Del sexo salvaje a los ant¨ªgenos: c¨®mo un local fetichista de Berl¨ªn se convirti¨® en un centro de pruebas de la covid-19
Tras la llegada de la pandemia, toda la actividad nocturna qued¨® paralizada y a los clubes no les ha quedado otra que reinventarse. El legendario KitKat de Berl¨ªn hoy ofrece tests en vez de copas y el ¨¦xito ha sido tal que otras empresas han copiado la idea
A finales de febrero de 2020 la l¨ªnea U8 del metro berlin¨¦s se transformaba las madrugadas de cada fin de semana en una romer¨ªa de clubbers con destino a sus tugurios habituales. En esos vagones no resultaba complicado diferenciar a los clientes de KitKatClub, el local fetichista m¨¢s c¨¦lebre y asilvestrado de la ciudad: cuero, trasparencias y l¨¢tex conformaban la etiqueta habitual de su parroquia. Tras la llegada de la pandemia, toda la actividad nocturna ¨Cy hablamos de la urbe m¨¢s noct¨ªvaga de Europa¨C qued...
A finales de febrero de 2020 la l¨ªnea U8 del metro berlin¨¦s se transformaba las madrugadas de cada fin de semana en una romer¨ªa de clubbers con destino a sus tugurios habituales. En esos vagones no resultaba complicado diferenciar a los clientes de KitKatClub, el local fetichista m¨¢s c¨¦lebre y asilvestrado de la ciudad: cuero, trasparencias y l¨¢tex conformaban la etiqueta habitual de su parroquia. Tras la llegada de la pandemia, toda la actividad nocturna ¨Cy hablamos de la urbe m¨¢s noct¨ªvaga de Europa¨C qued¨® paralizada desde el 13 de marzo. Hoy, el libertino antro ubicado en la entrada de la estaci¨®n de Heinrich-Heine-Stra?e, se ha convertido en un centro de pruebas para detectar el covid-19.
¡°Dado que en Berl¨ªn casi no es posible conseguir un test r¨¢pido de coronavirus, a partir del viernes 4 de diciembre ofreceremos la oportunidad de realizarlos aqu¨ª¡±, anunciaba la sala desde su p¨¢gina de Facebook hace algo m¨¢s de un mes. A continuaci¨®n explicaba que ¡°una doctora y personal capacitado para el hisopado¡± estar¨ªan al mando de las operaciones. Si la situaci¨®n no fuera tan dram¨¢tica (en Alemania se han producido picos con m¨¢s de 1.000 fallecidos diarios durante las fechas navide?as), el asunto dar¨ªa para un chiste. Sobre todo, atendiendo a la coda con la que terminaba dicho mensaje en redes sociales: ¡°?Vengan desnudos y sean salvajes! (Por favor, no lo hagan. Ser¨ªa divertido, pero probablemente esto solo conducir¨ªa a que nos denuncien como sospechosos de organizar una fiesta)¡±.
La jefa del garito, Kirsten Kr¨¹ger, que habitualmente ejerc¨ªa como portera y filtro de entrada (como Sven Marquardt en Berghain, pero de mejor pisto) aseguraba hace unos d¨ªas que hab¨ªa recibido m¨¢s de 1.500 peticiones de an¨¢lisis en pocas horas y que la lista de espera se extender¨ªa durante varias jornadas. A pesar de esa planificaci¨®n, las colas se alargan diariamente hasta la fachada del vecino club Tresor, situada a varios cientos de metros. La buena acogida se debe al bajo precio de sus tests de ant¨ªgenos (24,90 euros) en comparaci¨®n con las pruebas que oferta. Por ejemplo, el dispensario habilitado en el nuevo Aeropuerto de Berl¨ªn-Brandeburgo tiene un precio de 59 euros por PCR. La demanda ha sido tal que otras empresas m¨¦dicas ha copiado la idea y han comenzado a reutilizar espacios de ocio olvidados, como ocurre con E-Werk, un templo del hard techno de los noventa, en donde los laboratorios Centogene han plantado uno de sus centros.
KitKatClub abri¨® sus puertas en 1994 en el barrio de Kreuzberg, en la sede de la antigua discoteca Turbine, inspirado en el intercambio carnal y el hedonismo techno que bridaban tras la ca¨ªda del Muro lugares como Rot-Kreuz-Club, Fade Out o Praxis Dr. McCoy, pero tambi¨¦n en las bacanales trance de finales de los ochenta en Goa. Autodefinidas como ¡°fiestas para gente civilizada¡±, estas noches se convirtieron desde el primer momento en una especie de aquelarres pansexuales con coartada electr¨®nica en donde todo vale (si hay consentimiento mutuo, por supuesto). Su denominaci¨®n tomaba prestado el nombre del bar donde bailaba la joven Sally Bowles en la pel¨ªcula Cabaret (1972).
