Rami Malek: ¡°Me pellizco en cada rodaje para recordarme que es real. Si esto es todo lo que hay, ya me quedari?a feliz¡±
La carrera de este int¨¦rprete, desde su papel en ¡®Mr. Robot¡¯ hasta el Oscar a mejor actor antes de cumplir los 40, pasando por su colaboraci¨®n con Cartier, es un b¨¢lsamo contra los t¨®picos m¨¢s s¨®rdidos del mito hollywoodiense
De ni?o, cuando todav¨ªa quedaban an?os para que ganase el Oscar a mejor actor, protagonizase una de las series ma?s indelebles de la edad dorada de la televisio?n y, co?mo no, se enfrentase a James Bond, Rami Malek (California, 41 an?os) son?aba con Hollywood, un lugar remoto, inaccesible y ma?gico. En realidad, lo teni?a a unos 20 kilo?metros de casa, pero e?l eso no lo sabi?a. La vida en su casa en Sher...
De ni?o, cuando todav¨ªa quedaban an?os para que ganase el Oscar a mejor actor, protagonizase una de las series ma?s indelebles de la edad dorada de la televisio?n y, co?mo no, se enfrentase a James Bond, Rami Malek (California, 41 an?os) son?aba con Hollywood, un lugar remoto, inaccesible y ma?gico. En realidad, lo teni?a a unos 20 kilo?metros de casa, pero e?l eso no lo sabi?a. La vida en su casa en Sherman Oaks (Los A?ngeles), a menos de 30 minutos en coche de la meca del cine, era tan recta, tan alejada del mundo del especta?culo, que las ima?genes que llegaban a ella a trave?s del televisor pareci?an venir de un planeta aparte.
De hecho tuvo que llegar una profesora de instituto a decirle al entonces chaval de ojos home?ricos y diccio?n inalterable que, en los debates, se le daba mejor dramatizar una idea que defenderla. Entonces Malek anuncio? a sus padres, inmigrantes egipcios, que lo de ser abogado, como ellos habi?an decidido, no iba a ser. E?l estaba destinado a actuar.
Hay un puente entre aquella infancia dome?stica y la vida de alfombras rojas y estrenos que Malek lleva ahora. ¡°El encendedor¡±, nombra ahora desde la suite de un hotel parisiense, y sus enormes ojos marrones se abren con poderosa expresividad. ¡°Mi padre teni?a un encendedor dorado. Era un hombre muy bien vestido, se paso? la vida trajeado: creo que por haber venido de Egipto a EE UU, le preocupaba proyectar cierta elegancia y sofisticacio?n. Me ensen?o? a vestir, a diferenciar tejidos y patrones. Pero lo que ma?s se me quedo? grabado era que teni?a un anillo dorado precioso y un mechero de Cartier. Odio decirlo, pero no odio decirlo, aquello fue mi primer contacto con la elegancia absoluta¡±.
En los an?os que han pasado desde entonces, Malek ha logrado la fama global con la serie Mr. Robot (2015-2019); el prestigio cri?tico y el Oscar con su Freddie Mercury de Bohemian Rhapsody (2018) y el enfrentamiento que ansi?a todo actor capaz de disfrutar hablando despacio y parpadeando poco: contra 007, en su caso en Sin tiempo para morir (2021).
Pero ninguno de estos logros tiene el halo providencial que ha tenido su alianza con, precisamente, Cartier, firma de joyeri?a y relojeri?a que desde aquellos tiempos del Oscar adorna sus mun?ecas. ¡°Cuando vas por ahi? promocionando tu trabajo, en alfombras rojas, en eventos o ante la prensa, o incluso cuando vas a los Oscar, necesitas alcanzar un cierto grado de confianza en ti mismo para no trastabillar. Para mi?, nada expresa eso mejor que Cartier¡±, explica e?l, un poco entre la disciplina corporativa y la confesio?n vulnerable.
Hablando de providencia, una imagen. Hace poco, el actor se reunio? con Guy Ritchie (Snatch, Lock & Stock), uno de sus directores favoritos (¡°todas sus primeras peli?culas me gustan, y del resurgimiento que esta? disfrutando ahora me quedo con su capacidad de manejar grandes elencos¡±). La idea era hablar de cine, buscar un proyecto en comu?n. ¡°Charlamos durante horas, pero de todo menos de eso¡±, rememora de aquella visita a la casa del realizador en Londres. ¡±Nos quedamos hablando de espiritualidad, de religio?n... Incluso al cabo de un rato, llegaron sus hijas para la cena y le dije: ¡®?Quieres que otro di?a hablemos de cine?¡¯. E?l dijo: ¡®Si?, si?, lo haremos en un rato¡±.
La conversacio?n derivo?, de nuevo, a Cartier. ¡°Me pregunto? co?mo habi?a acabado de embajador en sus filas. Le dije: ¡®Es que me gusta, creo que no hay una marca ma?s elegante¡¯. E?l, que siempre se toma su tiempo para responder, se quedo? mirando al cielo, pensa?ndoselo, da?ndole caladas al cigarro, y al rato se volvio? a mi? y dijo: ¡®Pues no, yo creo que no la hay¡±. El proyecto que ha reunido a Malek y Ritchie es, precisamente, una peli?cula para la maison.
La obra, estrenada en enero, es un cortometraje que celebra la nueva versio?n del Tank Franc?aise, el cla?sico ma?s vanguardista de la firma, cuyo espi?ritu, dicen sus responsables, no anda tan alejado del alma parisiense que dio luz a la nouvelle vague. Esta nueva versio?n del reloj, prosiguen, evoluciona sin perder la elegancia. En la pantalla, Malek comparte escena con Catherine Deneuve (¡°?vaya momento indeleble para un actor amante del cine!¡±, se maravilla), Ritchie mueve la ca?mara a lo largo y ancho del legendario puente Alexandre III y el padre del inte?rprete, difunto desde 2006, solo podri?a emocionarse de ver a su hijo tan bien armado por la misma marca del encendedor al que e?l se aferraba para empezar con dignidad una nueva vida en Estados Unidos.
?Siente que ha cumplido su suen?o de trabajar con Ritchie? ¡°Me pasa una cosa con cada nuevo trabajo¡±, admite. ¡°Desde el primero que tuve, que fue en The Pacific [2010], la serie de [Steven] Spielberg y [Tom] Hanks: recuerdo llegar a ese set y pensar: ¡®Es que nada puede ser mejor que esto. Yo ya estoy servido¡¯. Luego trabaje? con Paul Thomas Anderson [Malek tiene un pequen?o papel en The Master, de 2012] y senti? lo mismo. Y luego llego? Mr. Robot, que me dio un papel ico?nico tan pronto y a Sam [Esmail, director de la serie y tambie?n hijo de inmigrantes egipcios], que ya es parte de mi familia, es mi hermano. Por cierto, Mr. Robot tiene muchos fans en Espan?a: ma?ndales un saludo¡±. Hecho. ¡°El caso es que me pellizco en cada rodaje que piso para recordarme que esto es real y que, si esto es todo lo que hay, esta? bien. Me quedari?a feliz. Y quie?n sabe lo que hay por venir¡±.
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