¡°Me divert¨ª durante 30 d¨ªas sin gastar dinero¡±: ?es posible un ocio que no se pague?
Las ciudades se han convertido en territorios donde el ocio, el contacto social y el disfrute pasan irremediablemente por pagarlo, pero cada vez m¨¢s voces reivindican el paseo, el juego y la conversaci¨®n como forma de crear una nueva forma de relacionarnos
?Es posible el ocio sin gasto? Muchos suponen que la manera m¨¢s econ¨®mica de socializar es no socializar. Otros no se habr¨¢n hecho nunca esta pregunta. Algunos de los que s¨ª se han planteado esta cuesti¨®n, seguramente, han entrado en Internet en busca de respuestas. Google arroja resultados como ¡°51 planes divertidos para hacer con amigos¡±, ¡°Planes gratis en Madrid, cultura y ocio sin pasar por caja¡±, ¡°C¨®mo divertirse sin dinero¡±.
Chat GPT, perfecto batiburrillo de todas las cosas que aparecen en la web, tiene muy claro lo que alguien debe hacer si quiere divertirse en Madrid, o en otra gran ciudad, sin gastar dinero: convertirse en un turista. La inteligencia artificial propone ¡°caminar por la Gran V¨ªa y admirar la arquitectura mientras se disfruta de una conversaci¨®n¡±, ¡°hacer una ruta de arte urbano por Lavapi¨¦s, descubriendo murales y arte callejero¡±, o ¡°disfrutar de la m¨²sica callejera en la Plaza del Dos de Mayo¡± (esta ¨²ltima sugerencia quiz¨¢ est¨¦ un poco desactualizada).
Existen numerosos v¨ªdeos que documentan retos relacionados con no gastar dinero. El a?o pasado, el youtuber Nil Ojeda mantuvo en vilo a sus millones de seguidores cuando decidi¨® asumir el desaf¨ªo de pasar 21 d¨ªas sin gastar ni un c¨¦ntimo. Al parecer, lo logr¨®. Este verano, el surfista e influencer Guillermo Carracedo acept¨® el reto que le propuso Red Bull: viajar por Europa durante siete d¨ªas sin gastar nada. Seg¨²n el protagonista, las visualizaciones de estos v¨ªdeos triplicaron sus cifras habituales. Entre todos los desaf¨ªos enfocados en el ahorro y la supervivencia econ¨®mica, quiz¨¢ el ¨²nico que falta es: ¡°Me divert¨ª durante 30 d¨ªas sin gastar dinero¡±. ?Un reto imposible?
El escritor y periodista Jorge Dioni, autor de La Espa?a de las piscinas (Arpa, 2021) y El malestar de las ciudades (Arpa, 2023), no termina de comprender del todo el sentido de la pregunta que plantea este reportaje. De hecho, la considera ligeramente absurda: ¡°Vivimos en un mundo capitalista, ?no?¡±, se pregunta por tel¨¦fono. ¡°Aunque ahora su pensamiento no est¨¦ muy de moda, Marx ya explic¨® que la mediaci¨®n entre las personas se realiza a trav¨¦s del dinero y los productos. Uno de los aspectos clave es que todo modelo econ¨®mico y social configura la imaginaci¨®n de las personas; ya no puedes imaginar algo que no est¨¦ dentro de ese modelo¡±.
Esta podr¨ªa ser una de las razones por las que a tantas personas les resulta dif¨ªcil imaginar una vida en la ciudad en la que divertirse sin gastar dinero sea posible. En El malestar de las ciudades, Dioni se?ala que muchos j¨®venes, durante los primeros a?os de la adolescencia, aprenden a divertirse en los centros comerciales, donde comprar se convierte en un juego. Es justamente as¨ª como la autora Jenny Odell retrata su juventud en su ¨²ltimo libro, ?Reconquista tu tiempo! (Ariel, 2024), cuando paseaba con sus amigos por un centro comercial que imitaba ¡°vagamente¡± una ciudad europea, como si fueran ¡°extras aburridos de una pel¨ªcula, deambulando frente a tiendas de cadenas de lujo, un tablero de ajedrez gigante y paredes nuevas pintadas para parecer viejas¡±.
La principal inquietud de Odell es que, en este contexto de consumismo, parece dif¨ªcil encontrar formas aut¨¦nticas de actuar o vivir sin que est¨¦n vinculadas a gastar dinero. Ella desea hacer cosas por el simple hecho de hacerlas, no solo participar en experiencias empaquetadas y vendidas como productos. ¡°Me entra el p¨¢nico ante la posibilidad de ver bloqueadas todas las posibles salidas. Sigo deseando hacer algo en lugar de consumir la experiencia de ello, pero buscando nuevas formas de ser, solo encuentro nuevas formas de gastar¡±, se lamenta.
Jugar en vez de consumir
El mejor ejemplo a nuestro alrededor de que es posible divertirse, y mucho, sin gastar absolutamente nada de dinero, son los ni?os. Los ni?os son pobres, en cierto sentido, no poseen m¨¢s patrimonio que el que cabe en su hucha de cerdito. Sin embargo, nadie se lo pasa mejor que ellos. A fuerza de insistir, Dioni termina reconociendo que, efectivamente, uno de los problemas de la sociedad actual es que ¡°el juego se ha transformado en competici¨®n¡±. Seg¨²n explica, la mayor¨ªa de los juegos de cartas tradicionales estaban dise?ados para no perder mucho dinero. ¡°Pero nuestro modelo hace que la competici¨®n sea m¨¢s relevante, que siempre se busque obtener algo¡±, afirma. ¡°De hecho, en las relaciones sociales se ha introducido el lenguaje empresarial: gestionar las relaciones, pensar qu¨¦ voy a ganar yendo a esta fiesta. Si lo ves as¨ª, vivir¨¢s en una constante frustraci¨®n, porque en realidad la vida es muy poco productiva... al final, te mueres¡±.
