Breve historia del mejor amigo gay, ese papel solitario, desconsiderado (y necesario) de las series
Amigos de la protagonista, consejeros de amor y estilistas sin entidad propia: hubo una era en que ese era la ¨²nica representaci¨®n del colectivo en la televisi¨®n. Con el regreso de ¡®Sexo en Nueva York¡¯, ?c¨®mo se afronta ese papel en 2021?
En tres semanas volver¨¢ Sexo en Nueva York (ahora titulada And just like that) y con ella el personaje de Stanford Blatch (cuyo int¨¦rprete, Willie Garson, falleci¨® el pasado septiembre en Los ?ngeles a los 57 a?os tras dejar su participaci¨®n en la serie completada). Blatch es uno de los personajes de mejor amigo gay m¨¢s reconocibles de la ficci¨®n contempor¨¢nea: con ¨¦l, Carrie Bradhshaw hace lo que resulta impensable hacer ¨Cal menos en su cabeza¨C con un hombre heterosexual: ir de compras, compartir sus sentimientos y reirse estando ambos vestidos. Otro gran secundario gay de la televisi¨®n, el atormentado Waylon Smithers de Los Simpson, tambi¨¦n ha sido noticia esta semana al anunciarse que vivir¨¢ una historia de amor. Ser¨¢ su primera en la serie (al menos que se vea en pantalla y sin contar su dependencia t¨®xica con su jefe), la temporada n¨²mero 33, que acaba de estrenar Disney +.
El caso de Smithers es un buen ejemplo para medir todo esto (Los Simpson siempre es un buen ejemplo para medir cualquier cosa). Su homosexualidad fue tratada al comienzo de la serie como un chiste recurrente: parec¨ªa perdidamente enamorado de su jefe anciano, cruel y desp¨®tico, el se?or Burns. Lo evocaba er¨®ticamente en sus sue?os, lo ten¨ªa fijo en el fondo de pantalla de su ordenador. Pese a gui?os y pistas de obviedad creciente, el personaje no sali¨® del armario como tal hasta 2015 (temporada 27, episodio Una jaula de Burns), no tuvo un ligue epis¨®dico hasta 2016 y no tendr¨¢ una trama rom¨¢ntica propia ¨Csu primer novio¨C hasta 2021. El recorrido es sintom¨¢tico de c¨®mo los personajes gais han estado en la ficci¨®n: primero silenciosos, luego par¨®dicos, casi siempre sumisos, serviciales a otros personajes y a sus tramas, en una existencia que fluctuaba entre lo servicial, lo funcional, lo humor¨ªstico y lo compasivo.
Otro ejemplo que viene a cuento, porque se trata de una serie que ha inspirado de forma obvia a Sexo en Nueva York, es Las chicas de oro (ojo a esto: los personajes protagonistas de la primera tendr¨¢n, en la nueva serie, la misma edad que las protagonistas de la primera en sus temporadas iniciales). En esa telecomedia, estrenada en 1985, se plane¨® que hubiese un quinto personaje protagonista: Coco, un encargado dom¨¦stico que viv¨ªa con las cuatro mujeres en la casa de una sola planta en Miami. Era abiertamente gay en sus di¨¢logos, y eso era decir mucho en 1985. Se le puede ver en el primer episodio, pero desapareci¨® sin explicaci¨®n en los posteriores. Una versi¨®n ap¨®crifa de la historia dice que los productores consideraron un personaje protagonista gay demasiado osado para la ¨¦poca (Touchstone, productora de la serie, era parte de Disney), pero lo cierto es que el equipo de guionistas no le encontr¨® un lugar al establecerse, ya desde el piloto, una relaci¨®n tan c¨®mplice, satisfactoria y milim¨¦trica entre los cuatro personajes femeninos protagonistas.
