Cosas que no olvid¨¦
Hallazgos y lecturas, momentos vividos que merecen ser recuperados, propuestas que nunca se materializaron. Estas notas sueltas y recuerdos del periodista Patxo Unzueta recogen el paso del tiempo y la huella de la vida
El primer d¨ªa de clase de Lengua y Literatura de bachiller, curso 1958-1959 en el colegio de los Escolapios de Bilbao, el profesor, un cura joven que ven¨ªa de Roma, donde hab¨ªa sido secretario del padre general de la orden, nos propuso elegir el mejor comienzo de entre una selecci¨®n de tres o cuatro frases. Recuerdo dos de ellas. La primera era esta: ¡°Desde los tiempos de nuestros primeros padres¡¡±. La segunda dec¨ªa: ¡°Si el cielo se ganase a fuerza de oraciones, a buen seguro mi t¨ªa abuela¡¡±. Este era el comienzo m¨¢s original, seg¨²n opin¨® el profesor, y el menos original, el del para¨ªso terren...
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El secretario del general
El primer d¨ªa de clase de Lengua y Literatura de bachiller, curso 1958-1959 en el colegio de los Escolapios de Bilbao, el profesor, un cura joven que ven¨ªa de Roma, donde hab¨ªa sido secretario del padre general de la orden, nos propuso elegir el mejor comienzo de entre una selecci¨®n de tres o cuatro frases. Recuerdo dos de ellas. La primera era esta: ¡°Desde los tiempos de nuestros primeros padres¡¡±. La segunda dec¨ªa: ¡°Si el cielo se ganase a fuerza de oraciones, a buen seguro mi t¨ªa abuela¡¡±. Este era el comienzo m¨¢s original, seg¨²n opin¨® el profesor, y el menos original, el del para¨ªso terrenal. Tambi¨¦n era profesor de Religi¨®n y no he olvidado lo que nos plante¨® en su primera clase: si cre¨ªamos que el hombre desciende del mono. Era su forma de despertar nuestro inter¨¦s por la asignatura.
Muchos a?os despu¨¦s, hace unos 20, trabajando ya como periodista de EL PA?S, me pasaron entre los peri¨®dicos del d¨ªa un ejemplar de El Diario Vasco de San Sebasti¨¢n, peri¨®dico que solo muy de vez en cuando me llegaba. Pero aquel d¨ªa me lo trajeron y yo lo abr¨ª casualmente por la p¨¢gina de las esquelas y pude ver la suya con sus dos primeros apellidos, lo que exclu¨ªa una posible confusi¨®n con otra persona. Dio la casualidad poco habitual de que en la esquela ven¨ªa el domicilio del fallecido. As¨ª que decid¨ª escribir a su viuda a esa direcci¨®n, cont¨¢ndole la influencia que, para nosotros, adolescentes de 13 o 14 a?os, hab¨ªa tenido su marido en nuestra formaci¨®n. Nunca contest¨® a la misiva, con lo que no tuve noticias de su marido en 50 o m¨¢s a?os, excepto la de que hab¨ªa ¡°colgado los h¨¢bitos¡±. Lo cual nos impact¨® bastante, aunque ya hab¨ªa dejado de ser noticia que un fraile dejase de serlo. En Roma se hizo popular por entonces un cl¨¦rigo llamado Atchipico o algo parecido al que acusaban los m¨¢s fan¨¢ticos llam¨¢ndole renegado y de quien tambi¨¦n nos habl¨® en su d¨ªa nuestro profesor de Literatura. Otra escena que recuerdo parece sacada de la vida del autor Arturo Barea en su libro autobiogr¨¢fico La forja de un rebelde. El futuro escritor se cruza en un parque con el cura del colegio con el que m¨¢s confianza hab¨ªa tenido en los a?os escolares, paseando con una mujer a la que presenta con un ¡°aqu¨ª mi mujer¡± que le conmueve profundamente.
Esquelas abreviadas
(A prop¨®sito de las esquelas, ?por qu¨¦ casi todas las que se publican en los peri¨®dicos incluyen, con independencia de las creencias de la persona fallecida, una letan¨ªa con profusi¨®n de abreviaturas que informa al lector de que el finado ha recibido los S.S. y la B.A. de S.S.?).
