Cuando el destape fue m¨¢s que tetas y ¡®manolos¡¯: c¨®mo redescubrir el cine m¨¢s denostado de Espa?a
El cine er¨®tico de la Transici¨®n va m¨¢s all¨¢ de un pa¨ªs que sal¨ªa de una dictadura y quer¨ªa ver carne: en ¨¦l se filtraron reivindicaciones y defensas de temas como el aborto o la homosexualidad que solo hoy cobran sentido
En agosto de 1974, escondido bajo el seud¨®nimo de Sixto C¨¢mara, Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n firm¨® en la revista Triunfo una columna en defensa del destape. En ella comparaba el descubrimiento de unos textos marxistas en una librer¨ªa esa misma semana con los primeros escotes lucidos por Roc¨ªo Jurado: en el fondo, ambos ejemplos respond¨ªan a la misma ansia de expandir los l¨ªmites de lo que la dictadura, entonces ag¨®nica, permit¨ªa hacer,...
En agosto de 1974, escondido bajo el seud¨®nimo de Sixto C¨¢mara, Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n firm¨® en la revista Triunfo una columna en defensa del destape. En ella comparaba el descubrimiento de unos textos marxistas en una librer¨ªa esa misma semana con los primeros escotes lucidos por Roc¨ªo Jurado: en el fondo, ambos ejemplos respond¨ªan a la misma ansia de expandir los l¨ªmites de lo que la dictadura, entonces ag¨®nica, permit¨ªa hacer, leer, vestir o ver. ¡°Yo pensaba: ¡®?Ser¨¢ posible? ?Por fin sobrevolamos las ruinas de nuestros reprimidos pudores?. Luego alguien ha dicho que nuestra sociedad no est¨¢ preparada. Maldita sea. En este pa¨ªs, en cuanto alguien se ha hecho alguna ilusi¨®n evolutiva ha salido el soci¨®logo de turno diciendo que la sociedad no estaba preparada¡±. Se trata de uno de los primeros usos del t¨¦rmino destape, aunque com¨²nmente se acepta que el concepto se origin¨® en el programa de ?ngel Casas en Radio Barcelona. Destape se refiere a toda una ¨¦poca, pero sobre todo a un tipo de cine que m¨¢s tarde mut¨® en espa?olada y del que hasta hace muy poco ya nadie quer¨ªa hablar.
Al comienzo de Manolo, la nuit (1973), una de las pel¨ªculas m¨¢s significativas de las agrupadas bajo el complejo manto del destape, una voz en off nos presenta a ¡°ese colosal producto, el racial celt¨ªbero espa?ol que en este caso se llama Manolo¡±, un Alfredo Landa que se pasea orgulloso ante la enardecida mirada de turistas suecas y alemanas. Ese hombre bajito, peludo, torpe y dicharachero, obsesionado con trascender algunos l¨ªmites de la familia tradicional (conservando siempre su rol hegem¨®nico en ella), era el modelo libidinal de finales del franquismo. Arribista y orgulloso, el personaje estandarizado se enfrentaba por la v¨ªa c¨®mica a sus propios complejos. El propio Landa, Fernando Esteso o Andr¨¦s Pajares personificaron el estereotipo hasta auparlo como un icono del aperturismo espa?ol que caracteriz¨® la ligereza moral premeditada de los ¨²ltimos a?os del franquismo.
Se trataba de hombres de clase media-baja que sol¨ªan impostar sibaritismo, acomplejados por su juzgada situaci¨®n de inferioridad, cultural y corporal, respecto al resto de hombres europeos, presuntamente m¨¢s formados, educados y, por qu¨¦ no, m¨¢s guapos. El ¨¦xito de pel¨ªculas como Manolo, la nuit consist¨ªa justamente en la afirmaci¨®n de estos estereotipos por la v¨ªa c¨®mica y par¨®dica, que no solo era una forma de evitar la posible censura, sino de restar gravedad al complejo.