Lo malo es que esa decisi¨®n priv¨® a la televisi¨®n de un personaje gay protagonista en 1985, lo cual hubiese sido un hito. Lo bueno es que sus creadores ¨Centre los cuales hab¨ªa guonistas gais como Marc Cherry, creador de Mujeres desesperadas¨C apostaron por eliminarlo antes que reducirlo a una comparsa que apareciese de vez en cuando, arreglase los problemas de las protagonistas y se evaporase. Esa figura, seg¨²n Nacho M. Segarra, historiador, m¨¢ster en estudios feministas y autor que acaba de publicar Sexbook. Una historia ilustrada de la sexualidad, tiene un nombre: magical gay (gay magico).
¡°El magical gay tiene dos funcionas en las ficciones creadas casi siempre por y para heterosexuales¡±, explica Segarra. ¡°Por un lado, servir de apoyo y gu¨ªa a la protagonista femenina, y por otro, subrayar la masculinidad hegem¨®nica y sin fisuras del protagonista masculino. Se me viene a la mente, como gran ejemplo, el personaje de Matt en Melrose Place (1992-1999). En aquel caso cumple un papel tradicional en la telenovela cl¨¢sica que es el de madre: todo lo conoce, todo lo comprende, pero durante las primeras temporadas jam¨¢s tiene una l¨ªnea argumental propia ni una pareja. Otro es Rupert Everett en La boda de mi mejor amigo (1997), que, en cierto modo, tranquiliz¨® las ansiedades del gran p¨²blico heterosexual con respecto a la posibilidad del matrimonio igualitario en Estados Unidos: es un personaje gay metido en una comedia rom¨¢ntica can¨®nica sin pareja ni una vida propia relevante. No pod¨ªa intimidar a nadie¡±.
El guionista y director Juan Flahn, que dirigi¨® Chuecatown en 2007, tambi¨¦n intent¨®, a su manera, ir introduciendo personajes gais en las ficciones espa?olas que escrib¨ªa en los primeros noventa. Por ejemplo en Canguros (1994-1995), de Antena 3. ¡°En el primer cap¨ªtulo que escrib¨ª, Maribel Verdu se hac¨ªa pasar por la novia de un gay para que la madre, que ven¨ªa de visita, no supiera que era gay. Ese era el tipo de gais de la ficci¨®n de los noventa: armarizados, c¨®micos y siempre secundarios. En otras series en las que particip¨¦ como guionista, como La casa de los l¨ªos, no hubo, que yo recuerde, ni un solo gay¡±.
Flahn puntualiza que, si bien el personaje se ha quedado obsoleto hoy, fue necesario en su ¨¦poca porque ¡°casi todos los guionistas con los que trabajaba en aquella ¨¦poca eran heterosexuales (supuestamente) y casi no hab¨ªa representaci¨®n, no se escrib¨ªan muchos personajes gais¡°. De modo que estos serv¨ªan ¡°para poner en su boca algunos argumentos escandalosos que afectaban a conductas sexuales fuera de la norma, a cuestiones est¨¦ticas fuera de la norma, a comportamientos sociales fuera de la norma y, en fin, a todo lo que se pudiera asociar a no normativo¡±.
Uno de los primeros gais (secundarios, claro) en asomarse por la televisi¨®n en horario de m¨¢xima audiencia en Espa?a fue Rub¨¦n en Todos los hombres sois iguales en 1996 (adaptaci¨®n televisiva en Telecinco de la pel¨ªcula del mismo nombre de 1994). El actor Fran Boira daba vida a uno de esos homosexuales que, por entonces, eran todav¨ªa un exotismo de la gran ciudad que el gran p¨²blico recib¨ªa con agrado. ¡°Piensa que en aquel momento ven¨ªamos de los chistes de Ar¨¦valo¡±, recuerda hoy Boira. ¡°Estoy muy satisfecho de haberlo hecho. Al principio de la serie nuestros personajes [Rub¨¦n viv¨ªa con otros dos chicos gais en el apartamento contigo a de los protagonistas, tres hombres heterosexuales] eran muy secundarios, pero como gust¨¢bamos a la gente empezamos a salir m¨¢s. S¨ª, ¨¦ramos divertidos e inofensivos, pero es curioso lo bien que reaccion¨® un p¨²blico que a¨²n no estaba acostumbrado a ver gais en televisi¨®n¡±. Prueba de que la representaci¨®n es important¨ªsima es que a Boira le siguen agradeciendo, m¨¢s de 20 a?os despu¨¦s, aquel papel secundario de una serie que dur¨® dos a?os en antena. ¡°Que un t¨ªo de 40 a?os a¨²n recuerde c¨®mo se llamaba mi personaje impresiona un poco, ?eh? Siempre tuve la sensaci¨®n de que mucha gente nos estaba esperando¡±.
