Entre la vanidad y la ¡®cronofobia¡¯: ?por qu¨¦ tanta gente lo pasa mal el d¨ªa de su cumplea?os?
Se supone que es un d¨ªa de celebraci¨®n, pero su reverso tiene hasta nombre: el ¡®birthday blues¡¯ es la melancol¨ªa y la tristeza que muchas personas sienten el d¨ªa de su aniversario
Es un cl¨¢sico de Youtube y TikTok, uno de esos contenidos lacrim¨®genos que siempre funcionan: un ni?o cualquiera (siempre estadounidense) da una fiesta de cumplea?os en la que no se presenta nadie, as¨ª que sus padres piden ayuda por redes. Enseguida, su soledad ante la tarta se hace viral y una segunda fiesta multitudinaria re¨²ne al ni?o con amigos, bomberos y polic¨ªas o con estrellas de la NBA. La versi¨®n gamberra de este tipo de videos, que tambi¨¦n ha dado lugar a numerosos memes, consiste en la grabaci¨®n a traici¨®n de un adolescente taciturno mientras asiste molesto a la fiesta de cumplea?os que le han preparado sus parientes. Pero los cumplea?os no son solo cosa de ni?os y adolescentes y es que, casi por sorpresa, contin¨²an inquiet¨¢ndonos y removi¨¦ndonos durante toda nuestra vida. En muchas ocasiones nos despistan y entristecen, o nos ilusionan y entusiasman y, como cualquier ritual, significan un par¨¦ntesis que interrumpe algunas obligaciones productivas y ensancha los pensamientos rutinarios.
La prensa ha llamado birthday blues a la melancol¨ªa y la tristeza (hay quien habla incluso de una depresi¨®n transitoria) que muchas personas sienten el d¨ªa de su cumplea?os. El cumplea?os, vivido en solitario, ofrece una oportunidad para cambiar de h¨¢bitos o para hacer balance; pero tambi¨¦n es una prueba m¨¢s de que mantenemos una relaci¨®n problem¨¢tica con el tiempo y un recordatorio de que, como escribi¨® el poeta ?ngel Gonz¨¢lez con delicadeza, de a?o en a?o nos vamos rompiendo, disolviendo y deshilachando, es decir, de que ¡°para vivir un a?o es necesario morirse muchas veces mucho¡±.
Pero, independientemente de c¨®mo se experimente en la intimidad, el cumplea?os de cualquiera, por poco sociable que sea, es tambi¨¦n un evento que genera expectativas (e ilusi¨®n) entre sus allegados y que da lugar a distintos compromisos que pueden ser dif¨ªciles de gestionar para quien sufra siendo el centro de atenci¨®n. Y ah¨ª surgen nuevas dudas: ?Celebrarlo o no? ?Qu¨¦ importancia le vamos a dar este a?o? Lo cantaba Antonio Vega en Puertas abiertas, un tema, a pesar de todo, optimista, que presenta dos opciones: ¡°pi¨¦nsate bien qu¨¦ vas a hacer / ?una buena juerga o desaparecer?¡±.
Una buena juerga o desaparecer
Quien cumple a?os en d¨ªa laborable suele actuar de inc¨®gnito. Ese d¨ªa, el cumplea?ero se pasea como custodiando un secreto y, a pesar de que las notificaciones se van acumulando en su tel¨¦fono, cumple con sus obligaciones, hace recados y, si acaso, se pregunta para s¨ª mismo, mientras conversa con compa?eros y conocidos, si ¡°eso que le est¨¢ pasando¡± es algo digno de ser contado. En su relato La chica del cumplea?os (2002), Haruki Murakami describe la tarde de una joven que se ve obligada a trabajar como camarera en un restaurante italiano durante su vig¨¦simo cumplea?os. El propietario del negocio es un misterioso anciano que, al enterarse, le concede un deseo. Aunque al final del relato se insin¨²a que el deseo, fuera cual fuera, termin¨® cumpli¨¦ndose, el lector nunca llega a saber lo que pidi¨® la cumplea?era. Sin embargo, el mensaje de Murakami (aficionado a estas fechas, tambi¨¦n edit¨® la antolog¨ªa Birthday Stories, con cuentos de varios autores) est¨¢ claro: el cumplea?os es un buen momento para meditar sobre las cosas que m¨¢s deseamos.