L¨ªder despapelizado
A finales de los a?os sesenta y deslumbrados por el ¨¦xito propagand¨ªstico de ETA, brotaron en Espa?a decenas de grup¨²sculos defensores de la superioridad de la acci¨®n armada (o desarmada, pero siempre bajo la amenaza de pasar de la teor¨ªa a la pr¨¢ctica). En ocasiones hasta extremos rid¨ªculos. Sirva de ejemplo la operaci¨®n consistente en robar al entonces l¨ªder de CC OO del Pa¨ªs Vasco, Tom¨¢s Tueros, los papeles con los que estaba preparando, en una cafeter¨ªa de Portugalete (o de Sestao), una charla que iba a dar aquel d¨ªa. Para los defensores de la superioridad del m¨¦todo (violento) sobre la inercia del discurso pac¨ªfico, lo que importaba no eran las ideas que defend¨ªan aquellos papeles, sino la audacia de hab¨¦rselos requisado a quien era el principal l¨ªder sindical del Pa¨ªs Vasco.
El dilema del prisionero
En El prisionero de Zenda hay una escena en la que Stewart Granger dice a Deborah Kerr que le acompa?e. ¡°?Es una orden o un ruego?¡±, pregunta ella, y ¨¦l responde: ¡°Se lo ordeno humildemente¡±.
A rajatabla
¡°Me atrevo a decir¡± (y dijo el coronel Jos¨¦ Luis Garc¨ªa Guti¨¦rrez, jefe de los servicios secretos de psicolog¨ªa del Ministerio de Defensa, en una entrevista publicada en EL PA?S el 13 de febrero de 2000) que al ser menos inteligentes cumplir¨ªan m¨¢s a rajatabla las ¨®rdenes recibidas. Era su explicaci¨®n de por qu¨¦ el ministerio hab¨ªa rebajado el cociente intelectual m¨ªnimo exigible para ser admitido en las Fuerzas Armadas espa?olas. Resulta m¨¢s que humillante considerar un dem¨¦rito ser visto como alguien demasiado inteligente para ser eficaz. Hay un paralelismo transparente con un episodio de la Segunda Guerra Mundial relatado por Curzio Malaparte en un libro que titul¨® La piel.
El oficial italiano al cargo de un grupo de prisioneros concentrados en un terreno al aire libre les ordena dividirse en dos, con el criterio de que se coloquen a la diestra del oficial los que sepan leer y escribir, y a siniestra los que no sepan. Los del primer grupo dan por seguro que la segregaci¨®n servir¨¢ para ser enviados a puestos m¨¢s c¨®modos de oficinista y similares y se mofan de los del otro grupo, dando por supuesto que est¨¢n destinados a ocuparse de tareas de intendencia. A continuaci¨®n, ordena disparar a bulto contra los que saben, comentando a sus ayudantes: ¡°Hay que desconfiar de estos porque los que saben leer y escribir son casi todos comunistas¡±.
?Qu¨¦ pensar¨ªa la azafata?
Seguramente se sentir¨ªa a la vez imprescindible y superflua. Hab¨ªa expuesto, ante la indiferencia general del pasaje, las medidas de seguridad previstas para caso de emergencia. Pero si tal caso ocurriera realmente, los pasajeros tratar¨¢n desesperadamente de recordar sus palabras y rescatar hasta el m¨ªnimo gesto de ella que pudiera orientar su conducta.
Entusiasmo exagerado
Cuba: ¡°Resultaba emocionante ver a una viejecita con su grueso tomo de El manifiesto comunista bajo el brazo¡±, escribi¨® un forofo y lo reprodujo Luis Carandell en Triunfo. Hace de esto muchos a?os, pero sigue siendo verdad que, por muy forofo que fuera el autor de la frase, dif¨ªcilmente superar¨ªa cualquier edici¨®n de ese brillante panfleto sus 40 o 50 p¨¢ginas. Brevedad es uno de los m¨¦ritos del Manifiesto y motivo decisivo de su ¨¦xito para lectores de varias generaciones.
F¨²tbol por imitaci¨®n
Visita al vivero del Athletic en Lezama a mediados de la d¨¦cada de los ochenta con el periodista deportivo Alfredo Rela?o. Estuvimos un rato hablando de f¨²tbol con I?aki S¨¢ez, que era por entonces el responsable de Lezama. De entre los temas que comentamos, hay uno en particular que he recordado muchas veces. La idea de que el f¨²tbol se aprende por imitaci¨®n y que el aprendizaje se inicia hacia la edad de los nueve a?os, cuando se despierta en los ni?os el instinto mim¨¦tico. Antes los ni?os imitaban a los futbolistas ensayando los lunes en el patio del colegio las jugadas vistas la v¨ªspera en el campo de juego. Ahora les copian el corte de pelo.
