Historia de la conspiranoia que llev¨® al asalto del Capitolio. As¨ª funciona QAnon
Un movimiento que agrupa un sinf¨ªn de teor¨ªas conspirativas dio alas al bulo del fraude electoral y fue uno de los motores de la invasi¨®n del Capitolio el pasado 6 de enero en EE UU. Recibe el nombre de QAnon y difunde historias delirantes como la existencia de una red ped¨®fila comandada por los popes del Partido Dem¨®crata. ?C¨®mo consigue un bulo as¨ª llegar tan lejos?
Una de las historias m¨¢s populares en QAnon, un movimiento informe que agrupa un sinf¨ªn de teor¨ªas conspirativas en Estados Unidos, es en realidad m¨¢s antigua que el grupo en s¨ª. Trata de una supuesta red ped¨®fila comandada por los popes del Partido Dem¨®crata ¡ªcon Hillary Clinton y su jefe de campa?a, John Podesta, a la cabeza¡ª que opera en una conocida pizzer¨ªa de Washington llamada Comet Ping Pong. Absurdo para la mayor parte de la poblaci¨®n, el bulo se convirti¨® en una obsesi¨®n para un padre de familia de Carolina del Norte, Edgar Maddison Welch, que el 4 de diciembre de 2016 agarr¨® el coch...
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Una de las historias m¨¢s populares en QAnon, un movimiento informe que agrupa un sinf¨ªn de teor¨ªas conspirativas en Estados Unidos, es en realidad m¨¢s antigua que el grupo en s¨ª. Trata de una supuesta red ped¨®fila comandada por los popes del Partido Dem¨®crata ¡ªcon Hillary Clinton y su jefe de campa?a, John Podesta, a la cabeza¡ª que opera en una conocida pizzer¨ªa de Washington llamada Comet Ping Pong. Absurdo para la mayor parte de la poblaci¨®n, el bulo se convirti¨® en una obsesi¨®n para un padre de familia de Carolina del Norte, Edgar Maddison Welch, que el 4 de diciembre de 2016 agarr¨® el coche, un fusil AR-15, una pistola, 29 rondas de munici¨®n y se present¨® en el local para ¡°investigar por s¨ª mismo¡± ¡ªseg¨²n dijo a la polic¨ªa¡ª la trama Pizzagate. Abri¨® fuego y, por suerte, no hiri¨® a nadie. Cuando revis¨® el restaurante vio que no hab¨ªa ni?os esclavos por ninguna parte, sino familias aterrorizadas por su presencia; y se entreg¨®.
Pero el relato de los abusos a menores por parte de los pol¨ªticos progresistas de la capital sigui¨® vivo gracias, en buena parte, a movimientos como QAnon. Si no era en la pizzer¨ªa donde ocurr¨ªan esas tropel¨ªas, ser¨ªa en otro lugar. La primera publicaci¨®n detectada de ¡°Q¡±, el ser misterioso detr¨¢s del movimiento, es del 28 de octubre de 2017. Aquel d¨ªa, public¨® en la plataforma 4chan ¡ªhabitual de matones digitales y agitadores extremistas¡ª que iban a arrestar a Clinton. Y, aunque nada de eso ocurri¨®, la idea de que dispon¨ªa de buena informaci¨®n se afianz¨® en las redes. Lo mismo serv¨ªa para agitar el bulo de los abusos como para denunciar a los satanistas que rondaban las agencias federales o para acusar a Barack Obama de espiar a Donald Trump.
Las mentiras de QAnon fueron esparci¨¦ndose como una mancha de aceite y en este 2020 tan ins¨®lito, propicio para la irrealidad, apretaron el acelerador con un bulo id¨®neo, ya que el fraude electoral es un temor recurrente entre los conservadores, con un ap¨®stol de lujo: el propio presidente de Estados Unidos. Cuando el 6 de enero una turba trumpista asalt¨® el Capitolio con el fin de boicotear la confirmaci¨®n de la victoria electoral del dem¨®crata Joe Biden, muchas miradas se volvieron hacia QAnon. Algunos de sus miembros, como Jacob Chansley, m¨¢s conocido como Jake Angel o el cham¨¢n de QAnon (con la cara pintada y cuernos en las im¨¢genes), formaron parte de la revuelta. Ahora, con la justicia persiguiendo a los insurrectos, la sangre derramada de cinco personas y con Trump rendido, algunos de los promotores empiezan a plegar velas. La pregunta que surge es qu¨¦ ocurrir¨¢ ahora.
