El caso de Nicolas Cage, la gran estrella de Hollywood que triunf¨® de nuevo gracias a la serie B
Con ¡®Longlegs¡¯, donde apenas sale un cuarto de hora, ha logrado una de sus caracterizaciones m¨¢s estremecedoras hasta la fecha. Su aparici¨®n en el taquillazo de terror del a?o tambi¨¦n supone su golpe definitivo para probar a la industria que es rentable haciendo lo que mejor sabe: un g¨¦nero de s¨ª mismo
A Nicolas Cage le han bastado apenas 15 inquietantes minutos en pantalla para probar que vuelve a ser un im¨¢n para la taquilla. Longlegs, que se perfila como la pel¨ªcula de terror m¨¢s comentada de este a?o, cost¨® unos 10 millones de d¨®lares y en solo dos semanas ya ha superado los 50 millones de recaudaci¨®n. A Espa?a llega el 2 de agosto. Ocultar al andr¨®gino asesino en serie que interpreta Cage ha sido clave para su ¨¦xito promocional. Un brev¨ªsimo plano cercenado en el pr¨®logo y dosificar al m¨¢ximo su aparici¨®n (no lo vemos hasta mitad de metraje) alimentan la m¨ªstica de una cinta dise?ada para incomodar y fomentar inflamados debates en internet. Y, sobre todo, para reinsertar a sus 60 a?os en la industria a uno de los int¨¦rpretes con una de las trayectorias m¨¢s err¨¢ticas de Hollywood.
El impacto de su presencia ha generado opiniones de todo calado. La m¨¢s incisiva, la descripci¨®n de la cr¨ªtica Jeannette Catsoulis, de The New York Times: ¡°Por momentos parece una amalgama bizarra entre Tootsie y Buffalo Bill [el psic¨®pata trans de El silencio de los corderos]¡±. Lo cierto es que Longlegs es abiertamente deudora del cl¨¢sico de Jodie Foster de 1992, tambi¨¦n con una agente novata del FBI (en esta ocasi¨®n, Maika Monroe) a la caza de un asesino en serie con el que se estrechan los hilos personales a medida que avanza la historia. Si con El silencio de los corderos los activistas gais protestaron incluso a las puertas de los Oscar para denunciar la transfobia que trasluc¨ªa aquel personaje, en esta ocasi¨®n esa controversia se desinfla r¨¢pido. Como escribe la analista trans Samantha Allen en la publicaci¨®n queer Them: ¡°Es importante recordar que el cine puede jugar con im¨¢genes [en este caso, de una figura aparentemente trans] sin respaldarlas y que puede utilizar viejos tropos de g¨¦nero para contar nuevas historias subversivas¡±. Si tenemos presente que el director de Longlegs, Oz Perkins, es el hijo de Anthony Perkins, la pol¨¦mica queda saldada: el protagonista de Psicosis muri¨® v¨ªctima de SIDA tras llevar una doble vida gay en connivencia con su propia esposa.
Lo que queda abierto es hacia d¨®nde llevar¨¢ este resurgimiento a Nicolas Cage, un actor que ha hecho de su propio m¨¦todo una manera entender el cine y la vida. Ya es un g¨¦nero en s¨ª mismo. Durante la promoci¨®n de Mandy (2018), la alucinada ¨®pera black metal de Panos Cosmatos que puso la primera piedra para el renovado culto a Cage, el propio int¨¦rprete describ¨ªa a The New York Times su m¨¦todo actoral como ¡°kabuki occidental¡¯, que significa ¡®vamos hasta el final¡¯; o ¡®nouveau shamanic¡¯, que supone aumentar mi imaginaci¨®n para llegar a la actuaci¨®n sin sentir que estoy fingiendo¡±. En cada papel se alimenta de m¨²ltiples matices extra¨ªdos de una vasta cultura cinematogr¨¢fica que comenz¨® cuando su padre, August Coppola, profesor de literatura comparada (y hermano ilustrado de Francis Ford Coppola), lo sentaba de ni?o a ver cine expresionista alem¨¢n. Para componer el tipo que se cree chupasangres en Besos de vampiro (1989), una comedia no tan tonta elevada hoy a cinta de culto, mezcl¨® el acento del noreste estadounidense de su progenitor con gestos del Nosferatu encarnado por Max Schreck. Tambi¨¦n insisti¨® en comerse una cucaracha viva. Para Arizona baby (1987), de los hermanos Coen, busc¨® la gestualidad del P¨¢jaro Loco. En Mandy esnifa polvo de ¨¢ngel y clava los ojos en c¨¢mara imitando a su admirado Bruce Lee.
