ªbrido entre documental y ficci¨®n que se adentra en sus vicisitudes y su humilde d¨ªa a d¨ªa en el barrio del Raval de Barcelona.
En el largometraje, en cines desde el 1 de julio, vemos la estrecha relaci¨®n que mantiene con sus vecinos, en forma de red de apoyo mutuo, mientras trata de pagar las facturas mediante una peque?a pensi¨®n y el dinero que obtiene de los espect¨¢culos que sigue realizando, a pesar de rozar el siglo de edad. ¡°Le he visto estar con 38 grados de fiebre, ponerse el vestido, salir y transformarse completamente. Se vuelve una persona fuerte y dura. Le pueden doler los pies, puede tener un mal d¨ªa, pero su pasi¨®n por el arte se impone¡±, explica a ICON Ribes, amigo de Gilda desde hace m¨¢s de un lustro.
Nacido con el nombre de Eduardo antes de la proclamaci¨®n de la II Rep¨²blica Espa?ola, Gilda Love ha sido y contin¨²a siendo un s¨ªmbolo de la escena underground en la capital catalana, ciudad a la que lleg¨® en 1967, en pleno tardofranquismo, y que ya no abandon¨®. Tras cumplir el servicio militar obligatorio, emigr¨® y comenz¨® a actuar en locales emblem¨¢ticos del mundo travesti como el cabaret Madame Arthur de Par¨ªs. Atr¨¢s dej¨® una infancia donde, por la v¨ªa familiar, se le plant¨® la semilla del espect¨¢culo, viajando de feriante y cantando y bailando en pueblos cuando solo era un ni?o. Tambi¨¦n pudo alejarse de sus hermanos varones, falangistas y mayores que ¨¦l, que le hac¨ªan la vida imposible.
¡°Siempre me ten¨ªan atormentado, porque ellos se daban cuenta de lo que yo era. Ten¨ªa una hermana que era modista y me visti¨® una vez de gitana, porque ella y mi madre dec¨ªan que era bonito y que parec¨ªa una ni?a. Mis hermanos, por verme vestido as¨ª, me pusieron una cerilla y me intentaron quemar como a Juana de Arco. En la espalda a¨²n tengo una quemadura. Me hac¨ªan calamidades, no me mataron de milagro¡±, revela Gilda Love a ICON.
La historia de or¨ªgenes que narra Gilda siempre es la misma, tanto en la pel¨ªcula como en sus espect¨¢culos: iba a nacer con una hermana gemela, pero ella sali¨® primero, muri¨® estrangulada con su cord¨®n umbilical y Gilda recogi¨® su testigo invocando esa mitad perdida. ¡°Caf¨¦ con leche¡±, se define en el documental. Cuando el director Enric Ribes escuch¨® este relato en uno de los espect¨¢culos de Gilda Love, qued¨® fascinado y fue a su encuentro. ¡°Es como el cuentacuentos de una generaci¨®n casi olvidada¡±, describe. Ambos realizaron una peque?a pieza de cinco minutos en 2017, tambi¨¦n llamada Cantando en las azoteas, pero, sintiendo que Gilda ten¨ªa muchas m¨¢s posibilidades, Ribes le propuso rodar un documental largo que no fuese estrictamente biogr¨¢fico, sino que, de manera ficcionada y con la ayuda de un guion, reflejase su vida cotidiana. La vida que hab¨ªa elegido. As¨ª, aunque Gilda no conserva la relaci¨®n con su familia, vemos c¨®mo la comunidad de su barrio se ha convertido en su familia.