Y no eran precisamente galanes, sino ga?anes. Obsesionados con la posibilidad del sexo fuera del matrimonio, un privilegio que a la vez les negaban a sus mujeres (en Manolo, la nuit el protagonista intenta denunciar por la v¨ªa penal a su mujer al creerla ad¨²ltera), en el macho ib¨¦rico reconocemos una tensi¨®n, inherente a un pa¨ªs en tr¨¢nsito, entre libertad y control. Una voluntad de autoafirmaci¨®n conduce a los machos ib¨¦ricos a utilizar a las mujeres a su antojo. Parece, en el cine del destape, que la libertad que se convoca siga una trama escalonada, a la que las mujeres solo podr¨¢n acceder una vez los machos ib¨¦ricos hayan quedado desacomplejados. Las encargadas de desacomplejar al macho ib¨¦rico eran las suecas, mujeres venidas de otra latitud, pero sobre todo de otro tiempo, que, si bien representaban aspiraciones de modernidad, no dejaban de ser vistas como algo ajeno. Las actrices del destape tuvieron que asumir r¨¢pidamente esa posici¨®n, afirmarse as¨ª en la conquista de la libertad, intentando, como Nadiuska, ser singulares en una narrativa que las reduc¨ªa a todas a una abstracci¨®n sexual.
¡°Algunos de los debates m¨¢s importantes a los que se enfrentaba la sociedad espa?ola, como el divorcio, el aborto, las libertades de gais y de lesbianas, se plantearon desde estas pel¨ªculas con audiencia masiva¡±Alejandro Melero
Si los personajes masculinos, protagonistas indiscutibles de estas cintas, asum¨ªan cierta complejidad psicol¨®gica (a pesar de lo simple del modelo), ?qu¨¦ ocurr¨ªa con ellas? ?Eran las mujeres del destape simples objetos de deseo o gozaban de cierta autonom¨ªa sexual? El debate en torno a la efectividad pol¨ªtica y los aspectos positivos del destape parece estar clausurado hace tiempo: vistas hoy, algunas pel¨ªculas de la ¨¦poca destilan una sonrojante mezcla de machismo, racismo y homofobia. Sin embargo, ?c¨®mo renegar de un episodio cultural tan importante para nuestra historia contempor¨¢nea? Es cierto que el fen¨®meno no es espec¨ªficamente espa?ol ¡ªen Australia, Italia o Brasil encontramos producciones semejantes, como se?ala Natalia Ardanaz, doctora en historia contempor¨¢nea con una tesis sobre las lecturas de g¨¦nero del destape, y que prepara un libro sobre el tema¡ª, pero la efervescencia que, de un d¨ªa para otro, produjo el destape en Espa?a no tiene comparaci¨®n alguna. La integraci¨®n de sus elementos en el imaginario colectivo en torno al cine espa?ol ¡ªrecordemos la saga Torrente (1998-2014), pero tambi¨¦n pel¨ªculas como Desde que amanece, apetece (2006)¡ª y su posterior disoluci¨®n, solo convocada por personajes como Luis Rubiales, dan cuenta de ello.
Tras a?os de silencio, en los que la sombra de la espa?olada apuntaba a cada producci¨®n patria que no se sometiera a una posible internacionalizaci¨®n, el destape vuelve a producir inter¨¦s, si bien meramente historiogr¨¢fico. Todos conocemos sus limitaciones y defectos, pero ?tiene algo reivindicable? Por supuesto, ah¨ª est¨¢n las pel¨ªculas de Eloy de la Iglesia o las de Pedro Olea, que exploran sin tapujos la homosexualidad masculina ¡ªcomo Los placeres ocultos (1977) o Juego de amor prohibido (1975), ambas del primero¡ª o aspectos m¨¢s perversos, pero igualmente disidentes, del deseo masculino, como No es bueno que el hombre est¨¦ solo (1973), de Olea, en la que Jos¨¦ Luis L¨®pez V¨¢zquez vive con una mu?eca a la que trata como esposa.