Muy poco despu¨¦s de aquel personaje, en 1999, Boira volvi¨®, esta vez en cine, a meterse en la piel del mejor amigo gay de la protagonista en Novios (ella era Candela Pe?a). ¡°Ah¨ª mi personaje ya ten¨ªa toda una trama al margen de la de la protagonista: se enamoraba de un cura de barrio que le tra¨ªa por la calle de la amargura. El guionista de ambos proyectos fue Joaqu¨ªn Oristrell y le reconozco (y agradezco) el empe?o que puso en que esos personajes, en ese momento, empezaran a hacerse habituales¡±
Graciosos, bien vestidos y discretos
El estereotipo del mejor amigo gay llevaba a?os presente en el cine. En Rebelde sin causa (1955), el malogrado Sal Mineo (gay en la vida real) dio vida a un joven incomprendido que tiene una foto del atractivo Alan Ladd en su taquilla del instituto y asiste, casto y solo, al romance entre los personajes de James Dean (del que, probablemente, est¨¢ enamorado) y Natalie Wood. Para los noventa, el estereotipo ya hab¨ªa evolucionado a Bocados de realidad (1994), Clueless (Fuera de onda) (1995) y la mencionada La boda de mi mejor amigo (1999) en el cine, pero tuvo m¨¢s repercusi¨®n en la peque?a pantalla, m¨¢s ubicua y m¨¢s eficaz para agitar ideas preestablecidas en los salones familiares. Los m¨¢s veteranos recordar¨¢n en los ochenta a Piero, el modisto amanerado del exitoso culebr¨®n Cristal (1985) que dej¨® frases para la posteridad como ¡°me quedo anonadado¡± o expresiones como ¡°?de lo last!¡±. Tambi¨¦n a su sucesor natural, Juli¨¢n, en otro culebr¨®n, ahora en televisi¨®n: Betty la fea (1999). La cosa mejora con Ricky en Es mi vida (1994), amigo de la protagonista que aparte de gay es puertorrique?o y tiene sus propios demonios, especialmente provocados por el racismo y la homofobia que sufre (el actor que le daba vida, Wilson Cruz, tambi¨¦n era abiertamente homosexual).
En Sexo en Nueva York volvimos a una situaci¨®n parecida a la de Las chicas de oro: la qu¨ªmica entre los cuatro personajes principales dej¨® a Stanford Blatch en un aparte, en un personaje para escenas de compras, c¨®cteles y consejos, vaya, en un magical gay de manual para el nuevo siglo. Stanford Blatch solo aparec¨ªa para dar consejos y salir de plano o tener breves subtramas con contenidos manidos (queda por Internet para ligar, va a un bar gay y conoce a un hombre obsesionado con las mu?ecas o se hace pasar por novio de la protagonista para mantenerse en el armario ante su familia) hasta la temporada cinco, cuando tuvo su primer novio: un bailar¨ªn de Broadway. En la segunda y olvidable pel¨ªcula de la franquicia se cas¨® con el otro magical gay de la serie, el lenguaraz Anthony, al que previamente odiaba. En la boda, llena de cisnes blancos, cant¨® Liza Minnelli, se dio por supuesta la infidelidad cong¨¦nita entre parejas de hombres y las protagonistas (y sus maridos) no dejaron de comentar lo gay que era todo. Muchos cr¨ªticos apuntaron que en toda aquella secuencia el gui¨®n rozaba la homofobia. ¡°Esta inclusividad gay liberal en la alta sociedad refleja la defensa y el mantenimiento de hechos dominantes y heteronormativos en lugar de desafiarlos¡±, escribi¨® Grace Kwan en un largo an¨¢lisis de la pel¨ªcula en The Thirlby. Lo cual nos lleva a los otros gais de la ficci¨®n de masas: los amigos de las ricas.
