Alberto Giuliani, el hombre que recorri¨® el mundo buscando el significado de una profec¨ªa que anunci¨® su muerte con 43 a?os
El periodista, fot¨®grafo y realizador italiano ha publicado su primer libro ¡®Los inmortales¡¯, un relato de su b¨²squeda del ser humano del futuro
En 1996, con apenas 20 a?os y una reci¨¦n estrenada carrera como fot¨®grafo de prensa, en un restaurante desvencijado a orillas del lago Baikal, en la regi¨®n sur de Siberia, una mujer le ley¨® la mano a Alberto Giuliani y le dijo que iba a morir antes de cumplir 45 a?os.
Tres a?os despu¨¦s, esta vez en la ciudad sagrada india de Vrindavan, un brahm¨¢n ¨Cun sacerdote hind¨²¨C llamado Mr. Sharma, a quien Giuliani le hab¨ªa alquilado una habitaci¨®n, le quiso hacer un regalo de despedida: una lectura de manos. El porvenir que el sacerdote hinduista vio escrito en ellas dej¨® impresionado al italiano: ¡°Encontrar¨¢s el amor de una mujer rica, a la que conociste en tu infancia. Ella tendr¨¢ ya dos hijos y juntos concebir¨¦is un tercero¡±, le dijo el brahm¨¢n. ¡°Sabr¨¢s dar hasta dejar que todo se aleje. En un d¨ªa caluroso de tus 43 a?os te estar¨¢ esperando una muerte violenta. Entonces, cuando te quedes solo frente al final y vuelvas a encontrarlo todo en tu coraz¨®n, te corresponder¨¢ a ti decidir. Un hombre del futuro te ayudar¨¢. Encu¨¦ntralo y f¨ªate de ¨¦l, te se?alar¨¢ la recta v¨ªa. Y ponte un zafiro amarillo en el dedo ¨ªndice de la mano derecha, en ese momento te ayudar¨¢ a encontrar el equilibrio¡±.
El impacto l¨®gico inicial de esas inquietantes predicciones de muerte le hicieron comprar un anillo con un zafiro amarillo y pon¨¦rselo en el dedo. Desde entonces, nunca se lo quit¨®. Pero con el paso del tiempo, las funestas predicciones se convirtieron solo en otra an¨¦cdota m¨¢s que contar de las muchas que fue coleccionando gracias a su vida como reportero. ¡°Las profec¨ªas me las hicieron cuando solo ten¨ªa 20 a?os¡±, cuenta Giuliani en un ex¨®tico espa?ol con fuertes influencias argentinas, donde aprendi¨® a hablar nuestro idioma. Y contin¨²a: ¡°Entonces la vida te parece eterna y adem¨¢s yo ten¨ªa un modo de pensar muy europeo, muy racional. Nunca me he sentido muy atra¨ªdo por lo sobrenatural, la adivinaci¨®n o el tarot. Y eso que, bueno, hubo una tercera predicci¨®n: fue en Viena, Austria, solo dos semanas despu¨¦s de volver de la India. Estaba cubriendo la campa?a para primer ministro de J?rg Haider, el pol¨ªtico de extrema derecha, como fot¨®grafo para Il Corriere de la Sera¡±.
En este caso, una chica que conoci¨® en la capital austriaca le dijo que quer¨ªa leer su aura. ¡°Me cont¨® que yo ten¨ªa un aura rosada¡±, relata Giuliani. ¡°Eso quer¨ªa decir que me encontraba bien conmigo mismo y que hab¨ªa aprendido mucho en mis vidas anteriores, pero tambi¨¦n que me quedaba poco que aprender. ¡®Tu vida no ser¨¢ muy larga¡¯, me dijo¡±.
Pero Alberto se olvid¨® de todo eso. Ten¨ªa por delante una carrera exitosa. Al principio, como fot¨®grafo, trabajando para medios como Time, Newsweek, Le Monde o EL PA?S. Y luego, cuando la imagen fija se le qued¨® corta para expresar todo lo que quer¨ªa decir, como periodista en La Repubblica o Vanity Fair Italia.
El hecho de que se casara con una mujer que ten¨ªa dos hijos de una pareja anterior y que con ella concibieran un hijo en com¨²n, le pareci¨® una casualidad incre¨ªble. Pero a¨²n as¨ª no se preocupaba demasiado de que finalmente el brahm¨¢n tuviera raz¨®n. Adem¨¢s, este le hab¨ªa dicho que a esa mujer la habr¨ªa conocido durante su infancia y a Francesca, su pareja, la hab¨ªa conocido en Par¨ªs solo unos a?os antes. Hasta que un lluvioso d¨ªa de verano, algo pas¨®.
Moviendo cajas en el desv¨¢n de la casa de verano de su madre, Alberto encontr¨® un viejo ¨¢lbum de fotos. En una de ellas aparec¨ªa ¨¦l recibiendo una medalla por haber ganado una carrera de esqu¨ª cuando solo era un ni?o, en 1984. En la foto hab¨ªa otros ni?os y entre ellos¡ s¨ª, estaba Francesca.