Sus ide¨®logos, Simon Thaur y Kirsten Kr¨¹ger, se hab¨ªan conocido en 1989 en M¨²nich y, tras un intento fallido de montar algo similar en Goa, decidieron mudarse a la capital germana en 1993, donde pocos meses despu¨¦s su sue?o ya se hab¨ªa hecho realidad. Gracias a su repentino ¨¦xito saltaron a Sch?neberg, el ¨¢rea gay del oeste de la ciudad, para recalar en el teatro Neues Schauspielhaus, en Nollendorfplatz (hoy hogar de la sala Metropol). A los dos a?os se reubicaron en las naves del Sch?neberger Malzfabrik, para posteriormente aterrizar en el distrito de Mitte, en los dominios de Sage Club, que lleva acogiendo sus sesiones desde 2007. Si al principio su dieta musical se basaba exclusivamente en el trance, con el tiempo ha ido aceptando el techno, el house o los ritmos industriales.
El t¨¢ndem (ella tiene ahora 53 a?os y ¨¦l 59) ha gestionado este monumento al desenfreno durante 26 temporadas ininterrumpidas, marcando el camino para nuevas fiestas de similar car¨¢cter l¨²brico como House Of Red Doors o Pornceptual. En una reciente entrevista con Der Tagesspiegel, este d¨²o din¨¢mico, que durante una ¨¦poca tambi¨¦n dirigi¨® su propia productora de cine porno alternativo, aseguraba que no ha habido un fin de semana desde 1995 en el que no haya trasnochado. ¡°Sigo pensando que no es inteligente no salir. Incluso si tienes hijos ¨Cafirmaba all¨ª Kirsten Kr¨¹ger¨C. Los contactos son diferentes por la noche. Durante el d¨ªa est¨¢s solo, lleno de necesidades y hay una raz¨®n para todo. Pero por la noche no hay razones para lo que haces. Creo que tiene sentido poder sentirse libre una vez al mes, como m¨ªnimo. De lo contrario, los problemas te llegar¨¢n en cualquier momento¡±.
En KitKatClub los asistentes pueden tener relaciones sexuales abiertamente en cualquier sitio, ya sea en una de sus tres pistas de baile, en la zona al aire libre con piscina o en alguno de los rincones m¨¢s insospechados, donde uno se puede encontrar tanto con un columpio como con una silla ginecol¨®gica. Pero para traspasar su umbral es necesario respetar un estricto c¨®digo de vestimenta en el que queda prohibida la ropa de calle y tambi¨¦n la ropa interior (no son un local de intercambio de parejas, advierten). Fetish, uniform, leather o kinky son algunas de las opciones indumentarias que proponen en su vetusta web, cuyo dise?o parece haberse detenido en el tiempo, concretamente, en la reuni¨®n navide?a de 1994 de Dalt¨®nicos An¨®nimos. Desde all¨ª retransmiten sus sesiones online todos los d¨ªas a las ocho de la tarde con la esperanza de hacer algo de caja que aten¨²e la complicada situaci¨®n de sus 150 empleados y artistas.
All¨ª no aplica su sical¨ªptico dress code, claro, aunque nunca sobran unas cuantas recomendaciones de la casa para cuando sea pertinente. ¡°La gente siempre me dice: ¡®?Qu¨¦ debo ponerme?¡¯ o ¡®No quiero desnudarme, pero aun as¨ª quiero entrar¡±, comentaba en la mencionada entrevista Simon Thaur. ¡°La verdad es que cuanto m¨¢s normal vengas, m¨¢s extra?o te va a resultar esto. Todos van a saber que a¨²n est¨¢s fuera de este ambiente. Adem¨¢s, si dejas entrar a personas con ropa normal, solo suceder¨¢n cosas normales¡±. Y su pareja remachaba: ¡°Cuando est¨¢s desnudo eres m¨¢s vulnerable, por lo que autom¨¢ticamente te comportas de manera diferente, m¨¢s abierta. Tienes m¨¢s cuidado cuando te encuentras con alguien. Parte de tu seguridad desaparece¡±.
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