Stuart Brown es psiquiatra y fundador del National Institute for Play, conocido por su investigaci¨®n sobre el juego y su impacto en el bienestar humano. Su obra m¨¢s destacada es Play: How it Shapes the Brain, Opens the Imagination, and Invigorates the Soul (en espa?ol, Juego: c¨®mo moldea el cerebro, abre la imaginaci¨®n y revitaliza el alma). A sus 91 a?os, atiende la llamada de esta revista v¨ªa Zoom, mostrando un excelente estado tanto mental como f¨ªsico. Su secreto podr¨ªa estar en que, a¨²n hoy, el doctor Brown afirma seguir jugando cada d¨ªa.
Brown se?ala que el juego es una parte esencial de nuestra vida en todas las etapas, no solo en la infancia. ¡°Aunque es m¨¢s evidente cuando somos peque?os, sigue siendo una parte importante de nuestra identidad como adultos. Sin embargo, la cultura y las tradiciones tienden a minimizar su valor en la adultez, especialmente en entornos urbanos¡±. Brown sugiere que si analizamos lo que realmente divierte a un adulto y d¨®nde encuentra alegr¨ªa, nos damos cuenta de que el juego sigue presente en su naturaleza.
Haciendo un peque?o ejercicio de memoria, cualquiera puede recordar ese momento de la temprana adolescencia en el cual el mundo del patio de colegio se divide en dos categor¨ªas: los ni?os que quieren ser adultos, y los ni?os que siguen siendo ni?os. El primer grupo est¨¢ conformado por aquellos preadolescentes a los que, de repente, les parece absurdo hacer lo que han estado haciendo toda su vida: jugar. Los del segundo grupo, los ¡°ni?os-ni?os¡±, no comprenden bien este cambio de actitud en quienes hasta hace poco eran sus mejores amigos, y que ahora solo aceptar¨ªan jugar a la botella.
?Qu¨¦ sucede ah¨ª?, preguntamos al doctor Brown. ¡°Lo que ocurre es que, al llegar a la adolescencia, un ni?o ya ha tenido padres, profesores y personas famosas a su alrededor que en alg¨²n momento dejaron de jugar para dedicarse a triunfar¡±, responde. Seg¨²n Brown, hay una ¡°fuerte ¨¦tica cultural¡± que define el juego como algo ¡°fr¨ªvolo, una p¨¦rdida de tiempo, y a lo que no se le debe conceder importancia¡±. El investigador aboga por devolver el juego a nuestra cultura, comenzando desde las primeras etapas escolares. ¡°El juego debe ser valorado desde la infancia, y los padres deben preguntarse qui¨¦n es esa personita que ha nacido en su familia y cu¨¢l es su sentido del juego y la diversi¨®n¡±.
Aprender a ¡®pasar el rato¡¯
Para divertirse, a veces no es necesario recurrir a la creatividad y la imaginaci¨®n de una inteligencia artificial, ni siquiera recuperar la capacidad de jugar que se pierde en la infancia. Tal vez, para divertirse solo haga falta saber y poder no hacer nada. Aprender a pasar el rato requiere de un duro entrenamiento. En su libro Gozo (Siruela, 2023), la escritora Azahara Alonso ofrece diez claves sobre lo que, en su opini¨®n, debe tener un a?o sab¨¢tico, que, para empezar, debe estar marcado por ¡°el signo de la inutilidad¡±. El punto n¨²mero ocho de esta lista destaca los beneficios de un a?o de inactividad; uno de ellos es aprender a pasear, o mejor dicho, ¡°desaprender a caminar con prisa¡±. En otro punto del libro, la autora afirma: ¡°Pocas cosas cuestan tanto como no hacer nada en este mundo obsesionado con la productividad¡±.
En Vida contemplativa (Taurus, 2023), el fil¨®sofo surcoreano Byung-Chul Han defiende una existencia marcada por la inactividad y critica especialmente la forma en que se concibe el ocio en la actualidad: ¡°El tiempo libre carece tanto de la intensidad vital como de la contemplaci¨®n. Es un tiempo que matamos para evitar que aparezca el tedio. No es un tiempo realmente libre, vivo, sino un tiempo muerto. Una vida intensa hoy implica, sobre todo, m¨¢s rendimiento o m¨¢s consumo. Hemos olvidado que la inactividad, que no produce nada, constituye una forma intensa y esplendorosa de la vida¡±.
Han sostiene que la verdadera felicidad proviene de lo in¨²til y sin finalidad pr¨¢ctica, de lo que no es productivo: ¡°Andar paseando parsimoniosamente, comparado con caminar, correr o marchar hacia alg¨²n lado, es un lujo. El ceremonial de la inactividad es: hacemos, pero para nada. Este para-nada, esta libertad respecto a la finalidad y a la utilidad, es la esencia de la inactividad, y es la f¨®rmula fundamental de la felicidad¡±.
Por ¨²ltimo, el escritor Jorge Dioni, quien durante la breve conversaci¨®n que mantuvo con esta revista demostr¨® ser un consumado fil¨®sofo pr¨¢ctico, ofrece una salida m¨¢s optimista sobre la cuesti¨®n de divertirse sin gastar dinero, para la cual ni siquiera es necesario salir de casa. ¡°Todo lo que dices me parece muy desalentador¡±, afirma. ¡°Hay muchas cosas que se pueden hacer sin gastar dinero. La actividad m¨¢s divertida del mundo, que es follar, es gratis. Otras actividades que, al menos para m¨ª, son profundamente divertidas, como leer, escribir y hablar con gente, tampoco cuestan dinero. Yo no lo veo tan mal¡±.