?Somos m¨¢s listos que un albaricoquero?
Si los humanos nos extinguimos antes de 4.700.000 a?os quedar¨¢ probado que un cerebro muy desarrollado no es una ventaja respecto a otras especies, dice el neurobi¨®logo Stefano Mancuso
La vida es un proceso cognitivo. No es posible imaginar la vida sin cognici¨®n, pues ?c¨®mo pensar que un ser vivo no es capaz de resolver problemas? ?Que no es capaz de ser ¡°inteligente¡±, por decirlo en una sola palabra? Para sobrevivir, el organismo m¨¢s simple debe ser capaz de resolver problemas en cualquier momento de su existencia. Contrariamente a esta consideraci¨®n evidente, el hombre siempre ha pensado que ¨¦l es el ¨²nico ser inteligente, o uno de los pocos. Sin duda, el m¨¢s inteligente y con poco o nada en com¨²n con el resto de los seres vivos. Para corroborar esta representaci¨®n, fuera ...
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La vida es un proceso cognitivo. No es posible imaginar la vida sin cognici¨®n, pues ?c¨®mo pensar que un ser vivo no es capaz de resolver problemas? ?Que no es capaz de ser ¡°inteligente¡±, por decirlo en una sola palabra? Para sobrevivir, el organismo m¨¢s simple debe ser capaz de resolver problemas en cualquier momento de su existencia. Contrariamente a esta consideraci¨®n evidente, el hombre siempre ha pensado que ¨¦l es el ¨²nico ser inteligente, o uno de los pocos. Sin duda, el m¨¢s inteligente y con poco o nada en com¨²n con el resto de los seres vivos. Para corroborar esta representaci¨®n, fuera de la naturaleza y por encima de ella, imaginamos que nuestras caracter¨ªsticas son ¨²nicas. La fuente principal de nuestra supuesta superioridad se encuentra, obviamente, en nuestro gran cerebro y en su gran capacidad l¨®gica, que nos permite hacer cosas que otros seres vivos no pueden hacer: escribimos, pintamos, elaboramos teor¨ªas, componemos sinfon¨ªas. ?Pero realmente nos diferencia esta habilidad de otros seres vivos? Y, sobre todo, ?nos coloca en una condici¨®n de superioridad respecto a otros seres vivos?
Comencemos respondiendo a la primera pregunta. El hombre siempre ha tratado de definir conceptos como ¡°inteligencia¡±, ¡°mente¡±, o ¡°cognici¨®n¡±, limit¨¢ndolos a s¨ª mismo. Para hacerlo, ha elaborado nociones cada vez m¨¢s convincentes de lo que son la inteligencia y la cognici¨®n, pero los resultados no han sido los esperados. ?La inteligencia es la capacidad de usar herramientas? Hay muchos animales que usan herramientas. ?La inteligencia consiste en la capacidad de tener un pensamiento abstracto? Muchos primates, y no solo ellos, son capaces de elaborar conceptos abstractos. La inteligencia debe estudiarse como un aut¨¦ntico principio biol¨®gico real, algo muy similar a la forma en que observamos la reproducci¨®n. La capacidad de reproducirse pertenece a todos los seres vivos. La vida se reproduce, la vida se crea a s¨ª misma; la reproducci¨®n es un principio fundamental de la vida. ?A qui¨¦n se le ocurrir¨ªa afirmar que solo nos reproducimos los humanos? Desde luego, existen sistemas diferentes y muy complejos: los humanos nos reproducimos siguiendo reglas bastante complejas: las plantas tienen sistemas reproductores extremadamente originales; los hongos, los insectos y las bacterias se reproducen de manera tan diferente que es dif¨ªcil asimilar entre s¨ª estos fen¨®menos. Sin embargo, todos tienen en com¨²n el mismo resultado: la reproducci¨®n de la vida. Y, de hecho, la reproducci¨®n se define de la manera m¨¢s amplia posible: la capacidad de multiplicarse. Sin tener en cuenta sus especificidades. Las particularidades humanas no son significativas en comparaci¨®n con la forma en que se reproducen otras formas de vida.
