El poder omn¨ªmodo que hered¨® Maduro
El presidente de Venezuela, sin los poderes arbitrales de Ch¨¢vez, y sin un mercado del petr¨®leo ventajoso, se apoya en los militares y se radicaliza
?Se consolida Maduro en el poder? Esa es la pregunta con la que cualquier observador que conozca las catastr¨®ficas condiciones en las que desenvuelve la vida de los venezolanos resume su desconcierto. Pero se trata de una pregunta que deber¨ªa resonar en quienes constatan el acelerado deterioro de los indicadores democr¨¢ticos en el mundo entero: el caso venezolano es el triste cat¨¢logo de las t¨¦cnicas para horadar un r¨¦gimen democr¨¢tico desde adentro, sustituy¨¦ndolo progresivamente por un nuevo tipo de autoritarismo sobre cuya caracterizaci¨®n no hay a¨²n un consenso ni en el mundo pol¨ªtico ni en el acad¨¦mico.
Los venezolanos tenemos m¨¢s de veinte a?os poni¨¦ndole nombres diversos a nuestra experiencia, tratando de entender su l¨®gica, que escapa de la ya oxidada distinci¨®n entre derecha e izquierda, progresismo o conservadurismo, socialismo o mercado, a pesar de lo que proclama el discurso oficial, que se envolvi¨® con las deste?idas banderas de la izquierda m¨¢s atrasada para legitimar su ambici¨®n milenarista. Lo que une todas las interpretaciones, y a la vez explica su diversidad, es el car¨¢cter mutante del r¨¦gimen inaugurado por Hugo Ch¨¢vez en 1999, y su sorprendente capacidad de florecer en la incertidumbre y m¨¢s a¨²n, de provocarla.
El Gobierno intenta construirse una nueva legitimidad dise?ando una oposici¨®n a su medida, que ejerza de figuraci¨®n
Hugo Ch¨¢vez no necesit¨® edificar un nuevo sistema pol¨ªtico. ?l mismo era el sistema. Y esa fue la pesada herencia que dej¨® a su sucesor Nicol¨¢s Maduro: un poder omn¨ªmodo, pero sin l¨®gica institucional, que se alimenta de alianzas lubricadas por petr¨®leo entre distintos grupos de inter¨¦s. Pero Maduro no tiene los poderes arbitrales de Ch¨¢vez. Ni la suerte de un mercado petrolero con precios estratosf¨¦ricos. Tuvo que privilegiar su alianza con el sector militar para conservar el poder mientras generaba su propio y cambiante sistema clientelar con nuevos actores econ¨®micos pol¨ªticamente leales.
Esta alianza con los militares le ha permitido a Maduro adelantar una pol¨ªtica de radicalizaci¨®n progresiva que sirve de anclaje a su nuevo sistema pol¨ªtico. Algunos expertos de los que aprecian las etiquetas hablan de un ¡°autoritarismo hegem¨®nico¡± para describirlo. Ciertamente, una vez consolidada la oposici¨®n como una mayor¨ªa electoral y social en las elecciones legislativas de 2015, el liderazgo opositor se plante¨® como objetivo estrat¨¦gico precipitar el cambio pol¨ªtico y hacer efectiva su mayor¨ªa, precisamente intentando evitar la estabilizaci¨®n del r¨¦gimen madurista. Y la decisi¨®n estrat¨¦gica de Maduro fue abandonar toda pretensi¨®n democr¨¢tica y renovar sus alianzas con el club de los reg¨ªmenes desp¨®ticos del mundo.
Adem¨¢s de la asociaci¨®n con la Fuerza Armada, que realiza su proyecto de ser la gran conductora de los destinos de la Naci¨®n y beneficiaria de sus privilegios, Maduro intenta construirse una nueva legitimidad dise?ando una oposici¨®n a su medida. Una oposici¨®n que no persiga el cambio pol¨ªtico sino una modesta figuraci¨®n como acompa?ante electoral del hegem¨®n, pero que sobre todo desplace y sustituya a la oposici¨®n empe?ada en la restauraci¨®n democr¨¢tica.
El drama pol¨ªtico se desenvuelve sobre el drama humano. Quiz¨¢s las elecciones pautadas para diciembre se lleven a cabo (a pesar de la pandemia), con el resultado previsto: una mayor¨ªa para el madurismo refrendada por las militantes autoridades electorales. Pero la descomunal tragedia humana continuar¨¢, y con ella, la inestabilidad y la incertidumbre pol¨ªticas.
Colette Capriles es polit¨®loga, acad¨¦mica y escritora.
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