El psic¨®pata de Longlegs se presenta como una proyecci¨®n inquietante de lo que podr¨ªa ser hoy Marc Bolan si siguiera vivo (las canciones y letras de T. Rex juegan un rol esencial en la pel¨ªcula): un quedado del glam rock que sobrevivi¨® tambi¨¦n a una chapucera cirug¨ªa pl¨¢stica. Pero lo cierto es que, con esta caracterizaci¨®n, su chamanismo interpretativo cubre una deuda personal. Cage se inspira en su madre, la excore¨®grafa Joy Vogelsang, fallecida en 2021 tras toda una vida luchando contra la depresi¨®n y la esquizofrenia. Sus progenitores se divorciaron cuando Nicolas Kim Coppola contaba 12 a?os. El apellido Cage lo tomar¨ªa posteriormente del superh¨¦roe negro de Marvel Luke Cage, para despojarse del dedo acusador del nepotismo. En sus visitas a la cl¨ªnica en la que estaba internada su madre, se quedaba embobado mir¨¢ndola hablar con las paredes. Con los a?os, ha confesado, le ha servido como ¡°una inspiraci¨®n surrealista¡±.
La trayectoria de Cage, con casi 130 pel¨ªculas a sus espaldas, resulta insondable. Tras esquivar la condici¨®n de ligoncete que Hollywood le ten¨ªa reservada, apost¨® por equilibrar sus apariciones comerciales con proyectos m¨¢s de autor junto a los Coen o David Lynch (Coraz¨®n salvaje, 1990). Gracias al alcoh¨®lico que toca fondo en Leaving Las Vegas (1995), se hizo con el Oscar. Al igual que su director Mike Figgis. En marzo de 2024, ambos confesaban a The Hollywood Reporter no haber cobrado nunca sus honorarios por aquella peli indie que cost¨® menos de 4 millones de d¨®lares para romper la taquilla. Poco importa. A Cage le basta con lo que le trajo despu¨¦s. El productor Jerry Bruckheimer lo llam¨® para protagonizar La roca (1996), convirti¨¦ndolo en el h¨¦roe de acci¨®n m¨¢s inesperado de fin de siglo. Taquillazos testoster¨®nicos como Con Air (1997) o Cara a cara (1997) dispararon su cach¨¦ y cimentaron el camino hacia la (auto)parodia.
En paralelo creci¨® el otro Nicolas Cage, el icono esquivo, extravagante y manirroto. El seductor que acumulaba ligues y matrimonios; cinco hasta la fecha, que incluyen a Patricia Arquette y Lisa Marie Presley. El ¨²ltimo, con la japonesa Riko Shibata, 31 a?os menor que ¨¦l. Ella le ha dado su primera ni?a, de apenas dos a?os. Su hijo mayor, Weston, arrastra un largo historial de des¨®rdenes mentales y fue noticia recientemente por atacar en pleno brote a su madre, Christina Fulton. El mediano se llama Kal-El en homenaje a Superman, rol que Cage siempre ansi¨® y que a punto estuvo de encarnar en una versi¨®n frustrada de Tim Burton. El actor, que a pesar del apellido Coppola creci¨® con una econom¨ªa familiar modesta, se?al¨® como una de sus mejores inversiones la adquisici¨®n del n¨²mero uno de Action Comics, donde hac¨ªa su primera aparici¨®n el superh¨¦roe de Krypton. Le cost¨® 150.000 d¨®lares. Lo tuvo que vender tiempo despu¨¦s por dos millones, cuando comenzaron sus problemas financieros.