¡°El movimiento de QAnon en s¨ª ni es grande ni est¨¢ creciendo, es uno de esos fen¨®menos que est¨¢n captando m¨¢s atenci¨®n medi¨¢tica de la que merecen¡±, advierte Joseph Uscinski, un profesor de Pol¨ªticas de la Universidad de Miami, especializado en el estudio de movimientos conspirativos. ¡°Se trata, en realidad, de un movimiento que agrupa todas esas teor¨ªas conspirativas que ya llevaban rondando tiempo ¡ªla del 5G, la de los antivacunas¡¡ª, pero las historias s¨ª las creen grandes grupos de poblaci¨®n, es algo que ha sucedido a lo largo de la historia¡±.
En marzo de 2020, una encuesta de Pew Research, el centro de referencia en estudios sociol¨®gicos en Estados Unidos, determin¨® que el 76% de los ciudadanos hab¨ªa o¨ªdo hablar de QAnon, y en agosto de 2019, otro estudio de Emerson se?al¨® que solo el 5% cre¨ªa en sus teor¨ªas. En las manifestaciones de seguidores de Trump contra las supuestas ¡°elecciones robadas¡±, muchos entrevistados o no hab¨ªan o¨ªdo hablar de QAnon o no segu¨ªan demasiado las redes, pero s¨ª segu¨ªan a pies juntillas el bulo del fraude. De hecho, m¨¢s de la mitad de los votantes de Trump ¡ªy fueron 74 millones¡ª cree que Joe Biden gan¨® de forma ileg¨ªtima.
Lo que s¨ª ha logrado QAnon, con su robusta red de redes y sus activos miembros, es aglutinar todo el submundo conspirativo bajo un mismo paraguas cada vez m¨¢s notorio y que ha conseguido colocar a abiertas seguidoras y voceras ¡ªcomo Marjorie Taylor Greene, de Georgia, o Lauren Boebert, de Colorado¡ª en la C¨¢mara de Representantes. En una nota interna previa al ataque al Capitolio, el FBI clasific¨® a QAnon como una amenaza de terrorismo nacional. Independientemente del futuro, ¡°sus seguidores seguir¨¢n creyendo todas estas conspiraciones pase lo que pase¡±, dice Uscinski.
Estados Unidos tiene un largo historial de teor¨ªas conspirativas, ya sea a cuenta del asesinato de John F. Kennedy o de los atentados del 11-S. La fascinaci¨®n por ellas conecta con los movimientos populistas y antiestablishment porque se basa en la idea de manos negras moviendo los hilos del mundo de forma coordinada con intereses espurios. Tambi¨¦n responden a la necesidad humana de certezas existenciales. ¡°Esas teor¨ªas tienden a florecer en tiempos de crisis, la gente busca explicaciones que les ayuden a sobrellevar la situaci¨®n cuando se sienten inseguros e impotentes. Tambi¨¦n pueden estar buscando respuestas sencillas que les hagan sentir mejor, a pesar de que esto no funciona¡±, explica por correo electr¨®nico Karen Douglas, profesora de Psicolog¨ªa Social en la Universidad de Kent, en el Reino Unido.
El del fraude electoral, adem¨¢s, es un tipo de bulo lo suficientemente amplio y recurrente como para garantizar su ¨¦xito. La teor¨ªa del fraude masivo no apunta a una operaci¨®n centralizada y personal f¨¢cil de identificar y, por tanto, desmentir, como una supuesta trama ped¨®fila en una pizzer¨ªa de Washington a cargo de los dem¨®cratas. En este caso, se se?ala un interminable c¨²mulo de irregularidades por el territorio estadounidense (votos tirados a la basura; otros, contados dos veces; papeletas de personas fallecidas coladas en las urnas¡) que hace recaer la carga de la prueba en una masa informe de acusados. Adem¨¢s, hace referencia a un viejo y, por tanto, plausible temor, el de las irregularidades en las urnas. Y, por si fuera poco, decenas de legisladores en Washington le han dado p¨¢bulo, empezando por Trump.
Un informe del Network Contagion Research Institute, una entidad independiente sin ¨¢nimo de lucro, y la American University rastre¨® en mayo lo ocurrido con la etiqueta #subpoenaObama (la petici¨®n de citar a declarar a Obama por, supuestamente, haber espiado a Trump durante las elecciones de 2016) en Twitter y revel¨® un poder multiplicador asombroso. El 13 de mayo un usuario lo public¨® por primera vez y anim¨® a los seguidores de QAnon a reproducirlo. Durante aquel d¨ªa y el siguiente se lleg¨® a tuitear hasta 4.000 veces por hora. Algunas voces prominentes del mundo conservador y conspirativo, como Glenn Beck o las hermanas Diamond and Silk, se hicieron eco. El 14 de mayo, en la misma red social, Donald Trump inst¨® al senador republicano Lindsey Graham a citar a declarar a Obama. El estudio, publicado escasas semanas antes del asalto al Capitolio, advert¨ªa sobre el potencial de este movimiento en el futuro m¨¢s inmediato a cuenta de los bulos sobre fraude electoral.
