¡°Era el sue?o de cualquier fot¨®grafo, con ropa o sin ella¡±: as¨ª fue la ¨²ltima (y casi destruida) sesi¨®n de fotos de Marilyn Monroe
La actriz muri¨® en agosto de 1962, a los 36 a?os y rodeada de secretos. Las fotos que Lawrence Schiller le hizo unos d¨ªas antes de su intoxicaci¨®n con barbit¨²ricos, que Taschen repasa en ¡®Marylin & Me¡¯, son legendarias por mucho m¨¢s que por retratar a una celebridad al desnudo
¡°Bueno, Marilyn. T¨² eres muy famosa y ahora me vas a hacer famoso a m¨ª¡±, brome¨® Lawrence Schiller el primer d¨ªa que lleg¨® al rodaje de Something¡¯s Got to Give (algo as¨ª como ¡®Alguien tiene que ceder¡¯), en mayo de 1962. Aquella broma result¨® ser premonitoria y tambi¨¦n macabra: esa pel¨ªcula nunca se terminar¨ªa. Dos meses despu¨¦s, Marilyn ...
¡°Bueno, Marilyn. T¨² eres muy famosa y ahora me vas a hacer famoso a m¨ª¡±, brome¨® Lawrence Schiller el primer d¨ªa que lleg¨® al rodaje de Something¡¯s Got to Give (algo as¨ª como ¡®Alguien tiene que ceder¡¯), en mayo de 1962. Aquella broma result¨® ser premonitoria y tambi¨¦n macabra: esa pel¨ªcula nunca se terminar¨ªa. Dos meses despu¨¦s, Marilyn falleci¨® en su casa de Brentwood (California) en extra?as circunstancias. Desde ese momento, los retratos de Schiller estuvieron destinados a pasar a la historia.
Schiller, que con el tiempo se convirti¨® en escritor y director de cine (se hizo con un Oscar en 1975 por su documental The Man Who Skied Down Everest) cont¨® lo vivido durante esos d¨ªas junto a Marilyn en un libro publicado en 2012 y que ahora reedita Taschen, Marilyn & Me. Un mito, el de la Marilyn, que este 2021 no har¨¢ m¨¢s que renacer: pr¨®ximamente se estrenar¨¢ en Netflix la pel¨ªcula Blonde, basada en la novela de Joyce Carol Oates del mismo t¨ªtulo y que se adentra en la vida de la actriz californiana con Ana de Armas como protagonista.
Es muy f¨¢cil reemplazar a un fot¨®grafo
¡°No seas tan arrogante¡±, contest¨® Marilyn a la broma de Schiller. ¡°Es muy f¨¢cil reemplazar a un fot¨®grafo¡±. Una frase, tambi¨¦n en clave de humor, que borr¨® inmediatamente la sonrisa de la cara del fot¨®grafo. A mediados de 1962 Lawrence estaba lejos de ser un fot¨®grafo conocido. Ten¨ªa 25 a?os y acababa de abrir un estudio en Los ?ngeles. Se dedicaba sobre todo a la fotograf¨ªa publicitaria, pero de vez en cuando los editores de algunas de las revistas m¨¢s relevantes le asignaban encargos importantes como seguir a Nixon durante la campa?a electoral de 1960 ¨Cque acab¨® perdiendo frente a J.F. Kennedy¨C, o retratar a los asistentes al funeral de Clark Gable para Paris Match.
Tambi¨¦n lo sol¨ªan mandar a fotografiar rodajes. Durante las d¨¦cadas de los cincuenta y los sesenta, las revistas ilustradas eran uno de los medios de comunicaci¨®n m¨¢s importantes para los estudios cinematogr¨¢ficos: que una revista como Time, Life, Look o The Sunday Times incluyesen reportajes sobre su pr¨®ximo estreno, supon¨ªa una gran ayuda a la hora de promocionarlo a escala global. Fue en uno de estos trabajos, fotografiando para Look el rodaje de El multimillonario (1960) donde Schiller hab¨ªa conocido a Monroe. Poniendo en pr¨¢ctica una simpat¨ªa que reconoce que le ha ayudado mucho a lo largo de toda su carrera, Schiller le hab¨ªa ca¨ªdo en gracia a la estrella.