La mirada de la madre
El ni?o, de unos tres o cuatro a?os, se sub¨ªa al talud situado frente al banco desde el que le vigilaba su madre y bajaba por la otra vertiente de lo que deb¨ªa parecerle una verdadera monta?a que le ocultaba moment¨¢neamente la visi¨®n de ella. El juego consist¨ªa en ese ser visto y dejar de serlo a voluntad. Como taparse los ojos y destap¨¢rselos para cerciorarse de que la madre segu¨ªa all¨ª, y ¨¦l a cubierto. Cuando ella se mov¨ªa para no perderle de vista, el ni?o buscaba esa mirada de seguridad. El juego culminaba cuando una voz conocida anunciaba la llegada del padre que con su abrazo completaba el c¨ªrculo de seguridad del ni?o. (Resumen de un art¨ªculo de la psic¨®loga y escritora Remei Margarit publicado en La Vanguardia el 29 de mayo de 2004).
Escena de teatro
Uno: Woody Allen naci¨® el mismo d¨ªa que yo, el 1 de diciembre, pero de 10 a?os antes.
Dos: No pretender¨¢s decir que t¨² eres el verdadero Woody; porque lo soy yo.
Uno (saliendo): Si lo fueras no habr¨ªas dicho eso.
?Dimensi¨®n pol¨ªtica de ETA?
ETA no es hoy un problema fundamentalmente policial, opinaba el entonces ministro del Interior, Jorge Fern¨¢ndez D¨ªaz, en EL PA?S el 16 de febrero de 2012, es decir, poco despu¨¦s del cese definitivo de la violencia terrorista por parte de la banda, en octubre de 2011. Tras ese final dec¨ªa el entrevistado: ¡°ETA tiene una dimensi¨®n pol¨ªtica que no podemos obviar¡±. Esto no significa ignorar que ETA y sus ap¨¦ndices no eran todav¨ªa un partido como los dem¨¢s: y que no lo ser¨ªan mientras no renunciasen a la v¨ªa de la violencia. Pero s¨ª significa que los dem¨®cratas no pueden hacer como que fuera lo mismo que ETA siguiera matando, extorsionando o amenazando, o que haya dejado de hacerlo. El ministro ten¨ªa por tanto la raz¨®n de su parte o m¨¢s parte de raz¨®n que quienes lo negaban demasiado tajantemente.
Si hubiera ganado la oposici¨®n democr¨¢tica
En una reuni¨®n sobre el final de ETA celebrada el 27 de noviembre de 2018 en la Casa ?rabe de Madrid, Teo Uriarte, uno de los seis condenados a muerte en el juicio de Burgos, desvel¨® ante los asistentes (asociaciones de v¨ªctimas, exmiembros de ETA, periodistas especializados en terrorismo¡) que, estando en la c¨¢rcel de C¨¢ceres en v¨ªsperas de las elecciones del 15 de junio de 1977, recibi¨® un escrito de un sector de miembros y exmiembros de la organizaci¨®n con la propuesta de que, si la oposici¨®n democr¨¢tica ganaba esas elecciones, ETA tendr¨ªa que abandonar la eufem¨ªsticamente llamada lucha armada. Es decir, que carecer¨ªa de argumentos para seguir, pues se habr¨ªa demostrado que s¨ª era posible derrocar a la dictadura franquista por medios democr¨¢ticos y pac¨ªficos.
Todo esto tiene seguramente relaci¨®n con viejos debates en sectores de izquierda radical sobre si era materialmente o no posible derrotar a la dictadura sin violencia por medios exclusivamente pol¨ªticos y democr¨¢ticos. Es decir, ganando las elecciones y formando un Gobierno que respetase las mayor¨ªas y minor¨ªas resultantes, lo que desautorizar¨ªa a los sectores que sosten¨ªan que el franquismo hab¨ªa cegado todas las salidas pac¨ªficas posibles haciendo indispensable la acci¨®n revolucionaria.
La propuesta, bastante ingenua vista desde el hoy (¡°despu¨¦s de visto, qu¨¦ listo¡±), habr¨ªa tenido seguramente escaso recorrido. Sin embargo, ?qu¨¦ habr¨ªa pasado si el Gobierno hubiera aceptado el desaf¨ªo como base para una negociaci¨®n? ?Habr¨ªa sido posible un consenso en torno a una mayor¨ªa parlamentaria que llevase esa propuesta en su programa electoral?
Que pregunten
Moraira (Alicante), fiestas patronales de verano. Autos de choque, tiovivos, cama el¨¢stica. En esta ¨²ltima atracci¨®n hay un cartel: est¨¢ prohibido entrar con los zapatos puestos. Nota: los que no sepan leer que pregunten al encargado.
¡®Hojas sueltas¡¯ es un espacio en el que el periodista Patxo Unzueta lleva a cabo un ¡®collage¡¯, con episodios cotidianos, retazos de lecturas, peque?as y grandes historias y noticias pol¨ªticas, en la tarea de intentar comprender una realidad compleja.