De la misma manera deber¨ªamos ver tambi¨¦n la inteligencia, consider¨¢ndola una propiedad fundamental de la vida que hay que definir de la manera m¨¢s amplia e inclusiva posible. Por ejemplo, refiri¨¦ndonos a ella como la capacidad de resolver problemas, que es una caracter¨ªstica com¨²n a todos los seres vivos. Llegados a este punto debemos preguntarnos de d¨®nde deriva esta idea de superioridad. ?Por qu¨¦ consideramos que pertenecemos a una categor¨ªa diferente a otros seres vivos y superior a ellos? Estoy casi seguro de que cualquiera de nosotros se cree mejor que una vaca, por ejemplo, o que un albaricoquero, un gusano o una bacteria, y quien diga lo contrario miente. Darwin escribi¨®: la evoluci¨®n premia a los m¨¢s adaptados. Es una ley de la que no podemos escapar. Una ley que tiene la misma validez que la gravitaci¨®n universal. ?Por qu¨¦ no usa la palabra ¡°mejores¡± en lugar de ¡°adaptados¡±? Porque en el contexto de la vida, el t¨¦rmino ¡°mejor¡± no tiene sentido. ?¡°Mejor¡± respecto a qu¨¦? ¡°Mejor¡± solo tiene sentido si existe un objetivo. Pongamos un ejemplo: si el objetivo es saltar m¨¢s alto, los que saltan 2,10 metros son mejores que los que solo saltan 2 metros. Sin embargo, lo esencial de la vida es que el objetivo final es la capacidad de sobrevivir y propagar la propia especie.
Ahora que tenemos las ideas un poco m¨¢s claras, pregunt¨¦monos si el ser humano ¡ªcon su particular inteligencia y gracias a su gran cerebro, que permite la elaboraci¨®n de teor¨ªas, sinfon¨ªas, sonetos, etc¨¦tera¡ª est¨¢ mejor o peor adaptado para sobrevivir que otras especies. Si adoptamos esta perspectiva, m¨¢s correcta, es inevitable cambiar de opini¨®n sobre el hecho de ¡°ser mejor¡±. En efecto, se calcula que la vida media de una especie es de cinco millones de a?os. Pero tambi¨¦n hay especies mucho m¨¢s longevas; basta pensar en las con¨ªferas, helechos, musgos o incluso cocodrilos, todas ellas especies que aparecieron hace decenas de millones de a?os y que a¨²n existen. Sin embargo, conform¨¦monos con tener en cuenta la duraci¨®n media, cinco millones de a?os. El Homo sapiens apareci¨® hace unos 300.000 a?os. Para estar seguros de que nuestro gran cerebro, el ¨®rgano del que estamos tan orgullosos, es realmente una ventaja evolutiva, tendremos que superar primero los cinco millones de a?os. Si sobrevivimos otros 4.700.000 a?os estaremos, sencillamente, en el mismo t¨¦rmino medio que las dem¨¢s especies; tendremos que superar ese l¨ªmite para demostrar, en t¨¦rminos darwinianos, que nuestro cerebro es una ventaja. Imagino que, despu¨¦s de considerar las posibilidades de que nuestra especie sobreviva otros 4.700.000 a?os, el n¨²mero de personas inclinadas a sentirse superiores al albaricoquero disminuir¨¢ mucho. Sin embargo, este es el significado de la evoluci¨®n. Un albaricoquero no puede hacer mucho para extinguirse y tampoco una vaca. Ambas especies se extinguir¨¢n, como muchas otras, debido ¨²nicamente a unos cambios tan enormes en el medio ambiente que ya no permitan la supervivencia de la especie. Afortunadamente, se trata de eventos catastr¨®ficos que ocurren con una periodicidad de millones de a?os. Por el contrario, la humanidad produce sin interrupci¨®n, como en una cadena de montaje, nuevas posibilidades de provocar su extinci¨®n. En cualquier caso, si nos extinguimos antes de los pr¨®ximos 4.700.000 a?os, habremos demostrado que tener un cerebro tan desarrollado no era una ventaja. Veremos.
Personalmente soy optimista. Estoy convencido de que nuestro cerebro es realmente una ventaja evolutiva: el hecho de tenerlo desde hace solo 300.000 a?os es lo que a¨²n no nos ha permitido usarlo correctamente. A este respecto, me gustar¨ªa se?alar a los pesimistas (y s¨¦ que son muchos) que cuando hablamos, por ejemplo, de uno de los mayores problemas futuros de nuestra especie, el aumento de la poblaci¨®n, nos olvidamos de uno de los lados de la moneda. Nos preguntamos: ?c¨®mo sobreviviremos en 2050, cuando seamos 10.000 millones? Razonando solo en t¨¦rminos de consumo de recursos, como si no fu¨¦semos m¨¢s que langostas, podr¨ªa parecer razonable. Sin embargo, no somos langostas y debemos considerar que esos 3.000 millones de personas adicionales que se unir¨¢n a nosotros en los pr¨®ximos 30 a?os son 3.000 millones m¨¢s de cerebros pensantes. ?Un enorme recurso! El verdadero problema es dejar a estos 3.000 millones adicionales de personas libertad para pensar. Si lo logramos, estoy convencido de que las ventajas que obtendremos ser¨¢n mucho mayores que los relativamente pocos recursos que las sostendr¨¢n.
Stefano Mancuso (1965, Italia) es neurobi¨®logo. Su ¨²ltimo libro es ¡®La naci¨®n de las plantas¡¯, de Galaxia Gutenberg.
Traducci¨®n de News Clips.