Tras a?os de adquisiciones a lo loco, se encontr¨® al borde de la bancarrota. En 2009 se vio acosado por las deudas, incluidos 14 millones en impuestos atrasados que le reclamaba el fisco. Sus propiedades por entonces inclu¨ªan dos castillos (uno en Alemania y otro en Inglaterra), una isla en las Bahamas y una de las casas encantadas m¨¢s famosas de Nueva Orleans, la mansi¨®n LaLaurie. Su colecci¨®n de 20 coches cl¨¢sicos inclu¨ªa un Lamborghini que hab¨ªa pertenecido al Shah de Ir¨¢n. Coleccionaba animales ex¨®ticos, entre los que destacaban dos cobras reales albinas y una serpiente de dos cabezas por la que desembols¨® 80.000 d¨®lares para acabar don¨¢ndola a un zoo. Incluso le hab¨ªa levantado en 2007 en una subasta a Leonardo DiCaprio por 276.000 d¨®lares un cr¨¢neo de Tyrannosaurus que le reclam¨® el gobierno de Mongolia (y por el que nunca recuperar¨ªa el dinero). Al golpe de la crisis financiera de 2008 se le sum¨® el de la muerte de su padre. Por entonces, Cage tambi¨¦n gastaba 20.000 d¨®lares al mes para mantener a su madre cuidada fuera de instituciones mentales.
Para colmo, el fracaso en taquilla de tres de sus estrenos seguidos (El aprendiz de brujo, Furia ciega y Ghost Rider: Esp¨ªritu de venganza) despert¨® los recelos de Hollywood: Nicolas Cage ya no era rentable. La d¨¦cada de los 10 se convertir¨ªa en una larga traves¨ªa por el desierto de los estrenos directos en plataformas de v¨ªdeo bajo demanda, encadenando trabajos alimenticios con los que saldar su agujero financiero. Algo que, seg¨²n confesaba a GQ, no logr¨® hasta finales de 2020. Y lo hizo, precisamente, tras cobrar el cheque por rodar El insoportable peso de un talento descomunal (2022), descacharrada comedia metaficticia de acci¨®n donde se caricaturiza a s¨ª mismo, a ese actor llamado Nicolas Cage, endeudado y con una carrera en decadencia que acepta un mill¨®n de d¨®lares para amenizarle un cumplea?os a un millonario (Pedro Pascal) y que acaba reclutado por la CIA. El filme est¨¢ plagado de autorreferencias en las que Cage se r¨ªe de s¨ª mismo y de algunos de sus momentazos actorales pero, sobre todo, de la industria que casi acaba con ¨¦l.
Precisamente en aquellos a?os en los que hab¨ªa tocado fondo, Cage hizo lo que los famosos dicen que nunca hacen: googlear su nombre. Tras haberse mantenido premeditadamente fuera del universo de las redes sociales (para fomentar el mismo aura que sus admirados int¨¦rpretes de la era dorada, como Cagney, Bogart o Brando, dice), se encontr¨® frente a un espejo digital que le devolv¨ªa una imagen de s¨ª mismo que no esperaba. Se hab¨ªa convertido en un meme con patas, en el perfecto gif con cara de desquiciado. El v¨ªdeo titulado Nicolas Cage losing his shit (A Nicolas Cage se le va la olla) recog¨ªa destacados momentos en los que a algunos de sus m¨¢s memorables personajes, efectivamente, se les va la olla. Hoy hay incontables remixes online.