Para algunos, ha sido incluso un negocio. David Hayes, un antiguo profesional sanitario de Arizona que se mueve en Internet con el nombre de PrayingMedic, ha llegado a acumular 300.000 seguidores en Twitter y otros tantos en su canal de YouTube, y en Amazon vendi¨® un libro sobre la materia por 15 d¨®lares (12,3 euros). El propio Trump recaud¨® 170 millones (140 millones de euros) durante el mes siguiente a las elecciones del 3 de noviembre tras pedir donaciones para su infructuosa batalla legal contra el escrutinio. El grueso de ese dinero se destin¨® a un comit¨¦ que tiene como objetivo primordial financiar su actividad pol¨ªtica posterior.
Tras el asalto y el asedio judicial, muchos promotores del gran bulo empiezan a plegar velas. Ron Watkins, exadministrador de la plataforma 8chan ¡ªuna de las grandes pistas de aterrizaje de QAnon¡ª, ejerci¨® durante meses de te¨®rico de referencia en las acusaciones infundadas de fraude, logrando retuits del propio presidente republicano y la atenci¨®n de medios de su cuerda, como One America News Network. Se le ha se?alado, adem¨¢s, como posible colaborador o autor de las publicaciones del misterioso ¡°Q¡±. El 20 de enero, cuando Joe Biden jur¨® el cargo, dio por liquidado el asunto: ¡°Necesitamos volver a nuestras vidas lo mejor que podamos¡±, escribi¨® en Telegram, ¡°tenemos a un nuevo presidente y es nuestra responsabilidad como ciudadanos respetar la Constituci¨®n independientemente de si estamos de acuerdo o no con los nuevos cargos p¨²blicos¡±. ¡°Ahora que entramos en la nueva Administraci¨®n, por favor, recordad a los amigos y los buenos momentos de los ¨²ltimos a?os¡±, remat¨®.
Las redes sociales han apagado, adem¨¢s, muchos de los altavoces. Cinco d¨ªas despu¨¦s del asalto al Capitolio, Twitter anunci¨® que hab¨ªa eliminado hasta 70.000 cuentas que hab¨ªan promovido las teor¨ªas de QAnon. Junto con Facebook, tomaron adem¨¢s la controvertida decisi¨®n de cerrar el perfil de Trump en sus ¨²ltimos d¨ªas de mandato.
?Qu¨¦ significa todo esto? ?Es el principio del fin de QAnon o, pese a todo, esto solo acaba de empezar? El investigador de la organizaci¨®n Atlantic Council Jared Holt, que ha estudiado a este movimiento extremista, afirma que este episodio ¡°ha puesto a prueba la fe de los creyentes de QAnon a un nivel que no hab¨ªa visto jam¨¢s¡±. ¡°Para algunos, esta prueba ha significado un peso demasiado grande con el que cargar y est¨¢n empezando a dudar de la verdad del movimiento, pero es improbable que QAnon desaparezca a corto plazo. Aunque la figura de ¡®Q¡¯ pase a un segundo plano, muchas de las teor¨ªas que promueve seguir¨¢n adelante. Probablemente lidiaremos con sus efectos residuales durante a?os¡±.
A congresistas como Marjorie Taylor Greene o Lauren Boebert les aguardan dos a?os en el Capitolio. Y otros muchos legisladores, si bien no se han significado tanto en las consignas espec¨ªficas de este microcosmos, s¨ª sostienen la teor¨ªa del fraude, como el senador Josh Hawley, de Misuri, que salud¨® a la turba pu?o en alto el d¨ªa del asalto. ¡°Me sorprender¨ªa que este fuera el final de la historia de QAnon¡±, considera la profesora Karen Douglas. ¡°Yo creo que sus seguidores probablemente est¨¢n esperando a que ocurra algo, como por ejemplo unas palabras del expresidente, para decidir qu¨¦ es lo siguiente que hacen¡±.
Trump dio su ¨²ltimo discurso como presidente la ma?ana del 20 de enero desde la base a¨¦rea Andrews (Maryland). Algunos seguidores del movimiento se percataron de que en el escenario ondeaban 17 banderas. Seg¨²n public¨® The Washington Post aquel d¨ªa hubo quien vio una se?al muy clara: la letra 17 del alfabeto es la Q. ¡°?17 banderas! Vamos, esto es una locura¡±, dijo alguien en uno de los foros habituales de los seguidores de esta teor¨ªa. ¡°No s¨¦ cu¨¢ntas se?ales m¨¢s nos van a tener que enviar para que creamos en ¡®el plan¡±, se?al¨® otro. La excentricidad continu¨® durante unas horas, pero el republicano ya volaba junto a su esposa, Melania, rumbo a su mansi¨®n de Palm Beach, en Florida.