Armas de distracci¨®n masiva
El principal partido de la oposici¨®n boicotea desde hace dos a?os el Parlamento, algo muy da?ino para el sistema democr¨¢tico
Muchos pol¨ªticos han usado a lo largo de la historia mecanismos de distracci¨®n como una de las armas habituales de su discurso. Conseguir apartar moment¨¢neamente la atenci¨®n de algo a lo que deb¨ªa estar aplicada, lograr que los electores no se den cuenta precisa de lo que ocurre a su alrededor, hacerles perder la pista de lo que deber¨ªa preocuparles, es una herramienta ya denunciada en tiempos de los griegos: lo peor para el Estado no es la parcialidad, sino la distracci¨®n, escribi¨® Arist¨®teles. La cuesti¨®n es que las redes sociales han permitido que lo que antes eran peque?as herramientas m¨¢s...
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Muchos pol¨ªticos han usado a lo largo de la historia mecanismos de distracci¨®n como una de las armas habituales de su discurso. Conseguir apartar moment¨¢neamente la atenci¨®n de algo a lo que deb¨ªa estar aplicada, lograr que los electores no se den cuenta precisa de lo que ocurre a su alrededor, hacerles perder la pista de lo que deber¨ªa preocuparles, es una herramienta ya denunciada en tiempos de los griegos: lo peor para el Estado no es la parcialidad, sino la distracci¨®n, escribi¨® Arist¨®teles. La cuesti¨®n es que las redes sociales han permitido que lo que antes eran peque?as herramientas m¨¢s o menos frecuentes (y antip¨¢ticas) se hayan convertido en aut¨¦nticas Armas de Distracci¨®n Masiva (ADM), detestables. Repetidas hasta la saciedad, las ADM consiguen que algo que es evidente empiece a estar borroso o confuso, como ha demostrado durante cuatro a?os, con una formidable falta de decoro, el ya presidente saliente Donald Trump.
Una enorme bomba de distracci¨®n masiva es tambi¨¦n la lanzada por el Partido Popular a prop¨®sito de la ley presentada por el Gobierno para regular las funciones del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) cuando el mandato de sus miembros haya caducado pero contin¨²en en funciones, a la espera del relevo. Asombrosamente, el PP acusa al presidente S¨¢nchez de injerencia en las competencias del Poder Judicial y amenaza con exigir a la Comisi¨®n Europea una advertencia a La Moncloa cuando, en realidad, son los populares los que deber¨ªan haber sido denunciados en Bruselas por maniobras destinadas a impedir el normal funcionamiento de la democracia, algo imposible ahora por estar en la oposici¨®n. Lo que lleva haciendo desde hace dos a?os el Partido Popular es boicotear al Parlamento e impedirle cumplir con su obligaci¨®n, claramente establecida en la Constituci¨®n. No se trata de un simple acto de filibusterismo, la t¨¦cnica parlamentaria seg¨²n la cual se aprovecha el uso de la palabra para bloquear durante unas horas la aprobaci¨®n de una ley, sino de algo mucho m¨¢s da?ino para el sistema democr¨¢tico, porque un sector del Parlamento impide el correcto funcionamiento del ¨®rgano de gobierno de otro poder del Estado, algo que deber¨ªa ser considerado extremadamente grave.
As¨ª que es necesario llamar la atenci¨®n todas las veces que haga falta, hasta el aburrimiento, sobre el problema real: el Partido Popular es el responsable de esta crisis y todas sus protestas son una enorme maniobra de distracci¨®n para que los ciudadanos no aprecien el hecho fundamental. El principal partido de la oposici¨®n boicotea el funcionamiento del Congreso de los Diputados e interfiere en la organizaci¨®n de otro poder del Estado, como medio de presi¨®n para conseguir un fin no leg¨ªtimo. El foco no debe difuminar lo fundamental: los miembros del Consejo General del Poder Judicial deben ser reemplazados cuando cumplen su mandato mediante votaci¨®n parlamentaria, porque as¨ª lo dice la Constituci¨®n.
Es asombroso que las organizaciones judiciales no se plantaran en 2013, cuando, siendo ministro de Justicia Alberto Ruiz Gallard¨®n, se aprob¨® una reforma de la ley org¨¢nica del CGPJ en la que, con toda desfachatez, se auguran y avalan grandes periodos de anormalidad y pr¨®rrogas indefinidas en ese ¨®rgano, garantizando adem¨¢s que en ese periodo anormal no se limitar¨ªan sus facultades. Se validaba as¨ª algo que va contra usos democr¨¢ticos claramente establecidos en las democracias liberales de todo el mundo. En Espa?a, por ejemplo, la ley que regula lo que puede hacer el poder ejecutivo (Gobierno) en funciones limita su gesti¨®n al despacho ordinario de los asuntos, ¡°debiendo abstenerse de adoptar, salvo casos de urgencia debidamente acreditados y justificados, cualesquiera otra medida¡±. Y a nadie se le ha ocurrido legislar que en el caso de que los grupos parlamentarios no fueran capaces de nombrar una Mesa del Congreso se prolongar¨ªa el mandato de la Mesa saliente, integrada por diputados ya sin acta. No nos distraigamos: estamos donde estamos debido a la decisi¨®n del PP de boicotear al Congreso y a la falta de pundonor de algunos miembros del CGPJ (de una tendencia o de otra) que est¨¢n m¨¢s preocupados por asegurarse nuevo destino que por dar una lecci¨®n de decoro y dimitir.