Tras a?os de frustraci¨®n por esta descontextualizaci¨®n de sus interpretaciones, lo encar¨® con gran sentido del humor y del autohomenaje haciendo lo que mejor sabe hacer: reivindicarse como un g¨¦nero en s¨ª mismo. Perfeccion¨® la f¨®rmula con Dream scenario (2023), notable comedia surrealista donde encarna a un anodino profesor universitario que ve su existencia encumbrada y arruinada por aparecer inexplicablemente en los sue?os de todo el mundo. Una met¨¢fora sobre la fama viral que, seg¨²n confesaba este mismo mes en The New Yorker, serv¨ªa de respuesta a todo el proceso de memificaci¨®n que ha vivido en sus propias carnes. ¡°Empec¨¦ muy joven, y quer¨ªa hacer ruido, crearme una especie de aura punk rock. Algunos de mis papeles han contribuido a esta mitolog¨ªa o la han agravado. Cuando me apunt¨¦ a esto de actuar no exist¨ªa internet. No hab¨ªa m¨®viles con c¨¢maras. No imaginaba que acabar¨ªa siendo un meme, est¨¢ fuera de mi control¡±, se lamentaba ante Susan Orlean, la escritora de El ladr¨®n de orqu¨ªdeas, el libro en el que se bas¨® Adaptation (2002), de Spike Konze, que le vali¨® a Cage su segunda nominaci¨®n al Oscar.
Frente al Nicolas Cage dinamitero, memificado o resucitado v¨ªa producciones indie, en sus contadas entrevistas recientes ¨¦l pone en valor al Nicolas Cage que dif¨ªcilmente veremos: el hogare?o. El que estudi¨® filosof¨ªa y se form¨® bajo la influencia esot¨¦rica de William Blake, Jakob B?hme, Dion Fortune, Paracelso o Ralph Waldo Emerson. El que se encierra para hacer maratones de Bergman o Tarkovski, releer a Murakami o Herman Hesse y escuchar a Stockhausen. El que madruga para correr en la cinta el¨ªptica y hace meditaci¨®n, a ser posible, tres veces al d¨ªa. O, simplemente, el que deja pasar las horas contemplando su acuario. Una imagen que dista mucho de sus pasadas de rosca en pantalla y que contribu¨ªa a desmentir en una entrevista en GQ en 2022: ¡°A la gente le encanta pensar que soy un chalado, pero lo cierto es que no puedes sobrevivir 43 a?os trabajando en Hollywood o protagonizar m¨¢s de 120 pelis si est¨¢s loco porque, sencillamente, te dejan de llamar¡±.
Siempre ha presumido de aspirar a alcanzar las 150 pel¨ªculas. Aunque recientemente confesaba en Vanity Fair que igual ya ha dicho todo lo que ten¨ªa que decir y que tan solo le quedan tres o cuatro pel¨ªculas por hacer. ¡°Quiero dejarlo en un momento ¨¢lgido. Mi padre muri¨® a los 75 a?os; si ese fuera mi caso, me quedar¨ªan 15 a?os de vida. Ahora lo que quiero es pasar tiempo con mi familia, estoy cimentando ese plan¡±. Susan Orlean le preguntaba en su reciente entrevista para The New Yorker por ese rol so?ado que le queda pendiente: ¡°El Capit¨¢n Nemo. Mi primer amor, antes que mis padres, fue el oc¨¦ano. Nemo ten¨ªa libertad, viv¨ªa en un palacio que adem¨¢s era un submarino y tocaba el ¨®rgano. Para m¨ª, eso es una hermosa vida¡±. ?Y c¨®mo espera que se recuerde el trabajo de toda su vida?, indagaba la escritora. ¡°Creo en el tiempo como un amigo. Muchas de mis pel¨ªculas que fueron objeto de burla han vivido un renacimiento. As¨ª que tengo la esperanza de que el tiempo est¨¦ de mi lado¡±. Ese momento ha resultado ser ahora.
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