En el destape podr¨ªamos encuadrar tambi¨¦n Me siento extra?a (1977), que recoge una de las primeras escenas de sexo l¨¦sbico ¡ªen este caso, entre Roc¨ªo Durcal y B¨¢rbara Rey¡ª de nuestro cine. Sin embargo, al no encajar en el marco de las comedias sexuales, estas pel¨ªculas suelen quedar fuera de la conversaci¨®n. En el caso de Eloy de la Iglesia, la falta de desnudos parece tambi¨¦n deslegitimar su papel en el conjunto, porque el t¨¦rmino hace referencia a las partes m¨¢s superficiales de la sexualidad, asociadas tem¨¢ticamente a la comedia.
Es la comedia el g¨¦nero por excelencia del destape, y es en ese marco, que posibilita la ligereza en la representaci¨®n, donde los desnudos femeninos o los personajes LGTBIQ+ abundan: en Los bingueros (1979), Pajares y Esteso se travisten y acaban recibiendo una paliza en la calle. A pesar de la ridiculizaci¨®n de la homosexualidad y la transexualidad, la pel¨ªcula es testimonio, quiz¨¢s de forma ingenua, de la imposibilidad de vivir una sexualidad disidente en la v¨ªa p¨²blica. Alejandro Melero, autor del libro Placeres ocultos. Gays y lesbianas en el cine espa?ol de la transici¨®n (Notorious Ediciones, 2008), reconoce que ¡°la otredad sexual ha sido y es material muy jugoso para la comedia, siempre reflejando las ansiedades y los paradigmas de cada ¨¦poca. Con los cambios de modelos de masculinidad, estos patrones se adaptan, pero no desaparecen¡±.
¡°El feminismo rechaz¨® totalmente el fen¨®meno del destape cuando surgi¨®. Siempre consider¨® que era hacer uso y abuso de la mujer, vieron en esa representaci¨®n a la mujer objeto. En ese momento no se entendi¨® que el cuerpo desnudo podr¨ªa ser un campo de batalla¡±Natalia Ardanaz
Si las pel¨ªculas de De la Iglesia cosechaban un ¨¦xito moderado en la taquilla, las de Mariano Ozores, de bajo presupuesto y ritmo de producci¨®n acelerado, eran todo un fen¨®meno de masas. Desde el 1 de marzo de 1975, el c¨®digo de censura permiti¨® el desnudo siempre que estuviera ¡°justificado¡± en el guion. Para 1978, la mitad de las pel¨ªculas producidas en Espa?a llevaban el sello S, importaci¨®n patria de la marca X. Las pel¨ªculas se adaptaban bien a la conversaci¨®n colectiva de la ¨¦poca: ¡°Algunos de los debates m¨¢s importantes a los que se enfrentaba la sociedad espa?ola, como el divorcio, el aborto, las libertades de gais y de lesbianas, se plantearon desde estas pel¨ªculas con audiencia masiva¡±, recuerda Melero.
Este verano, el alegato de Eva Amaral, a pecho descubierto en el festival Sonorama, record¨® a una de las mujeres que siempre ha defendido su papel en el destape: Susana Estrada. En el documental Susana y el sexo (2021), producido por RTVE, Estrada habla abiertamente del desprecio que sufri¨® en los primeros ochenta: no solo 14 procesos penales que la acusaban de agitar el ¡°esc¨¢ndalo p¨²blico¡±, sino amenazas de muerte por parte de grupos de extrema derecha (al grito de ¡°?Viva Cristo Rey!¡±) y una nula comprensi¨®n del movimiento feminista, que por entonces juzg¨® el papel de Estrada, Mar¨ªa Jos¨¦ Cantudo, Claudia Gravy o Nadiuska como un escollo en la lucha por la liberaci¨®n de la mujer, pues, cre¨ªan, las somet¨ªa de nuevo a la objetualizaci¨®n por parte de los hombres.
