As¨ª eran las noches en Bocaccio, la discoteca donde la dictadura no exist¨ªa y la p¨ªldora liber¨® a la mujer
Esta sala de Barcelona, que cerr¨® en 1985, ¡°estaba repleta de actores, actrices, productores y directores¡±. Tal vez sea el ¨²ltimo local nocturno al que se iba con la intenci¨®n de hacer historia
El 13 de febrero de 1967 abri?a Bocaccio, una de las grandes boi?tes de la noche barcelonesa. Un sitio tan u?nico que desde su inauguracio?n lucio? el marchamo de legendario. Fue base de innumerables proyectos de arquitectos, foto?grafos, poetas, disen?adores, pintores, mu?sicos, cineastas, actores, escritores y editores. Su historia ha sido contada de muchas y variadas maneras. Los propios implicados escribieron libros (Los an?os divinos, de Oriol Rega?s; 24 horas con la gauche divine, de Anna Maria Moix; Noches de Bocaccio, de Juan Marse?) y lo narraron en perio?dicos y revistas. Para el recuerdo quedan las maravillosas columnas que Enrique Vila-Matas escribi?a semanalmente en Fotogramas, en un apartado de ti?tulo tan definitorio como Oi?do en Bocaccio.
Este an?o ha vuelto a estar de actualidad por un libro, Bocaccio: donde ocurri?a todo, en el que el periodista Toni Vall entrevista a ma?s de 20 de aquellos rostros que vivieron y se bebieron ¨C whisky con optalidon mediante¨C una Barcelona abierta al mundo. ¡°A finales de los sesenta, Barcelona estaba mucho ma?s cerca de Europa que del resto de Espan?a¡±, escribi?a en sus memorias Rega?s, fundador de la mi?tica sala. Bocaccio fue el mejor reflejo de esa cercani?a. Asi? se explica que meses ma?s tarde de su inauguracio?n desfilaran por alli? algunas de las firmas ma?s rompedoras del momento. Los vestidos y minifaldas de Mary Quant, Margit Brandt, Paco Rabanne o Emilio Pucci. ¡°Traspasar las puertas de Bocaccio era entrar en Europa¡±, cuenta Vall por tele?fono. ¡°Por no hablar de la concienciacio?n poli?tica de aquel grupo de habituales. Se ha intentado desprestigiar a la gauche divine como fri?vola, pero nada de eso es cierto¡±. El impulsor de aquel calificativo, Joan de Sagarra, que aparece en el libro de Vall como el cronista de todo, apunta: ¡°Comenzamos a vivir como si la dictadura no existiese, y ahi? estaba la gracia, en probar un mundo nuevo antes de que se acabase el viejo¡±.
Pero el franquismo y la dictadura siguieron haciendo de las suyas hasta 1975. Si no, que se lo pregunten a todos aquellos asiduos a Bocaccio que protagonizaron el llamado encierro de Montserrat, un momento determinante de la lucha antifranquista en catalun?a, donde ma?s de 300 intelectuales decidieron solidarizarse con 16 militantes vascos que fueron juzgados por un tribunal militar por pertenencia a ETA. Aquel juicio de 1970 se conocio? como el proceso de Burgos. El manifiesto poni?a de relieve la falta de democracia y la represio?n institucionalizada por parte del estado. Jose? Ilario, otro de los personajes que Vall entrevista, refresca aquel episodio: ¡°El encierro lo protagonizaron los que iban a la discoteca. Yo les llamaba el partido comunista de Cadaque?s. Pero de comunistas teni?an el blabla?. Luego vivi?an de puta madre¡±. Ilario no es una voz ma?s, es la de aquellos an?os. Su cargo como editor de la revista Bocaccio, que conto? con firmas como las de Manuel Va?zquez Montalba?n, Francisco Umbral, Juan Marse?, El Perich o Josep Maria Carandell, le permitio? conocer mejor que nadie los interiores de aquel universo. ¡°Pareci?a una discoteca, pero fue mucho ma?s. Fue el si?mbolo de un cambio radical en la sociedad barcelonesa. En aquel momento era muy cerrada, con Bocaccio se abrio? y explosiono? como una granada¡±, apunta el que despue?s fue fundador de publicaciones tan relevantes como Interviu? o El Jueves. ¡°Ten en cuenta que alli? iban Oscar Tusquets, Mario Vargas Llosa, Gabriel Garci?a Ma?rquez, Serrat o Eugenio Tri?as. Es sorprendente que en un punto tan concreto se junte una gente tan interesante y radical¡±.
El club tambie?n les sirvio? de trampoli?n para introducirse en el mundo editorial, el del disen?o (llegaron a abrir una tienda donde vendi?an los objetos de la discoteca, que hoy son carne de coleccionistas), la publicidad (Xavier Miserachs inmortalizo? a Teresa Gimpera con el logo de la marca, una fotografi?a que se iba a convertir en si?mbolo de una e?poca) o la organizacio?n de eventos. Bocaccio llego? a tener sede madrilen?a, recuerda la actriz Mo?nica Randall. ¡°Abrio? en 1971, en Marque?s de la ensenada, y fue algo diferente. Madrid era menos sofisticado, pero mucho ma?s abierto. Teni?a dos plantas, la de abajo, ma?s golfa, y otra arriba con tertulias. Eso si? que era muy parecido a barcelona¡±, describe. ¡°Estaba repleto de actores, actrices, productores y directores. Una vez vino Michael Douglas, se sento? en nuestra mesa y se metio? una raya de cocai?na. Me quede? horrorizada. En algunos aspectos e?ramos muy estrechos¡±.
Vall insiste en que Bocaccio fue tambie?n uno de los principales activos en la liberacio?n de la mujer. Un punto que resalta Teresa Gimpera, musa del movimiento: ¡°En Bocaccio descubrimos que las mujeres servi?amos para algo. E?ramos respetadas. El uso de la pi?ldora ayudo? a que pudie?ramos follar con quien nos diera la gana¡±. Algo que Sagarra define con su particular sentido del humor: ¡°Las sen?oras veni?an a buscarte y se te llevaban a casa¡±.
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