En los tres d¨ªas que hab¨ªa pasado con ella en 1960 acab¨® descubriendo que la actriz ten¨ªa una personalidad que distaba mucho de la que mostraba en pantalla. Se encontr¨® con una mujer inteligente, culta, que controlaba a la perfecci¨®n su imagen y que le daba constantemente ideas para sus instant¨¢neas. ¡°Ella sab¨ªa mejor que nadie qu¨¦ funcionaba mejor en c¨¢mara. Como actriz era enormemente insegura, pero como modelo no lo era en absoluto¡±, cuenta el propio Schiller en el libro.
La vida de Marilyn se hab¨ªa complicado bastante durante los dos a?os que hab¨ªan transcurrido entre aquellas dos pel¨ªculas. Profesionalmente no le iba bien: El Multimillonario fue un fracaso comercial a pesar de incluir canciones tan emblem¨¢ticas como My heart belongs to daddy; y tampoco consigui¨® protagonizar Desayuno con diamantes a pesar de que Truman Capote hizo todo lo posible para que fuera contratada. El rodaje en 1961 de Vidas rebeldes fue un infierno: la actriz sufr¨ªa de c¨¢lculos en el ri?¨®n, problemas oculares y una severa adicci¨®n a las pastillas para dormir. Para colmo, tras la filmaci¨®n, otra de las estrellas de la cinta, Clark Gable, muri¨® y Monroe fue culpada por los medios de su fallecimiento debido a las largas horas de espera a las que somet¨ªa al equipo bajo el duro sol del desierto de Nevada.
Lo peor, sin embargo, estaba en su vida personal. Tras cuatro a?os de matrimonio, se divorci¨® de Arthur Miller justo al terminar Vidas rebeldes, cuyo guion ¨¦l hab¨ªa firmado. Y despu¨¦s tuvo un corto romance con Frank Sinatra que agrav¨® m¨¢s si cabe sus problemas emocionales. Toc¨® fondo al ser ingresada contra su voluntad durante tres d¨ªas en una celda acolchada de un hospital psiqui¨¢trico de Nueva York, de donde la sac¨® su exmarido Joe DiMaggio.
Pero a pesar de toda esta tormenta de problemas, en 1962, la 20th Century Fox requiri¨® sus servicios: tendr¨ªa que adelgazar diez kilos para protagonizar Something¡¯s Got to Give. Y no ten¨ªa opci¨®n: estaba obligada por contrato.
Esa escena de la piscina
Schiller pas¨® varios d¨ªas fotografiando a la actriz en su camerino o preparando escenas junto al resto del elenco, que inclu¨ªa a Dean Martin y a Wally Cox, pero desde que hab¨ªa le¨ªdo el guion de la pel¨ªcula sab¨ªa que las mejores fotos llegar¨ªan cuando se rodase la escena en la que Marilyn nadaba en una piscina bajo la atenta mirada de Martin. Ese era el momento clave, el que traer¨ªa las portadas que tanto ansiaba el estudio, Monroe y el propio fot¨®grafo. Cada uno, por motivos diferentes.
En el plan de rodaje quedaba claro que Marilyn aparecer¨ªa desnuda, pero nadie se imaginaba que la actriz fuera a estar realmente desnuda. Cuando, tras de una larga espera, apareci¨® para la filmaci¨®n, llevaba un albornoz azul y debajo un bikini del color de su piel. Se tir¨® a la piscina y Schiller comenz¨® a disparar con dos c¨¢maras, una en color y otra en blanco y negro.
Conforme Marilyn chapoteaba en la piscina, el fot¨®grafo se dio cuenta de que primero desapareci¨® la parte de arriba de su bikini y luego, el resto. Entre las tomas, la actriz posaba, se lo estaba pasando muy bien. ¡°Marilyn era el sue?o de cualquier fot¨®grafo con la ropa puesta y mucho m¨¢s sin ella¡±, relata Schiller. ¡°Su piel h¨²meda brillaba, su mirada era radiante. Le faltaba una semana para cumplir 36 a?os y estaba mejor que nunca. Se mostraba incre¨ªblemente segura delante de la c¨¢mara y su confianza era contagiosa. En aquel momento, no hab¨ªa ni rastro de aquella mujer que hab¨ªa pasado por tantas dificultades a lo largo de su vida¡±.