Si ha visto alguna entrega de la saga Real Housewives (se llama Mujeres Ricas en plataformas como Netflix) habr¨¢ ca¨ªdo en que una de las maneras m¨¢s llamativas que esas mujeres ostentosamente ricas tienen de mostrar su patrimonio, m¨¢s all¨¢ de mansiones, zapatos y caniches te?idos de rosa, es su cantidad de amigos gais, convertidos en objeto de valor patrimonial. Estas mujeres coleccionan homosexuales que llaman amigos, pero que en realidad trabajan para ellas como estilistas, maquilladores y organizadores de eventos, un papel que nos llega directamente desde los tiempos en que simp¨¢ticos y asexuados gais arrastraban el ba¨²l de las folcl¨®ricas.
¡°Esa otra representaci¨®n bebe mucho del programa Queer Eye, esa serie de cinco homosexuales a asesoran en cuestiones de estilo a un hombre heterosexual que generalmente vive en la Am¨¦rica profunda y no sabe ni atarse los zapatos¡±, apunta Segarra (en Espa?a se emiti¨® una ef¨ªmera adaptaci¨®n en Antena 3, El equipo G, en 2004). ¡°Y generalmente siempre van en su ayuda por alg¨²n acontecimiento relacionado con una mujer. Es curioso como siempre se subraya la heterosexualidad de la persona que van a ayudar como manera de exorcizar los aspectos m¨¢s femeninos de la metrosexualidad: o sea, uno puede cuidarse, uno puede pedir consejos a la cultura gay, pero nunca tendr¨¢s que mezclarte con ellos. El mejor amigo gay es una figura, en el fondo, muy tranquilizadora para el hombre heterosexual, casi un eunuco, que est¨¢ aqu¨ª para asentar la norma. Son unos gais que vienen a ayudarte y despu¨¦s hacen eso que es lo m¨¢s representativo de la figura del magical gay: desaparecer¡±.
¡°Esto tiene que ver con la hipercapitalizaci¨®n de todas las cosas¡±, opina Juan Flahn. ¡°Estos maricas que hoy acompa?an a las ultrarricas y les ense?an casas de lujo y complementos caros es una versi¨®n moderna de antiguo marica comparsa. ?Donde est¨¢n los homosexuales pobres? Eso es lo que yo quiero ver en la ficci¨®n: gais pobres viviendo en pisos de mierda, con p¨¦simo gusto para vestir, con trabajos precarios y crueles, repartidores de Glovo inmigrantes que viven su amor entre bicicletas¡±.
Fran Boira remata as¨ª: ¡°Una vez, cuando estaba promocionando La mala educaci¨®n (2004), le dije muy enfadado a una periodista que el d¨ªa que le preguntara a Tom Cruise si se sent¨ªa encasillado en personajes heterosexuales, yo le contestar¨ªa a si me sent¨ªa encasillado en personajes gais. Ten¨ªa veintitantos y era muy vehemente. Lo curioso es que desde entonces casi no he vuelto a interpretar a un personaje gay. ?Que me ofrezcan ahora un personaje de mejor amigo gay de la protagonista, pero que sea algo m¨¢s que eso! ?Lo hago encantado!¡±.
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