Esa naturaleza trascendente o metaf¨ªsica del cumplea?os es la que asusta a muchas personas. No obstante, nuestra relaci¨®n con ellos (propios y ajenos) no es solo una cuesti¨®n de car¨¢cter. ¡°Existen muchos motivos por los que cumplir a?os puede hacernos sentir mal y var¨ªan no solo entre personas distintas sino tambi¨¦n para la misma persona en diferentes circunstancias¡±, indica la psic¨®loga y terapeuta Elvira Infante. ¡°Ciertamente, las personas introvertidas no se sienten c¨®modas siendo el centro de atenci¨®n, pero no necesariamente se sienten tristes. La tristeza puede venir de circunstancias especiales como el duelo o la ausencia de seres queridos, o tambi¨¦n de las expectativas sobre ese d¨ªa se?alado: la idea de que tiene que ser un d¨ªa especial¡±, contin¨²a la especialista.
En la literatura y el cine es f¨¢cil encontrar obras que recogen estas expectativas, a menudo frustradas, sobre una fecha que esperamos singular. Por ejemplo, en Sixteen Candles (1987), una comedia dirigida por John Hughes, Samantha es una chica cuya familia olvida su diecis¨¦is cumplea?os y en Cumplea?os (2000), el escritor C¨¦sar Aira reflexiona sobre su vida a partir de algo que le parece raro: acaba de cumplir 50 a?os y no ha sucedido nada. Pero durante el cumplea?os no solo se manifiestan las expectativas sobre ese d¨ªa, sino que emergen tambi¨¦n las que se hab¨ªan construido para todo el a?o o las elucubraciones sobre las cosas que se habr¨ªan logrado a determinada edad. ¡°Estas expectativas sobre lo que ya se deber¨ªa haber hecho con determinados a?os pueden convertirse en una carga¡±, contin¨²a Infante. ¡°Donde m¨¢s lo he visto es en mujeres con respecto a la decisi¨®n de ser madres. Es especialmente duro cuando se trata de algo tan deseado, con presi¨®n social, donde el tiempo sigue jugando un papel crucial y que depende de tantos factores, no ¨²nicamente la determinaci¨®n. Pero hay otros aspectos vitales que hacen que nos replanteemos el sentido de tanto esfuerzo, como no haber conseguido estabilidad laboral o una vivienda¡±, explica la psic¨®loga.
Entre tantos sentimientos encontrados, la decisi¨®n sobre si ofrecer una fiesta o no se convierte en algo muy personal. En primer lugar, porque, como recuerda el escritor Rodrigo Fres¨¢n (que tambi¨¦n llena sus ficciones, como Mantra o La velocidad de las cosas, de personajes que cumplen a?os), ¡°la fiesta de cumplea?os tiene algo bastante injusto porque el cumplea?ero generalmente es el que m¨¢s trabaja y el que peor lo pasa. Es mucho mejor ir a cumplea?os de otros que hacerse cargo del propio, porque tienes que mantener un cierto equilibrio, una qu¨ªmica de los invitados que no explote¡ y despu¨¦s todos se van y te quedas con la casa en un estado lamentable. Lo ideal ser¨ªa que el d¨ªa de tu cumplea?os no trabajaras en absoluto y, si te asumes como cumplea?ero y como anfitri¨®n, trabajas mucho. El gran Gatsby es un ejemplo de alguien que organizaba fiestas fabulosas, pero ni se le ve¨ªa por la fiesta. A la gente le encantaba ir a las fiestas de Gatsby pero ¨¦l no participaba de ellas¡±, comenta Fres¨¢n.
Eso s¨ª, siempre hay quien, a diferencia de los que se deciden a organizarlo en el ¨²ltimo momento, tienen claro que celebrar¨¢n su cumplea?os cada a?o. Es el caso de Alberto Sis¨ª, para quien ¡°es una excusa para reunir a todas las personas a las que quieres¡±. ¡°Lo he celebrado siempre, pero en un momento dado, hace unos diez a?os, empec¨¦ a hacerlo por convicci¨®n y as¨ª se ha quedado. Entonces pasaba yo un momento personal muy fastidiado y decid¨ª que hab¨ªa que celebrar todo lo que fuera susceptible de ser celebrado. Es lo ¨²nico que nos queda. Cumplir a?os cuando ya no eres extremadamente joven en realidad es andar burl¨¢ndole a?os a la muerte¡±, apunta el periodista.
Atrapados en el tiempo: acelerando hacia la meta
Censorino fue un gram¨¢tico romano que, en el a?o 238, escribi¨® un tratado sobre el paso del tiempo y las etapas de la vida como regalo de 49 cumplea?os (o natalicio) para su amigo y protector Quinto Cerelio. Traducido del lat¨ªn al espa?ol y publicado por la editorial Alba, en El libro del cumplea?os puede distinguirse la inquietud que tambi¨¦n causaba a los romanos la diferencia entre el ¡°tiempo de la eternidad¡± estudiado, entonces, por los astr¨®logos, y el tiempo que experimentaban durante su d¨ªa a d¨ªa.