¡°Todos los que aparecen son vecinos que conoce del Raval. Con el chatarrero, por ejemplo, tiene una relaci¨®n de a?os. Incluso creo que pas¨® unas semanas viviendo en su piso¡±, dice Ribes. Pese a que la casa en la que transcurre la pel¨ªcula no es su aut¨¦ntica casa, puesto que la perdi¨® y actualmente reside en un piso social, lo que muestra la pel¨ªcula, indica el director, tiene una base aut¨¦ntica: ¡°Gilda lo ha perdido todo, no tiene sus cosas, aunque pudo recuperar alg¨²n vestido. Si en el anterior proyecto yo no hubiera hecho un escaneado de sus fotograf¨ªas, tampoco tendr¨ªa fotos de su madre¡±. El grueso de la historia, que consiste en Gilda encarg¨¢ndose durante unos d¨ªas de una ni?a por los problemas de sus padres para cuidarla, tambi¨¦n se ampara en una experiencia real. ¡°A m¨ª siempre me ha gustado formar mi propia familia, ?sabes lo que te quiero decir?¡±, afirma Gilda. ¡°La pel¨ªcula est¨¢ muy bien hecha, es muy humana y coincide con mi vida. En mi antigua casa, hab¨ªa un ni?o que viv¨ªa arriba y, siempre que sub¨ªa las escaleras con sus padres, me llamaba a la puerta y yo le daba galletas y juguetes. Siempre ten¨ªa detalles con las personas que viv¨ªan a mi lado¡±.
Gilda, adem¨¢s, colaboraba en su anterior piso con la fundaci¨®n Arrels, que ayuda a personas sin hogar. ¡°Vinieron y me preguntaron que, como ten¨ªa tres habitaciones, qu¨¦ me parec¨ªa acoger a un muchacho que estaba un poco disminuido. Les dije que muy bien, claro, porque as¨ª me daba compa?¨ªa¡±. Su atenci¨®n, cuidado y familia formada por personas de alrededor tambi¨¦n se extiende a colegas artistas. Por ejemplo, Carmen de Mairena, con quien comparti¨® camerino durante a?os, recibi¨® tambi¨¦n visitas de Gilda en sus a?os finales, hasta que muri¨® en 2020. ¡°Estaba en una residencia del Ayuntamiento y yo iba siempre a verla. Era tambi¨¦n una persona muy humana. Le gustaba que le llevase donuts, sus favoritos eran los de chocolate¡±, rememora con cari?o.
De vuelta a los cines
La pel¨ªcula Cantando en las azoteas ha contado con la participaci¨®n de dos figuras destacadas del cine espa?ol. En el guion, que escribi¨® Enric Ribes con X¨¨nia Puiggros, fue clave, seg¨²n se?ala el director, la edici¨®n y las instrucciones de Isa Campo, guionista de Maixabel y gran referente en Espa?a del formato de documental ficcionado debido a sus trabajos junto a Isaki Lacuesta, como Entre dos aguas. Tambi¨¦n colabora Pilar Palomero, la directora que triunf¨® en los Goya de 2021 con Las ni?as, que aqu¨ª hizo labores de coach con la peque?a Chloe Romero. No obstante, los di¨¢logos de la pel¨ªcula no estaban previamente escritos. ¡°Intent¨¢bamos que hubiera una narraci¨®n natural, sin aprender nada. Yo a Gilda le lanzaba ¡®?Te acuerdas cuando me contaste¡?¡¯ y lo recog¨ªa, porque es un actor nato¡±. Su aparici¨®n en esta pel¨ªcula, de hecho, no es la primera: en el a?o 2000 apareci¨® en el documental holand¨¦s Yo soy as¨ª, sobre los ¨²ltimos d¨ªas de la barcelonesa Bodega Bohemia. En un instante de Cantando en las azoteas, Gilda Love ve con emoci¨®n la actuaci¨®n que le grabaron entonces.
A Enric Ribes, Gilda Love le recuerda a la bailaora catalana Carmen Amaya: ¡°De ella dec¨ªan que, al bailar, sudaba mucho. Ten¨ªa un problema renal y, como ella zapateaba y bailaba con mucha fuerza, el sudor le hac¨ªa drenar y eso le permiti¨® vivir m¨¢s a?os de los que le daban como esperanza. Gilda tambi¨¦n tiene esto de morir sobre el escenario y, al mismo tiempo, alargar su vida a trav¨¦s de ¨¦l¡±. Pero Gilda explica que la longevidad le viene de familia: su madre se cas¨® con 14 a?os, tuvo 20 partos (fueron siete hermanos, nueve hermanas y otros cuatro beb¨¦s que fallecieron) y vivi¨® hasta los 102 a?os. Su padre lleg¨® a los 99. Gilda sobrevivi¨® tambi¨¦n al r¨¦gimen franquista, a¨²n en boga cuando se instal¨® en Barcelona. En el Raval, pudo encontrar la oportunidad de ser como quer¨ªa ser gracias a los locales nocturnos, en los que frecuentemente pernoctaba para que las autoridades no le detuvieran por la calle y le aplicasen la Ley de Vagos y Maleantes. ¡°Es verdad que la gente pensaba de otra manera. A m¨ª muchas veces me rajaban los trajes con una cuchilla, sal¨ªa a pista con los vestidos rotos. Pero hab¨ªa ambiente por todos lados¡±, sostiene Gilda.
