Por tu culpa tengo miedo de perderte
Una forma muy entretenida de leer el mundo es a trav¨¦s del pulso instituciones debilitadas e individuos empoderados
Anne Boyer dimiti¨® a mediados de noviembre y Anne Boyer ya era una brillante poeta y ensayista pero nadie ha dimitido como dimiti¨® del puesto de periodista de poes¨ªa de The New York Times (?cu¨¢nto se gana como periodista de poes¨ªa de The New York Times?) una buena ma?ana de noviembre, con una carta en Substack de 238 palabras, acusando a su peri¨®dico de ...
Anne Boyer dimiti¨® a mediados de noviembre y Anne Boyer ya era una brillante poeta y ensayista pero nadie ha dimitido como dimiti¨® del puesto de periodista de poes¨ªa de The New York Times (?cu¨¢nto se gana como periodista de poes¨ªa de The New York Times?) una buena ma?ana de noviembre, con una carta en Substack de 238 palabras, acusando a su peri¨®dico de indiferencia homicida ante los excesos israel¨ªes en Gaza. ¡°No puedo escribir sobre poes¨ªa entre esos tonos racionales que emplean quienes buscan acostumbrarnos a este sufrimiento irracional¡±, le gru?¨ªa a sus jefes. ¡°Ya est¨¢ bien de eufemismos macabros. Ya est¨¢ bien de infiernos desinfectados. Ya est¨¢ bien de mentiras belicistas¡±.
Hab¨ªa entre dos p¨¢rrafos de esa carta esta joya: ¡°Nuestro statu quo es la expresi¨®n personal y, por tanto, a veces la forma de protesta m¨¢s efectiva de un artistas es simplemente negarse¡±. El mundo en esa idea. El individuo emancipado, en busca de su propio destino; una instituci¨®n de la que un d¨ªa emanaba poder pero que es incapaz de detener a ese individuo; la expresi¨®n personal como arma entre lo uno y lo otro. Hace ya que Anne Boyer es leyenda, tiene un Pulitzer por el libro en el que describe su c¨¢ncer y la quimioterapia que la hundi¨® y la salv¨®; ahora Anne Boyer, hero¨ªna en redes por un d¨ªa por su acci¨®n, es un adalid de la era de la personalidad.
El trato con las instituciones era, en su d¨ªa, directo, llano y t¨ªpicamente sadomasoquista: te dejabas pasar por su rodillo, hac¨ªas tuyas sus normas y sus intereses, te esforzabas por resultarles ¨²tiles y ellas, a cambio, ofrec¨ªan protecci¨®n y, en casos puntuales, compart¨ªan parte de de su poder. Dec¨ªa Deleuze que el s¨¢dico, el dominante, el que controla el flujo de dolor, es quien tiene necesidad de institucionalizar las cosas; que el masoquista, el dominado, la tiene de contratos. ¡°El s¨¢dico piensa en t¨¦rminos de posesi¨®n instituida y el masoquista, en t¨¦rminos de alianzas contra¨ªdas. La posesi¨®n es la locura propia del sadismo; el pacto, la del masoquismo¡±.
Pero las instituciones no son lo que eran desde que en 2008 vimos que la banca pod¨ªa hundirse y que las dem¨¢s tampoco eran mucho m¨¢s fuertes. En una fiesta, el polit¨®logo Pablo Sim¨®n me lo explic¨® as¨ª: ¡°Perdimos la fe en los cuerpos intermedios que vertebraban nuestra manera de concebir el mundo ¨Clos partidos, las ideolog¨ªas, las iglesias, los sindicatos, la prensa¨C y buscamos religiones sustitutorias, elementos que nos permitan darle un sentido¡±. (le he pedido que rehaga la frase para esta columna) (no voy por las fiestas anotando lo que me dice la gente) (en la fiesta habl¨¢bamos del auge del hor¨®scopo: ¡°?Qu¨¦ puede haber m¨¢s individualizado que el hor¨®scopo, ver qu¨¦ te va a pasar y c¨®mo te engarzas en el mundo?¡±).
La tensi¨®n entre las personalidades empoderadas y las instituciones debilitadas es una forma muy entretenida de leer el mundo. Tenemos por un lado al individuo desprotegido por los partidos, las ideolog¨ªas, las iglesias, los sindicatos y la prensa; el individuo que, por tanto, prioriza sus intereses personales sin mucho poder para realizarlos. Lo vemos en redes, eterno refugio del despose¨ªdo: a quien no le gustan las portadas que hacen los editores de prensa, se hace su propia burbuja en Twitter; al que no le gusta Twitter, que vaya a BlueSky, a Mastodon, a Threads. Y lo vemos fuiera de las redes: los votantes de unas elecciones democr¨¢ticamente ganadas, por ejemplo, pueden convertirse en c¨®mplices de una dictadura, si estiramos hasta la parodia esta l¨®gica de David contra Goliat. Todo lo que no vele por tus intereses es susceptible de ser una instituci¨®n.
Y tenemos por otro lado algunas instituciones con cierto poder y ning¨²n control sobre los individuos a los que necesita dominar, incapaces de resultar tan seductoras como la realizaci¨®n individual. Algunas capean el trauma como pueden, compensando el desnivel dirigi¨¦ndose a un individuo emancipado. Otras, mientras, hacen lo contrario y alimentan una est¨¦tica muy de estos d¨ªas, una de s¨¢dicos hu¨¦rfanos de mecanismos de dominaci¨®n, cretinos y tiranos debilitados y estupefactos que intentan retener credibilidad, votantes, contribuyentes y creyentes sin perder su condici¨®n de s¨¢dicos; esgrimiendo una idea tan est¨²pida y tan boba, tan haber confundido la lealtad con la posesi¨®n, como: es culpa tuya que ahora tenga miedo de perderte.
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