Cuanto m¨¢s grande es el cerebro, mejor se resuelven los problemas
Un estudio con 39 especies de mam¨ªferos demuestra que las de mayor enc¨¦falo tienen mayores capacidades cognitivas avanzadas
La hip¨®tesis es vieja, y a primera vista parece de sentido com¨²n: a mayor cerebro, mayores capacidades cognitivas avanzadas, como la generaci¨®n de innovaciones, la flexibilidad del comportamiento y el autocontrol. Pero hay una hip¨®tesis rival que sostiene que la inteligencia evoluciona para gestionar las interacciones sociales y permitir a los animales prever las acciones de otros, responder a ellas y manipularlas. Cient¨ªficos de la Universidad de Wyoming (EE UU) han resuelto por las bravas: sometiendo a 39 especies de mam¨ªferos a una prueba de resoluci¨®n inteligente de problemas. Gana el gran cerebro del oso, pierde el peque?o cerebro de la mangosta. Y tambi¨¦n pierden los defensores de la hip¨®tesis del cerebro social. Aqu¨ª lo que importa no es la sociedad, sino el tama?o.
Para ser m¨¢s exactos, el par¨¢metro esencial no es el tama?o absoluto del cerebro, sino su tama?o relativo respecto al cuerpo. La raz¨®n es que un cuerpo grande requiere un cerebro grande por causas triviales: se necesitan m¨¢s neuronas controlar m¨¢s c¨¦lulas musculares. Lo que los evolucionistas entienden por un incremento del tama?o del cerebro, o encefalizaci¨®n, es el aumento de su proporci¨®n respecto al tama?o del cuerpo. Por ejemplo, una hipot¨¦tica especie que redujera su cuerpo solo de cuello para abajo se habr¨ªa encefalizado.
Experimento con 140 ejemplares
Sarah Benson-Amram, del departamento de zoolog¨ªa de la Universidad de Wyoming, junto a colegas de la Universidad Estatal de Michigan y la Universidad de Minnesota, han estudiado una amplia representaci¨®n de los carn¨ªvoros. Algunas especies resultan familiares, al menos para los espectadores de La 2 ¨Cosos polares, zorros ¨¢rticos, tigres, nutrias de r¨ªo, lobos, hienas moteadas¡ª, y otras no tanto: el mantur¨®n (o gato osuno negro), el leopardo de las nieves, el glot¨®n (Gulo gulo) o carcay¨² de Alaska, y as¨ª hasta 140 ejemplares de 39 especies investigadas en nueve zoos de Estados Unidos.
El problema que deben resolver los animales es completamente nuevo para ellos. Los cient¨ªficos ponen a su alcance una caja, o jaula, con comida dentro, y el animal tiene que abrir la puerta de la caja descorriendo un cerrojo para acceder al almuerzo. El experimento es id¨¦ntico para todas las especies salvo por dos personalizaciones necesarias. Primero, el tama?o de la caja se hace proporcional al del usuario; y segundo, el men¨² se cambia para que siempre consista en el manjar favorito de la especie en cuesti¨®n: un chulet¨®n para el leopardo de las nieves, bamb¨² para el panda rojo.
Gana el gran cerebro del oso, pierde el peque?o cerebro de la mangosta
Todos tienen 30 minutos para abrir la caja, as¨ª que los m¨¢s torpes se quedan a verlas venir. El resumen de los datos es que las especies con m¨¢s cerebro en proporci¨®n a su cuerpo obtienen los mejores resultados. Es una prueba emp¨ªrica de su mayor capacidad cognitiva, y quita la raz¨®n a los partidarios de la hip¨®tesis del cerebro social. Una muestra de los resultados se puede ver en el v¨ªdeo de esta noticia, y en YouTube. El trabajo completo se publica en la revista PNAS.
Con un poco m¨¢s de detalle, el 35% de los animales (49 ejemplares de 23 especies) logr¨® abrir la caja a tiempo y zamparse la recompensa. Los mejores de todos fueron los osos, con un 70% de ¨¦xitos. Los suricatos, o gatos de roca, y las mangostas fueron claramente los peores, con un total de cero ¨¦xitos. Demasiado poco cerebro, incluso para su peque?o cuerpo. Son simp¨¢ticos, eso s¨ª. Dios reparte suerte.
El estudio tiene implicaciones para la evoluci¨®n humana, pues el registro f¨®sil de los ¨²ltimos cinco millones de a?os cuenta una historia de encefalizaci¨®n persistente desde que nuestro linaje se separ¨® del chimpanc¨¦: de los australopitecos (volumen craneal cercano al medio litro), pasando por el Homo erectus (un litro) hasta el Homo sapiens (casi litro y medio), la progresiva habilidad en la construcci¨®n y manejo de herramientas se asocia al incremento del tama?o cerebral, y en particular de los l¨®bulos frontales y prefrontales. Una vez muerto el cerebro social, la pista se despeja para entender los mecanismos evolutivos y neurol¨®gicos de la encefalizaci¨®n.
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