El transformista est¨¢ al tanto de la popularidad del actual ecosistema drag, gracias a figuras como RuPaul o el concurso Drag Race. ¡°Como esos programas est¨¢n en plataformas, tiene amigos que se los descargan. Piensa que los que salen son muy guapos, pero le resulta algo de otra generaci¨®n. No le gusta que no canten de verdad¡±, relata Ribes. Gilda confirma: ¡°No es para m¨ª. Lo m¨ªo es transformismo de variet¨¦. Los drag queens son otro estilo, lo veo m¨¢s como carnaval que como espect¨¢culo¡±. No es su ¨²nico choque con el presente. El artista lamenta que la escena de variedades ha desaparecido y no hay nada que se acerque remotamente a su ¨¦poca en el club Kit Kat del carrer Escudellers, los 17 a?os que pas¨® en la Bodega Apolo o la extinta Bodega Bohemia. ¡°Antes en Barcelona hab¨ªa muchos pianistas. Hac¨ªamos canciones en la calle, las mont¨¢bamos all¨ª y despu¨¦s sub¨ªamos a la habitaci¨®n para entrenarlas. Era una vida muy distinta. No s¨¦ si volver¨¢ a haber una ola de espect¨¢culos. Lo que hay ahora es porno, piden mucho porno en salas, bodas, bailes y sitios de esos. Es en lo que est¨¢ la juventud ahora, en espect¨¢culos de porno y jazz, con orquestas¡±, dice Gilda por tel¨¦fono, mientras Enric Ribes, que atiende a la conversaci¨®n por el manos libres, no puede contener la risa. Gilda, no obstante, tiene bolos programados. Por ejemplo, este mismo 15 de julio act¨²a en Raval Cuir, en el espacio El Molino de Barcelona.
¡°Vive en su mundo de shows. Ayer me dijo que se ten¨ªa que ir a buscar un vestido de una modista al final de una l¨ªnea de Metro. Tiene este punto muy quijotesco de vivir en lo a?ejo y en las pel¨ªculas cl¨¢sicas de Hollywood, como el Quijote con los libros de caballer¨ªas¡±, resume Ribes. Su nombre, obviamente, es una referencia a la pel¨ªcula Gilda (1946), que asegura que vio 13 veces en el cine, as¨ª como que tambi¨¦n lleg¨® a conocer a su actriz, Rita Hayworth. ¡°Vino a Par¨ªs con aquel pr¨ªncipe con el que se cas¨® [Al¨ª Khan] y me pareci¨® muy simp¨¢tica. Me acerqu¨¦, le dije que era fan suyo y ella me contest¨® en americano que le encantaba que fuese su fan. A m¨ª ella me gustaba mucho, eso de la bofetada [en referencia a la famosa escena de la pel¨ªcula donde Hayworth abofetea a Glenn Ford] me chiflaba¡±.
Las memorias de la Barcelona que Gilda conoci¨® parecen tambi¨¦n mediadas por el cine. Como si estuviera hablando de musicales al estilo de Un d¨ªa en Nueva York o Las se?oritas de Rochefort, Gilda describe una ciudad donde ¡°llegaban los barcos americanos, hab¨ªa un ambiente maravilloso por el Paralelo y la gente cantaba en las terrazas, que estaban llenas¡±. ¡°Antes actuaba en los cines, hab¨ªa variet¨¦s. Pon¨ªan una pel¨ªcula y sal¨ªa yo despu¨¦s a actuar. Nada de eso existe ya. Los cines y los teatros est¨¢n casi todos cerrados¡±, dice. Hoy, con casi 100 a?os y de la mano de Cantando en las azoteas, ser¨¢ posible volver a ver y escuchar a Gilda Love actuando en cines.
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