A un paso del manicomio
Habl¨¦ con varios. La mayor¨ªa de votantes de Trump parece gente sensata, que procura echar una mano a sus vecinos
El problema nace en el diccionario. El problema, en realidad, viene de mucho antes, pero prefiero arrancar con ¡°diccionario¡± porque es una palabra concreta. Busquen ¡°diccionario¡± en el diccionario y encontrar¨¢n una definici¨®n bastante cabal y comprensible. El problema, dec¨ªa, son las palabras abstractas. No se puede vivir sin ellas y no hay forma de entenderse con ellas. Todos sabemos lo que significan palabras como ¡°libertad¡± o ¡°justicia¡± y, sin embargo, tienen para cada uno de nosotros un significado distinto.
He pasado unos d¨ªas en Miami con motivo de las elecciones estadounidenses. Ya que estaba all¨ª, convers¨¦ con un buen n¨²mero de votantes de Donald Trump. S¨ª, entre ellos hay aut¨¦nticas caricaturas: el racista, el neonazi, el energ¨²meno, figuran entre quienes votaron a Trump. Son una peque?a minor¨ªa, aunque resulte tan visible. La mayor¨ªa parecen gente sensata, que cuida de su familia y procura echar una mano a sus vecinos. Son, y lamento recurrir a un t¨¦rmino tan rezumante de polisemia, normales.
De entrada suelen justificar su apoyo a Trump por la excelente marcha de la econom¨ªa durante su mandato, o al menos hasta que la pandemia trastoc¨® las cosas. Admiten sin dificultades que el tipo miente, insulta y se comporta en general como un pat¨¢n. Ya en confianza, con el segundo caf¨¦, suelen pasar al ataque. ?Qu¨¦ ha hecho Trump para que le odien tanto?, preguntan.
Hablamos de conversaciones anteriores a la org¨ªa de demencia poselectoral, pero da lo mismo. A muchos ciudadanos no les interesan los equilibrios constitucionales o el delicado mecanismo sobre el que se asienta una democracia representativa: eso es ¡°politiqueo¡±. Si algo les interesa de una Constituci¨®n, en este caso la estadounidense, son las palabras gordas, los titulares. Como aquello del derecho inalienable ¡°a la vida, la libertad y la b¨²squeda de la felicidad¡±. Consideran que ning¨²n presidente ha hecho tanto como Trump para ayudarles a vivir su vida, gozar de libertad y buscar la felicidad. De nuevo, ?qu¨¦ es la libertad?
En Espa?a, por lo general, solemos contraponer los t¨¦rminos ¡°democracia¡± y ¡°dictadura¡±. Sin unanimidad, porque hay quien cree que lo de Franco fue democracia y la dictadura la sufrimos ahora. En Estados Unidos, a ¡°democracia¡± se contrapone m¨¢s bien ¡°totalitarismo¡±, concepto este ¨²ltimo que conduce directamente a la idea de comunismo. En especial entre la poblaci¨®n de origen latino, que sacraliza la idea de propiedad por lo mucho que (siempre en general) le ha costado conseguir lo que tiene. El latinoamericano, por otra parte, no siente especial aversi¨®n a los dirigentes autoritarios, supongo que debido a la historia pol¨ªtica del continente. ?Somos tan distintos a ellos?
?Habr¨ªa trumpistas en Espa?a, o en otros pa¨ªses europeos, si se dieran las circunstancias? S¨ª, claro. No me refiero a partidarios del genuino Trump, sino de un dirigente con un perfil similar, adaptado a la idiosincrasia. Las instituciones se descubren muy fr¨¢giles cuando aparece alguien que apela a tus necesidades y prejuicios m¨¢s b¨¢sicos y, adem¨¢s, te regala la satisfacci¨®n de horrorizar a unos cuantos tipos que te caen mal. No crean que la mitad de los estadounidenses han enloquecido. Todas las sociedades est¨¢n a un paso del manicomio. Si alguien nos invita a entrar con las palabras adecuadas, entramos.
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