Hace m¨¢s de 20 a?os
Por debajo de los sondeos, el ¡®big data¡¯ y el electoralismo continuo, la realidad es bastante obvia en la calle
A principios de 2000, este diario decidi¨® que viviera una temporada en Almendralejo. Se trataba de imitar un experimento que hab¨ªa realizado anteriormente en el Reino Unido el diario brit¨¢nico The Guardian. La localidad extreme?a hab¨ªa clavado todos los resultados electorales desde 1977. Quien ganaba en Almendralejo, ganaba en Espa?a. Como el 12 de marzo de 2000 se celebraban elecciones generales, la idea consist¨ªa en averiguar qu¨¦ pensaban los almendralejanos y adivinar su voto.
La cosa se hizo bastante en serio. Una empresa demosc¨®pica cre¨® un grupo de personas que representaban, de forma proporcional, las diferentes tendencias pol¨ªticas locales. Casi cada tarde me reun¨ªa con el grupo. El resto del tiempo me dedicaba a zascandilear. Visitaba empresas, tomaba ca?as, conoc¨ªa a la aristocracia y al golfer¨ªo y charlaba con cualquiera que se pusiera a tiro.
Por entonces, el PP completaba su primera legislatura en el gobierno, con apoyo parlamentario de Jordi Pujol, y el PSOE intentaba quitarse la adicci¨®n a Felipe Gonz¨¢lez. Las fallidas primarias (Jos¨¦ Borrell gan¨® a Joaqu¨ªn Almunia, pero la presi¨®n de la ¡°vieja guardia¡± forz¨® su dimisi¨®n y finalmente fue candidato Almunia, el perdedor) dejaron al PSOE en una situaci¨®n de debilidad. Como Izquierda Unida tampoco estaba fuerte bajo el liderazgo de Francisco Frutos, ambos partidos forjaron una alianza electoral. Por las sinergias, dec¨ªan.
Los sondeos, incluidos los de la empresa demosc¨®pica que me asesoraba en Almendralejo, predec¨ªan en general un leve avance del PP. Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar pod¨ªa mantenerse al frente del gobierno, pero lejos de la mayor¨ªa absoluta. Lo que yo hab¨ªa percibido durante mi estancia extreme?a era distinto. La gente apreciaba el descenso en el desempleo juvenil y el hecho de que Espa?a fuera a formar parte del grupo inicial del euro. Entre los votantes del PP hab¨ªa satisfacci¨®n. Entre los votantes tradicionales del PSOE, des¨¢nimo. Y entre los votantes de Izquierda Unida hab¨ªa desprecio hacia el PSOE.
El d¨ªa previo a la jornada electoral, el s¨¢bado 11 de marzo, me present¨¦ en la redacci¨®n con mis conclusiones. Anunci¨¦ que en Almendralejo iba a ganar el PP de calle y que, si extrapol¨¢bamos, Aznar iba a obtener una mayor¨ªa absoluta. Yo no las ten¨ªa todas conmigo: no sab¨ªa si creer lo que dec¨ªan los sondeos o lo que hab¨ªan visto mis ojos. Mis jefes zanjaron la cuesti¨®n. Primero, los sondeos no pod¨ªan equivocarse tanto. Segundo, quiz¨¢ Almendralejo no reflejara ya el pulso pol¨ªtico de todo el pa¨ªs. Tercero, Espa?a era sociol¨®gicamente de centro-izquierda. Y cuarto, este diario no pod¨ªa aparecer el d¨ªa de las elecciones con el vaticinio de una gran victoria de Aznar. Eran argumentos comprensibles.
Horas despu¨¦s, Almendralejo clav¨® de nuevo el resultado. El PP arras¨® y obtuvo 183 esca?os. Comenzaba aquello que Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n llam¨® ¡°la aznaridad¡±.
Hace m¨¢s de 20 a?os de esta historia, anterior a las redes sociales y a las grandes crisis con que ha comenzado el siglo XXI. Espa?a es distinta. En cualquier caso, yo estoy m¨¢s convencido que entonces de que, por debajo de los sondeos, el big data y el electoralismo continuo, la realidad es bastante obvia en la calle. Siempre que uno pase en la calle el tiempo suficiente.
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