Pedro Almod¨®var: ¡°Mi vida ahora es una huida hacia adelante¡±
En ¡®La voz humana¡¯ el director rueda en ingl¨¦s con la complicidad de Tilda Swinton. La cinta se ha estrenado en cines mientras su autor arremete contra las grandes plataformas televisivas. El algoritmo, dice, nunca acierta con e?l. Por eso su u?ltima obra es precisamente ¡°la negacio?n de la fo?rmula¡±
Sentado en su despacho de El Deseo, Pedro Almodo?var (Calzada de Calatrava, 1949) consulta sus anotaciones sobre el guion de La voz humana, el cortometraje basado en la pieza teatral homo?nima de Jean Cocteau que ha dirigido, en ingle?s, con la actriz Tilda Swinton como protagonista. Una pieza teatral que gravita en dos peli?culas cruc...
Sentado en su despacho de El Deseo, Pedro Almodo?var (Calzada de Calatrava, 1949) consulta sus anotaciones sobre el guion de La voz humana, el cortometraje basado en la pieza teatral homo?nima de Jean Cocteau que ha dirigido, en ingle?s, con la actriz Tilda Swinton como protagonista. Una pieza teatral que gravita en dos peli?culas cruciales de su filmografi?a, La ley del deseo y Mujeres al borde de un ataque de nervios, y en la que una mujer abandonada intenta salvar los muebles en una u?ltima y desesperada conversacio?n telefo?nica con su amante. Al rememorar el rodaje, que sucedio? ya entre las dificultades de la era pande?mica, el cineasta se detiene en los papeles que tiene en la mesa y sen?ala un u?ltimo folio con un final que se cambio? sobre la marcha. Swinton y el perro de su amante, un precioso border collie tan abandonado como ella, comparten plano y duelo. Un momento de desconsuelo y amor animal para el que el cineasta teni?a previsto el acompan?amiento de un tema de uno de sus cla?sicos, el cubano Bola de Nieve, pero que se vio obligado a descartar porque el perro ¡°no colaboraba¡±.
El cineasta recomienda la lectura que le inspiro? ese instante de lucidez animal, El amigo, de Sigrid Nunez, y luego recita los versos de la cancio?n que tambie?n se quedaron por el camino: ¡°Ay amor,/ si te llevas mi alma/ lle?vate de mi? tambie?n el dolor,/ lleva en ti todo mi desconsuelo/ y tambie?n mi cancio?n de sufrir./ Ay amor, si me dejas la vida/ de?jame tambie?n el alma sentir;/ si solo queda en mi?/ dolor y vida/ ay amor, no me dejes vivir¡±. Una pe?rdida que zanja con picardi?a. ¡°La verdad es que la cancio?n le iba muy bien al personaje, pero como con el perro no habi?a manera, improvise? sobre la marcha un texto nuevo que le ha dado otro sentido al final de la peli?cula y a la relacio?n de ella con el animal. Eso si?, me quede? sin Bola de Nieve¡±.
Valga la ane?cdota para ilustrar co?mo La voz humana es ¡°un experimento muy libre¡± en el que el cineasta se ha dejado llevar por la naturaleza dispersa de un animal, por un decorado hecho de otros decorados o por el arrebato de un vestido espectacular. ¡°Yo siempre he hecho mis peli?culas con absoluta libertad, pero al ser un formato que no es el habitual, al no tener que amoldarme a absolutamente nada, he sentido de una forma ma?s inmediata esa libertad de tomar decisiones sobre la marcha¡±.
Una fluidez que recorre los 30 minutos, que funcionan como un tratado de relojeri?a sobre su obra, una suma de todo su trabajo, en el que une las esencias de cine y teatro para ahondar en la soledad y el desamor, ¡°pero desde la contemporaneidad de las mujeres, donde no hay lugar para la sumisio?n¡±, matiza. Un ejercicio de orfebreri?a que condensa muchas de sus obsesiones: del amor apasionado a la incomunicacio?n o el encierro. Un experimento sofisticado pero que a la vez conecta al espectador con los ori?genes del cineasta. Es decir, con el teatro y el Su?per 8 de los an?os setenta, cuando Almodo?var se paseaba por Madrid y Barcelona con sesiones ambulantes bajo el brazo y proyectaba sus primeras peliculitas en una especie de performance en la que e?l ejerci?a de hombre orquesta.