¡°Cuando encontr¨¦ la fotograf¨ªa me qued¨¦ congelado¡±, admite Giuliani entre risas. ¡°Pens¨¦ que ten¨ªa que hacer algo. Record¨¦ a ese hombre del futuro del que me hab¨ªa hablado el brahm¨¢n y decid¨ª salir a buscarlo¡±.
Explica que fue as¨ª como se enfrent¨® a ese miedo irracional. ¡°Recorrer el mundo busc¨¢ndolo era una forma de escapar del destino que parec¨ªa tener marcado. Quer¨ªa largarme para, luego, volver a casa, reposarlo todo y contarlo¡±, cuenta el periodista sobre el origen de Los inmortales (Ed. Temas de Hoy). ¡°Trat¨¦ de ir lo m¨¢s lejos posible para reflexionar y buscar al hombre del futuro que, seg¨²n el adivino, me indicar¨ªa el camino. Averig¨¹¨¦ cu¨¢l era el lugar m¨¢s lejano al que pod¨ªa marcharme y as¨ª fue como encontr¨¦ esta simulaci¨®n de vida en Marte que estaba realizando la NASA en Haw¨¢i. Les escrib¨ª y todo fue muy r¨¢pido. Unas semanas despu¨¦s vol¨¦ hasta all¨ª para recibir a la tripulaci¨®n cuando saliera del m¨®dulo situado sobre las laderas del volc¨¢n Mauna Loa en el que llevaban un a?o simulando que estaban en Marte¡±.
Ese fue el primero de una serie de viajes que lo llevar¨ªan a conocer a los guardianes del clima en el Polo Norte, a ingenieros que construyen robots en Jap¨®n, a cient¨ªficos que est¨¢n construyendo un sol artificial m¨¢s poderoso que el Sol o a visitar Alcor Life Extension, la empresa de Phoenix dedicada a almacenar los cuerpos criogenizados de personas que esperan despertar en un mundo mejor.
¡°Al conocer a todas estas personas me di cuenta de una cosa¡±, dice Giuliani. ¡°En este planeta ya hay gente viviendo en el futuro. Viven en una realidad paralela a la nuestra. Que nos guste m¨¢s o menos no importa, es as¨ª. Esto, de alguna forma, me impresion¨® mucho, porque yo hago una vida muy normal: tengo mi ordenador, mi m¨®vil, Alexa, el asistente de Google, pero tengo una vida muy com¨²n, parecida a la de cualquier persona. Pero hay gente muy cerca que vive en otra realidad¡±.
¡°Por otro lado¡±, contin¨²a, ¡°confirm¨¦ mi profundo respeto por la libertad. Porque descubr¨ª que cada una de estas personas tiene sus razones personales para hacer lo que hace. Ya sea ir a Marte, experimentar con los genes, construir robots, lo que sea: hay un motivo que los impulsa. Cada uno est¨¢ buscando una respuesta a las preguntas que ¨¦l mismo se ha hecho sobre nuestro mundo y nuestro futuro. En el libro hago bastante hincapi¨¦ en esto, porque creo que le aporta a la ciencia una dimensi¨®n humana que a veces parece que no tiene¡±.
Es casi inevitable, al terminar de leer Los inmortales, no pensar en que quiz¨¢ el mundo actual est¨¦ dando demasiada importancia a la ciencia, intentando utilizarla para que d¨¦ respuesta a todos los problemas. Giuliani comenta: ¡°La ciencia nos ha llevado a logros important¨ªsimos, pero es cierto que hemos dejado un poco atr¨¢s la espiritualidad o las emociones que nos permit¨ªan, en mi opini¨®n, vivir un poco m¨¢s tranquilos. Que nos hac¨ªan sentir m¨¢s protegidos y menos solos. La ciencia, o m¨¢s bien nuestra fe ciega en ella, quiz¨¢ nos rob¨® eso. Poco a poco nos ha ido enfriando los sentimientos. Nos hace correr el riesgo de dejar de ser seres humanos, con todo lo que eso implica¡±.
Cuando termin¨® de escribir Los Inmortales, Giuliani ten¨ªa 44 a?os. En teor¨ªa faltaba solo un a?o para que se cumpliera la fatal profec¨ªa. Hab¨ªa recorrido el mundo buscando respuestas. Aunque hab¨ªa conocido a visionarios, cient¨ªficos y tambi¨¦n a alg¨²n loco que intentaba salvar el planeta, no hab¨ªa encontrado a nadie que le mostrara c¨®mo vencer a su propia muerte.
Hoy, con los 45 ya cumplidos, sigue vivo. Su viaje fue incre¨ªble, pero est¨¢ convencido de que en su obsesi¨®n por encontrar respuestas olvid¨® que lo m¨¢s importante era vivir su propia vida. Quiz¨¢, finalmente, ese hombre del futuro era simplemente su hijo.
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