En un ensayo mucho m¨¢s reciente, El tiempo (Pen¨ªnsula, 2024), el f¨ªsico Stefan Klein profundiza en nuestra relaci¨®n problem¨¢tica con el tiempo (marcada, durante los ¨²ltimos lustros, por la aceleraci¨®n) y apunta que ¡°con los a?os, acostumbramos a hacer un descubrimiento preocupante: cuanto mayores nos hacemos, m¨¢s r¨¢pido parece que pasa el tiempo¡±. Buena parte del v¨¦rtigo que producen los cumplea?os es atribuible a esa sensaci¨®n de ¡°coche de carreras que acelera m¨¢s a medida que se acerca a su meta¡±. El fen¨®meno, seg¨²n parece, tiene que ver con la memoria: est¨¢ demostrado que durante la juventud el cerebro graba m¨¢s vivencias, y esos recuerdos, adem¨¢s, quedan menos expuestos al olvido porque se corresponden con experiencias vividas por primera vez. Despu¨¦s, a medida que envejecemos, ¡°ser¨ªa un derroche de capacidad cerebral grabar en la memoria otra vez cosas a las que hace tiempo que estamos acostumbrados, pero con leves variaciones¡±, en palabras de Klein. As¨ª que, aunque llamamos edad a la cantidad de a?os naturales que hemos acumulado, nuestro reloj interno no siempre est¨¢ sincronizado con ella. De acuerdo con esta tesis, el autor llega a la conclusi¨®n de que una persona capaz de recordar el doble de experiencias que otra de su misma edad sentir¨¢ que su vida ha sido el doble de larga.
Aunque somos cada vez m¨¢s flexibles, en Occidente la edad es uno de los criterios principales para asignar determinado valor social a cada individuo. Sin embargo, para algunas culturas amerindias, que perciben el tiempo de una manera muy diferente, la edad resulta irrelevante y la pertenencia a cada etapa de la vida se determina de acuerdo con la capacidad para llevar a cabo ciertas funciones sociales. ¡°En nuestra palabra cumplir hay algo un poco tremendo, una especie de exigencia impl¨ªcita, una obligaci¨®n. Tienes que cumplir a?os, no puedes no cumplirlos: es como ir a que te sellen la cartilla¡±, comenta Fres¨¢n. ¡°Y luego, cuando te mueres, sigues cumpliendo a?os. No dejas de cumplir a?os nunca, ni muerto, siguen apareciendo las efem¨¦rides, las cifras redondas y los aniversarios¡ todo eso son cumplea?os zombies¡±, contin¨²a el escritor. Dicho as¨ª, suena bastante tremendo, y no es de extra?ar que la cronofobia (o el miedo al paso del tiempo) sea un trastorno ansioso relativamente habitual.
¡°He tratado a muchas mujeres con miedo a envejecer¡±, apunta Infante. ¡°El tratamiento (siguiendo una orientaci¨®n cognitivo conductual) es mediante la modificaci¨®n de creencias y pensamientos, y la adquisici¨®n de competencias que ayuden a la persona a tener una autoestima sana y fuerte, no condicionada por valores tan cambiantes como el aspecto y condici¨®n f¨ªsica, logros, o expectativas no cumplidas¡±, explica la psic¨®loga.
Fres¨¢n confiesa que su propio cumplea?os perdi¨® importancia cuando naci¨® su hijo, aunque eso, precisamente, le ha servido para sentir todav¨ªa m¨¢s el abismo del tiempo, que enfrenta con buen humor: ¡°El nacimiento de un hijo y sus sucesivos cumplea?os es lo que me ha dado verdaderamente una noci¨®n del paso del tiempo. Creo que la gente que no tiene hijos no termina de percibir lo que es el tiempo hasta que lo hace demasiado tarde y de manera contundente. Tener un hijo es como tener una bomba de tiempo en tu casa. Aunque es muy gratificante, tambi¨¦n es bastante ominoso, porque siempre eres consciente de ese reloj¡±.
En cualquier caso, con o sin hijos, cumplir a?os no est¨¢ tan mal, y el tiempo acumulado no tiene por qu¨¦ ser un enemigo. La experiencia sirve, por ejemplo, para saber abandonar tu propia fiesta en el mejor momento, tal y como recomienda Sis¨ª: ¡°Antes todo pasaba de noche y yo sol¨ªa ser el ¨²ltimo en retirarme. Los a?os te ense?an que nada mejor que empezar pronto y acabar temprano. Este a?o, sin ir m¨¢s lejos, me retir¨¦ de los primeros tras unas cuantas horas de amor y compa?¨ªa. Nadie quiere empezar su a?o hundido en la m¨¢s absoluta de las miserias cuando te acercas peligrosamente a los cuarenta¡±. De nuevo, el equilibrio es una cuesti¨®n de reloj y calendario, es decir, de tiempo.