Cuando la sesi¨®n termin¨® tras un par de horas, Schiller sab¨ªa que el material que ten¨ªa era de primera calidad. Diecis¨¦is rollos de 36 exposiciones en blanco y negro y tres en color. Y aunque todav¨ªa faltaba que Monroe revisara y aprobara las im¨¢genes, sab¨ªa que no iba a ser muy estricta, ya que necesitaba la publicidad. La competencia en Hollywood era brutal en aquella ¨¦poca: mientras Marilyn estaba rodando Something¡¯s Got to Give, Anne Bancroft y Patty Duke protagonizaban El milagro de Ana Sullivan; Bette Davis y Joan Crawford estaban con ?Qu¨¦ fue de Baby Jane?; Katharine Hepburn interpretaba Larga jornada hacia la noche de Eugene O¡¯Neill; Geraldine Page y Paul Newman Dulce p¨¢jaro de juventud; Lee Remick y Jack Lemmon iban a empezar con D¨ªas de vino y rosas y Gregory Peck encarnaba al abogado Atticus Finch en Matar a un ruise?or.
Marilyn dio su autorizaci¨®n para que se publicaran m¨¢s de cincuenta instant¨¢neas. El resto fueron destruidas por Schiller al d¨ªa siguiente, ajeno al valor hist¨®rico y comercial que las im¨¢genes hubieran adquirido solo unos meses despu¨¦s. ¡°Viv¨ªa en el presente y no en el futuro¡±, afirma en el libro. La actriz puso otra condici¨®n: que ninguna de las revistas que las publicaran hablasen de Elizabeth Taylor en ese n¨²mero.
Mientras Schiller estaba ocupado en las negociaciones con las revistas interesadas en las fotos, el rodaje de la pel¨ªcula segu¨ªa adelante, pero el ambiente de la producci¨®n se hab¨ªa enrarecido hasta alcanzar un nivel casi insoportable. Los directivos del estudio estaban enfadados por los continuos retrasos que el comportamiento de Marilyn hab¨ªa provocado en la pel¨ªcula. Llegaba tarde, abandonaba el set para asistir a compromisos personales (como ir a cantar el cumplea?os feliz al presidente Kennedy) o dec¨ªa que estaba enferma. As¨ª que la Fox, despu¨¦s calcular que la conducta de la actriz le hab¨ªa costado m¨¢s de medio mill¨®n de d¨®lares, y comprobar lo poco que se hab¨ªa rodado, decidi¨® despedirla, demandarla por da?os y perjuicios y poner fin al proyecto.
Aunque ya no hab¨ªa pel¨ªcula que promocionar, a los editores no les cost¨® encontrar un nuevo enfoque para las fotos y la revista Life fue la primera en sacar en portada una de las im¨¢genes de Marilyn junto a la piscina el 16 de julio de 1962. A esta publicaci¨®n le seguir¨ªan muchas m¨¢s por todo el mundo, lo que convirti¨® a Schiller en un fot¨®grafo famoso y le proporcion¨® el suficiente dinero como para dar la entrada de una casa. ¡°Voy a colgar un cartel en la puerta que diga: ¡®La casa que Marilyn compr¨®¡±, bromeaba Schiller con la actriz en aquellos d¨ªas. Ella le dijo que le hac¨ªa muy feliz haberle ayudado a conseguirlo.
Marilyn tambi¨¦n estaba muy satisfecha con toda la publicidad que las fotos estaban generando. Schiller le llevaba cada pocos d¨ªas m¨¢s revistas nacionales y extranjeras con su imagen en portada, que ella ten¨ªa desparramadas por su sal¨®n.
La ¨²ltima vez que la visit¨® en su casa, se encontr¨® a la actriz cuidando de las flores del jard¨ªn, con el pelo suelto, sin maquillaje y con un sencillo vestido blanco. El fot¨®grafo la not¨® un poco m¨¢s brusca de lo habitual, le entreg¨® las revistas, otro set de fotos para su aprobaci¨®n que estaba destinado a salir en Playboy y le dijo que se iba de vacaciones unos d¨ªas a Palm Springs. Quedaron en hablar a su vuelta y se despidieron como siempre.
