¡®Hybris¡¯
A J. K. Rowling le cay¨® la del pulpo. Un ej¨¦rcito de t¨¢banos acus¨® a la nueva ninfa ?o de todas las amarguras de la tierra
Los griegos, de quienes somos herederos, sab¨ªan que los dioses pueden hacernos perder pie. Contaban historias sobre ello. ?caro, por ejemplo: construy¨® unas alas de cera, vol¨® demasiado alto, cerca del sol, se le fundieron y cay¨® a tierra desde enorme altura dando volteretas. Se hizo pulpa. La manera en que los dioses hacen que la gente se estrelle tiene dos nombres: uno es at¨¦, nos ciegan y por ello no vemos d¨®nde nos metemos. Otro es hybris: lo vemos, pero nos creemos que lo que enfrentamos no vale ni el trabajo de medirlo.
La hybris est¨¢ relacionada con la soberbia, pec...
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Los griegos, de quienes somos herederos, sab¨ªan que los dioses pueden hacernos perder pie. Contaban historias sobre ello. ?caro, por ejemplo: construy¨® unas alas de cera, vol¨® demasiado alto, cerca del sol, se le fundieron y cay¨® a tierra desde enorme altura dando volteretas. Se hizo pulpa. La manera en que los dioses hacen que la gente se estrelle tiene dos nombres: uno es at¨¦, nos ciegan y por ello no vemos d¨®nde nos metemos. Otro es hybris: lo vemos, pero nos creemos que lo que enfrentamos no vale ni el trabajo de medirlo.
La hybris est¨¢ relacionada con la soberbia, pecado capital cristiano de siempre. A poco que afinemos vamos a encontrar siempre casos de hybris, quiero traer uno. J. K. Rowling es una autora, premio Pr¨ªncipe de Asturias, muy estimada. Consigui¨® dotar a la literatura juvenil de una nueva saga, Harry Potter, que produjo historias, personajes, pel¨ªculas y sue?os. Gan¨® el de la Concordia en 2003. Fue este y no otro porque su escritura supera el supuesto multiculturalismo que se amplifica desde alguna esquina del mundo. En todas partes ni?as y ni?os la leen y sue?an con lo que pinta. Recuerdo su estancia en Oviedo: su editorial calcul¨® a la micron¨¦sima lo que pod¨ªa decir y a qui¨¦n. Distancia m¨¢xima. Rowling ha sido y es un negocio millonario de ventas. Su protocolo super¨® en distancia a todos.
?Pero resulta que usa Twitter! Las redes sociales, todos los famosillos lo saben, son un peligro. De ah¨ª que contraten a terceros que manejen sus perfiles, y los alimenten. Porque poca gente aguanta la distancia corta. Las redes ense?an los flancos d¨¦biles y admiten a gran cantidad de actantes que jam¨¢s superar¨ªan la idoneidad de di¨¢logo, aunque no por ello pierdan las ganas. Pues he aqu¨ª que Rowling se atrevi¨® a opinar, no sobre un tema delicado, sino sobre una moda del momento que est¨¢ causando m¨¢s distorsiones de las que cabe imaginar: si somos varones o mujeres por elecci¨®n. Este fue su silbido: ¡°V¨ªstete como quieras. Ll¨¢mate como quieras. Acu¨¦state con cualquier persona adulta que est¨¦ de acuerdo. Vive tu vida en paz, tranquilamente y a salvo. Pero ?llegar a echar a una mujer de su trabajo por afirmar que el sexo es algo real?¡±. Bueno, en Inglaterra esas cosas estaban empezando a poder ocurrir. As¨ª lo supo a sus expensas Maya Forstater. Rowling sal¨ªa en su defensa.
Le cay¨® la del pulpo y as¨ª sigue. Un ej¨¦rcito de t¨¢banos acus¨® a la nueva ninfa ?o de todas las amarguras que pueblan la tierra. La tacharon de lo ¨²ltimo de lo ¨²ltimo y de padecer todas las refobias. Hasta los actorcillos que se emplearon en las pel¨ªculas de la saga compraron piedras y reservaron sitio. Pr¨¢cticamente pidieron que saliera en cueros a pedir perd¨®n. Porque ?a qui¨¦n se le ocurre decir que el sexo es un dato observable de la biolog¨ªa? Rowling ha escrito un largo ensayo, tambi¨¦n en las redes, para frenar la lapidaci¨®n. Se le ha ocurrido mencionar su pasado de mujer maltratada. Consecuencia: entrevistan en primera p¨¢gina a su macarra primer marido que dice haberse alegrado mucho, ahora y en su d¨ªa, de darle de bofetadas. La gente asiste estupefacta al linchamiento p¨²blico de una figura admirada. Todo es tan sin medida que percibe la hybris del asunto en juego. Quiz¨¢ no tenga que ver, pero sus libros se vuelven a vender como nunca antes.