Conspiraciones
Seg¨²n la teor¨ªa QAnon, jerifaltes del Partido Dem¨®crata y estrellas de Hollywood son una banda de s¨¢dicos ped¨®filos
Las teor¨ªas conspirativas han mejorado con el tiempo. Durante siglos fueron bastante unidimensionales: siempre ten¨ªan la culpa los jud¨ªos. Ahora tambi¨¦n, pero comparten protagonismo con otros supuestos malvados. Hay m¨¢s culpables, las tramas argumentales son m¨¢s ricas (lo del microchip en la vacuna constituye una cumbre del g¨¦nero) y, gran avance, el juego se ha hecho interactivo.
La interacci¨®n fue ensayada ya a principios de siglo, con los blogs de ¡°pa...
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Las teor¨ªas conspirativas han mejorado con el tiempo. Durante siglos fueron bastante unidimensionales: siempre ten¨ªan la culpa los jud¨ªos. Ahora tambi¨¦n, pero comparten protagonismo con otros supuestos malvados. Hay m¨¢s culpables, las tramas argumentales son m¨¢s ricas (lo del microchip en la vacuna constituye una cumbre del g¨¦nero) y, gran avance, el juego se ha hecho interactivo.
La interacci¨®n fue ensayada ya a principios de siglo, con los blogs de ¡°participaci¨®n ciudadana¡± que florecieron tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 y del 11 de marzo de 2004. Cada jugador pod¨ªa aportar presuntas pruebas o nuevas teor¨ªas. Eso aumentaba la diversi¨®n, pero complicaba la patra?a hasta hacerla incomprensible. Y una buena teor¨ªa conspirativa necesita que todo encaje. ?Se acuerdan de los ¡°peones negros¡± tras el 11-M? Al final estaban involucrados los servicios secretos de Espa?a y Marruecos, el PSOE, ETA, varios grupos yihadistas, alg¨²n vendedor de droga y hasta el pobre I?aki Gabilondo. No hab¨ªa forma de seguir un guion tan enrevesado.
Para disfrutar en condiciones de una buena teor¨ªa conspirativa se puede recurrir a la v¨ªa quir¨²rgica (una buena lobotom¨ªa hace milagros) o, con menos gasto y engorro, al peque?o imb¨¦cil que todos llevamos dentro. Mi peque?o imb¨¦cil (nunca es tan peque?o como creemos) se introdujo hace unas semanas en la conspiraci¨®n m¨¢s emocionante hasta la fecha, lo que se conoce como QAnon, y ha pasado unos d¨ªas maravillosamente trepidantes. Olviden por un momento las consecuencias pol¨ªticas, centr¨¦monos en el juego.
Conocen ya el punto de partida: los jerifaltes del Partido Dem¨®crata de Estados Unidos, las estrellas de Hollywood y una red secreta de altos funcionarios componen una banda de s¨¢dicos ped¨®filos y can¨ªbales cuyo objetivo ¨²ltimo es el control del poder mundial. Detalle simp¨¢tico: su cuartel general est¨¢ en una pizzer¨ªa. Donald Trump se propone acabar con esa terrible trama. Una fuente an¨®nima, autodenominada Q, va dando pistas sobre el combate entre el h¨¦roe Trump y los malvados progres. Cada uno de los miles y miles de jugadores puede hacer su propia interpretaci¨®n de los cr¨ªpticos mensajes de Q. A diferencia de otros juegos conspirativos, en los que se intenta explicar algo ya ocurrido (la peste, o un atentado, o una crisis econ¨®mica), aqu¨ª el juego avanza. El desenlace no ha ocurrido a¨²n.
El desenlace es denominado La Tormenta. Se trata del momento en que Trump desenmascara, detiene, juzga y ejecuta a los malvados. En el juego, no lo olvidemos, participa un presidente real, Donald Trump (en la medida en que ese hombre pueda considerarse un presidente real), y ocurren realmente cosas tremebundas, como el asalto al Capitolio. En las fechas previas a la toma de posesi¨®n de Joe Biden, la mayor¨ªa de los jugadores consideraron que la ceremonia de jura, con tantos malvados en escena, constitu¨ªa el momento perfecto para La Tormenta.
Reconozco que segu¨ª la ceremonia con la ¨ªntima esperanza de que pasara algo y que me qued¨¦ un poco chascado. Q no dijo nada. Pero un par de gui?os de Trump (¡°lo mejor est¨¢ por llegar¡±, ¡°volveremos de una forma o de otra¡±) dieron sosiego a mi estupidez: el juego continuar¨¢.
El fascismo nunca hab¨ªa progresado de forma tan amena. Qu¨¦ gran ¨¦poca esta para ser imb¨¦cil.