5 de agosto de 1962
Al segundo d¨ªa de estar en la playa, una llamada despert¨® a Schiller antes de las 7 de la ma?ana. Hab¨ªan encontrado a Monroe muerta en su dormitorio. Todo apuntaba a que la causa del fallecimiento hab¨ªa sido una sobredosis de barbit¨²ricos, las pastillas que usaba para conciliar el sue?o. En la prensa se hablaba de suicidio, pero en su ¨²ltimo encuentro Marilyn no le hab¨ªa parecido una persona que desease morir. ¡°Por otra parte, ?qu¨¦ pinta tiene una suicida?¡±, se pregunta el fot¨®grafo en el libro.
La conmoci¨®n fue total. Schiller acudi¨® a casa de la estrella con su c¨¢mara y nadie le pidi¨® ning¨²n tipo de acreditaci¨®n; tanto Life como Paris Match le hab¨ªan asignado cubrir los acontecimientos de la muerte de Marilyn y su entierro, que acab¨® organizando su exmarido, Joe DiMaggio. Aunque el matrimonio entre ambos hab¨ªa sido un desastre ¨Csobre todo por los celos de ¨¦l¨C. de alguna manera el exjugador de b¨¦isbol se sent¨ªa todav¨ªa responsable de la actriz.
En el funeral se ech¨® de menos a muchas de las personas que hab¨ªan marcado la vida de la estrella. ¡°Sus compa?eros de Con faldas y a lo loco, Jack Lemmon y Tony Curtis, no estaban all¨ª¡±, recuerda Schiller. ¡°Los directores George Cukor, John Huston, Billy Wilder y Elia Kazan no estaban all¨ª. Su primer marido, Jim Dougherty, y su tercer marido, Arthur Miller, tampoco. Frank Sinatra, Peter Lawford, Dean Martin y Wally Cox, tampoco. Los hermanos Kennedy tampoco. Se comentaba que DiMaggio se hab¨ªa asegurado de que aquellos que ¨¦l pensaba que hab¨ªan destruido la vida de la actriz no fueran invitados a presentarle sus respetos¡±.
Lee Strasberg, que hab¨ªa sido profesor de Monroe en el Actor¡¯s Studio, fue el encargado de pronunciar unas palabras en el funeral que quiz¨¢ son las m¨¢s sensibles y, a la vez, las m¨¢s certeras a la hora de decodificar a un personaje tan complejo como fue la actriz californiana. Se refiri¨® a ella como ¡°una leyenda¡± y la describi¨® como un ¡°ser humano c¨¢lido, impulsivo, t¨ªmido y solitario. Sensible y con mucho miedo a sentirse rechazada¡±. Habl¨® de la esperanza que ten¨ªa en un futuro que ya nunca llegar¨ªa y tambi¨¦n de ¡°su luz, una combinaci¨®n de melancol¨ªa, brillo y deseo, que la apartaba del mundo y a la vez hac¨ªa que todos se sintieran atra¨ªdos hacia ella¡±.
Con el paso de los a?os, el mito de Marilyn se hizo m¨¢s y m¨¢s grande. Seg¨²n Schiller, Monroe es mucho m¨¢s famosa hoy en d¨ªa de lo que nunca lo hab¨ªa sido en su ¨¦poca. Y, en parte, las fotos de aquel d¨ªa han contribuido definitivamente a ello, porque muestran a la persona de la que hablaba Strasberg en su parlamento en el funeral. Una mujer excepcional pero que encerraba tambi¨¦n un misterio insondable. Que encarnaba esa mezcla contradictoria de tristeza y soledad en medio de una nube de aduladores. La cr¨®nica de Schiller, por su parte, complementa esa visi¨®n y recrea ante nosotros a una mujer real, viva y extraordinaria cuya vida se termin¨® de una forma brusca e inesperada.
¡°Marilyn sigue siendo una presencia viva y extraordinaria en mi vida¡±, concluye Schiller, que hoy tiene 84 a?os y vive en Nueva York, en el ¨²ltimo p¨¢rrafo del libro. ¡°A¨²n pienso en ella a menudo¡±.
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