¡°El feminismo rechaz¨® totalmente el fen¨®meno del destape cuando surgi¨®. Siempre consider¨® que era hacer uso y abuso de la mujer, vieron en esa representaci¨®n a la mujer objeto. En ese momento no se entendi¨® que el cuerpo desnudo podr¨ªa ser un campo de batalla¡±, reconoce Natalia Ardanaz. Estrada, Gravy o Eva Lyberten siempre han defendido el peso hist¨®rico de sus desnudos, a pesar del escarnio p¨²blico y el desprecio social. En el documental Mujeres sin censura (2021), dirigido por Eva Vizcarra, las actrices recuerdan los abusos de poder y agresiones sexuales cometidas por el productor Ignacio Ferr¨¦s Iquino. En ese contexto, por entonces p¨²blicamente ignorado, sus desnudos supon¨ªan una transgresi¨®n hoy naturalizada. El enigma Nadiuska, la serie que Valeria Vegas ha dedicado recientemente a la actriz m¨¢s ic¨®nica del destape, profundiza en los abusos de poder llevados a cabo por su manager Dami¨¢n Rabal, que redibujan el mito del juguete roto que acompa?a a la olvidada actriz desde hace d¨¦cadas. ?C¨®mo ¨ªbamos a olvidar el destape? Su estudio supone, en muchos casos, un ejercicio leve de justicia reparativa, un alegato contra aquellos que censuran la aventura de observar el pasado con los ojos de hoy.
Los avances que traen consigo los cambios en materia de derechos sociales sirven para identificar y discernir el humor anacr¨®nico, que muchas veces hace de ese ¡°no entender los tiempos¡± el propio conflicto narrativo, como en el caso de la estrenada este a?o Como Dios manda, de Paz Jim¨¦nez, pel¨ªcula heredera de un landismo corregido y madurado. Si hoy podemos tener un debate sosegado en torno al destape, e incluso recuperar y aupar algunas de sus figuras, es porque sabemos que, aunque con excepciones, su tiempo se ha clausurado. ¡°No es muy diferente a lo que ha pasado recientemente con la copla¡±, subraya Alejandro Melero. Se trata de una recuperaci¨®n que en ning¨²n caso supone un giro nost¨¢lgico, pues el camino de la cr¨ªtica colectiva, que nos ha ayudado a reconocer todos los estereotipos que en aquellas pel¨ªculas se pon¨ªan en juego, ya est¨¢ recorrido.
El inter¨¦s por el destape es creciente, y el revisionismo de algunas de sus figuras (como ilustra el Goya de Honor a Mariano Ozores, o los sucesivos cameos de Pajares y Esteso en series como La que se avecina o Paquita Salas) obedecen, en palabras de Ardanaz, ¡°m¨¢s que a justicia hist¨®rica, a un morbo comercial¡±. Frente a la gravedad impostada de algunas producciones patrias, conviene recordar la ligereza amateur de ciertas pel¨ªculas del destape. Pero solo una ampliaci¨®n de lo que entendemos como tal, que incluya sus propias disidencias, podr¨¢ quitarle el polvo a un concepto tan controvertido. En las pel¨ªculas m¨¢s destacadas del destape reconocemos a un pa¨ªs obsesionado con sus propios complejos. Algo parecido le ha ocurrido, en el largo camino recorrido desde la Transici¨®n, al cine espa?ol, obsesionado a partir de los primeros ochenta por cumplir ciertos criterios de calidad importados. Es f¨¢cil renegar del destape. Sin embargo, el consenso social que existe en torno a la inutilidad de volver a dichas pel¨ªculas desde una posici¨®n neutral y acr¨ªtica lo eleva como fen¨®meno est¨¦tico y social. En ese sentido, aquellas pel¨ªculas, sin intenci¨®n alguna, politizaron la mirada de generaciones enteras.
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