¡°Yo entonces rodaba sin luz, siempre cerca de ventanas. O en el campo. Por ejemplo, La cai?da de Sodoma la hicimos con un monto?n de sodomitas travestidos con ropa de sus madres o de sus hermanas. Los espacios y el tiempo eran abstractos y anacro?nicos por pura necesidad. Un muro podi?a ser una ciudad y una bolsa podi?a ser de Iberia aunque estuvie?semos representando una ficcio?n bi?blica. Como en aquellos Su?per 8, ahora lo que he tenido es mucho sentido pra?ctico, empleando todo lo que teni?a a mano y sin ningu?n miedo a experimentar. Ha sido un ejercicio muy saludable porque me ha permitido volver a sentir el espi?ritu del Su?per 8 pero 40 an?os despue?s. He usado muebles que ya han salido en otras de mis peli?culas o una mu?sica que Alberto [Iglesias] compuso para otras bandas sonoras. Temas que habi?a escrito para Hable con ella o Los abrazos rotos y a las que se les ha dado un sentido diferente. Movidos por puro pragmatismo nos hemos permitido una aventura totalmente nueva¡±, asegura visiblemente contento con ese reciclaje desprejuiciado de objetos y notas que le han permitido medir sus propias fuerzas frente a un elemento rigurosamente nuevo: el idioma.
¡°En gran medida he superado ese miedo. Me he sentido co?modo, apoyado por una actriz a la que no puedo agradecerle ma?s su entrega. Yo apuntaba en el guion indicaciones en espan?ol, muchas en caliente, y todo lo que le explicaba lo entendi?a. Ha sido muy fa?cil por su disposicio?n y su fe ciega. Tilda es una actriz sin miedo ni pereza a probar cosas nuevas. Comprendio? muy bien el desdoblamiento del personaje, co?mo su cara va dirigida al espectador y por lo tanto no puede engan?ar, pero a la vez su voz va dirigida al amante y si? esta? engan?ando. Yo le pedi?a ansiedad por la espera y a la vez ocultacio?n de esa ansiedad. Aunque es una cosa y la contraria, ella lei?a perfectamente entre li?neas¡±.
Almodo?var incide en que se trata de un personaje que en 30 minutos pasa por todos los estados emocionales posibles y que la versatilidad de Swinton permite aportar un nuevo registro que rompe con la tradicio?n de divas que lo han llevado a escena: sobre todo las versiones de Anna Magnani dirigida por Roberto Rossellini en L¡¯Amore, y la de Ingrid Bergman, que, ya separada de Rosselllini, lo interpreto? i?ntegro en una obra de una hora. ¡°Tilda no es una mujer ca?lida a lo Magnani, aunque si? es muy ca?lida en el trato. Pero su planta y aplomo, sumados a las particularidades de su idioma, le permiten mantener cierta distancia con los sentimientos. Un control que en castellano no funciona igual. Por eso yo le intentaba explicar esos cambios de tono que tiene nuestro idioma y ella los aceptaba, aunque muchas veces no se ajustaban al ingle?s. Se lo ha tomado como una gran aventura, lo ha disfrutado¡±, asegura el manchego.
El texto de Cocteau es casi un pretexto para una historia de ¡°desconfinamiento y venganza¡±, un ejercicio confesional ¡°liberado de ataduras¡±. ¡°En realidad, el corto va de ser yo mismo a tope¡±, dice soltando una carcajada. Aunque quiza? lo ma?s sorprendente es co?mo gracias a una lectura contempora?nea del texto, el mono?logo trasciende el siglo XX para hablar de asuntos del XXI como la robotizacio?n del ser humano, el empoderamiento desde el dolor (¡°porque ella es mucho ma?s inteligente que ese hombre, y lo sabe¡±) o la infranqueable soledad del encierro. ¡°Y eso es extran?o, porque teni?amos lista la peli?cula antes de la llegada de la pandemia y, aunque sabi?amos lo de Wuhan, ahora hay una lectura muy inesperada del confinamiento que sufre el personaje, que por desgracia todos vemos de otra manera¡±.
Espacios cerrados con varias capas, la del propio decorado y la de la nave que envuelve al decorado, donde una mujer parece hablar sola con unos auriculares inala?mbricos de iPhone. ¡°Yo no uso auriculares, porque soy sordo de un oi?do, pero me fascina observar a la gente que lo hace y que va por la calle hablando sola y montando el numerazo. Me encanta. Y drama?ticamente me resulta muy interesante porque da la sensacio?n de que ella habla con un fantasma y todo el espacio del corto esta? pensado para crear ese aire fantasmago?rico. Era una idea que me gustaba porque ella es una mujer que ha perdido el control e incluso hasta puede ser que este? hablando sola¡±. Un pensamiento que Almodo?var cruza con el capricho de los modelos de la coleccio?n del pasado verano de Balenciaga, sobre todo de uno de mirin?aque rojo, en una de las ima?genes ma?s impactantes del filme.
¡°Cuando vimos la coleccio?n, a Sonia Grande y a mi? nos intereso? mucho y aunque el vestido rojo de mirin?aque es imposible para la vida diaria yo queri?a usarlo. Me daba igual que fuesen pra?cticos o no, o si esa mujer los lleva o no. Me gustaban y con una mujer como Tilda, que es capaz de ponerse lo que sea, pues podi?a darme el gustazo. Quiza? suena poco serio, o como una extravagancia, pero es la rai?z de todo esto y yo quise escribir una secuencia cero en la que ella espera con ese vestido. Es algo misterioso porque es como una mun?eca abandonada en cualquier sitio. De hecho, los planos de la peli?cula son directamente las pruebas de ca?mara con la pantalla blanca y la pared de la nave¡±. Un juego llevado al extremo, que recorre toda la cinta, para poner au?n ma?s en evidencia las emociones de ella: ¡°Lo u?nico que tiene racord y continuidad en la peli?cula es ella. Menos su estado de a?nimo, el resto es puro artificio¡±.
La voz humana se estreno? el pasado 21 de octubre en 111 cines en Espan?a, y de momento tambie?n esta? previsto que lo haga en el Reino Unido, Francia y Estados Unidos, seguramente como pro?logo a la proyeccio?n de Mujeres al borde de un ataque de nervios. El e?xito de pu?blico de Dolor y gloria (¡°para mi? ha sido una sorpresa porque yo pensaba que habi?a hecho una peli?cula mucho ma?s minoritaria, para mis seguidores, pero ha funcionado muy bien en todo el mundo¡±) le hace sentirse au?n ma?s independiente frente a un negocio que cada vez le resulta ma?s extran?o. ¡°El mercado siempre es imprevisible, pero lo cierto es que ahora, con el big data y el algoritmo, se llega tan directo a lo que quiere el espectador que solo puede dar mucho miedo. Me aterra la intromisio?n en nuestra intimidad, que simplemente por usar un mo?vil se sepa todo. Nos acercamos a una distopi?a que me provoca zozobra porque vamos a la deshumanizacio?n absoluta¡±.
¡°El algoritmo¡±, an?ade, ¡°es el suen?o perfecto de todos los test a los que siempre que he podido me he negado. Lo cierto es que adema?s me llevo fatal con el algoritmo, de entrada, porque me da mucha rabia no llamarlo algorritmo, que es lo que me pide el cuerpo, y porque adema?s en mi caso nunca acierta con sus recomendaciones. Yo no soy el ti?pico espectador de series, aunque veo algunas, pero se? por otros compan?eros que las grandes plataformas controlan el ritmo de la dramaturgia con el dichoso algoritmo en la mano. Y aunque eso les funcione, a mi? es algo que me aterra y horroriza. Por eso esta peli?cula se nutre precisamente de lo contrario, de la negacio?n de la fo?rmula. Y en esa negacio?n me he sentido libre como una cabra montesa¡±.
La experiencia le ha gustado tanto que se plantea repetirla con algu?n otro cortometraje ma?s, siempre en espacios u?nicos y con pocos personajes. Mientras tanto, prepara el rodaje para la pro?xima primavera del largo Madres paralelas, un guion que acabo? durante las semanas del primer confinamiento. ¡°Con las dificultades para viajar que hay ahora mismo, hemos tenido que aparcar el proyecto basado en los relatos de Lucia Berlin para hacer una peli?cula ma?s casera, con menos desplazamientos y pocos personajes¡±.
Mientras observa alarmado los estragos de la pandemia con el mundo en la cultura (¡°y ma?s cuando la gran paradoja es que en esta crisis se esta? consumiendo ma?s ficcio?n que nunca, que todo el mundo esta? comprobando la capacidad de la ficcio?n para acompan?arnos y consolarnos¡±), reconoce que la puntilla del coronavirus es una cata?strofe para los cines. Amante del ritual colectivo ante una gran pantalla, defensor apasionado de las salas como parte sustancial de la experiencia cinematogra?fica, cita a Susan Sontag para evocar la intensidad de ¡°entregarse a la pantalla, introducirse en ella. A Sontag le preocupaba mucho la llegada de la pantalla dome?stica porque se perdi?a ese arrebato que ella tan bien defini?a¡±.
¡°Esa abrumadora presencia fi?sica de la imagen, para la que resulta imprescindible el hecho de ir al cine¡±, escribi?a la ensayista estadounidense, para quien el espacio dome?stico ¡°se presta a unas condiciones absolutamente irrespetuosas¡±. En su caso, los meses de confinamiento le han servido para escribir sin parar y para evadirse con una o dos peli?culas diarias. ¡°Tambie?n me ha hecho ver algo que no es muy halagador, y es que esto se parece mucho al aislamiento en el que yo habi?a entrado hace ya unos an?os y aunque siempre estoy al tanto de los estrenos de cine y teatro y de los conciertos, mi rutina ha seguido siendo ma?s o menos igual en estas terribles circunstancias. Darme cuenta no me ha gustado mucho. Ahora mismo mi vida solo es una huida hacia delante, en la que trato de no interiorizar el miedo y seguir trabajando¡±.
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