Tener y no tener
Los pa¨ªses pobres, los que no pagan por anticipado y carecen del poder de amenazar, no pueden permitirse impaciencias
Quiz¨¢ nunca nadie llegue a ser tan rico como John Davison Rockefeller, el fundador y propietario de Standard Oil. Ahora nos asombramos con las fortunas que acumulan Jeff Bezos, con Amazon, o Elon Musk, fabricante de unos coches el¨¦ctricos que al parecer se venden como pan caliente, pero no se ven por ninguna parte. Ni Bezos ni Musk se acercan a la mitad del dineral que pose¨ªa Rockefeller. En d¨®lares actualizados, el petrolero cuyo apellido se hizo sin¨®nimo de riqueza lleg¨® a poseer unos 400.000...
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Quiz¨¢ nunca nadie llegue a ser tan rico como John Davison Rockefeller, el fundador y propietario de Standard Oil. Ahora nos asombramos con las fortunas que acumulan Jeff Bezos, con Amazon, o Elon Musk, fabricante de unos coches el¨¦ctricos que al parecer se venden como pan caliente, pero no se ven por ninguna parte. Ni Bezos ni Musk se acercan a la mitad del dineral que pose¨ªa Rockefeller. En d¨®lares actualizados, el petrolero cuyo apellido se hizo sin¨®nimo de riqueza lleg¨® a poseer unos 400.000 millones.
Rockefeller sol¨ªa discursear sobre la gran responsabilidad moral que implica el tener mucho dinero y dec¨ªa que el entusiasmo era m¨¢s importante que el patrimonio. En fin, el tipo de filosof¨ªa barata que esgrime la gente podrida de pasta cuando consigue contener la risa. A veces optaba por decir algo muy parecido a la verdad: ¡°Para hacerse rico hay que levantarse temprano, trabajar hasta muy tarde y encontrar petr¨®leo¡±.
Las cosas de los ricos suelen ser fascinantes. Y m¨¢s cuando se miran desde lejos.
Uno comprende la batalla europea sobre las vacunas. No es extra?o que, despu¨¦s de invertir monta?as de dinero p¨²blico en las farmac¨¦uticas, unas empresas que no suelen destacar por su altruismo, la Uni¨®n Europea reclame ciertos derechos. Ni es extra?o todo lo dem¨¢s. No lo son los titulares patrioteros de la prensa popular brit¨¢nica, ri¨¦ndose de Bruselas porque el Gobierno de Boris Johnson se ha anticipado a ¡°los bur¨®cratas continentales¡± y se ha hecho con una abundante provisi¨®n de dosis. Ni siquiera lo es la ins¨®lita reacci¨®n de los ¡°bur¨®cratas¡±, esgrimiendo por primera vez en su historia una bater¨ªa de medidas contrarias a la libertad de mercado con el objetivo de impedir o limitar la exportaci¨®n de vacunas fabricadas en su territorio. Cada uno defiende lo suyo.
Est¨¢ claro, en cualquier caso, que los problemas europeos, cosas de gente rica, empezar¨¢n a resolverse en poco tiempo: ir¨¢ aumentando la producci¨®n, aparecer¨¢n nuevas vacunas en el mercado y acaso en unos cuantos meses se pueda elegir dentro de un amplio men¨² con qu¨¦ producto se pincha cada uno.
Lo que tambi¨¦n va resultando obvio es que, como siempre, en el mundo hay ricos y pobres. Y que los pobres, los que no pagan por anticipado y carecen del poder de amenazar, no pueden permitirse impaciencias. Cuando los europeos alcancen un porcentaje de vacunaci¨®n compatible con una relativa vuelta a la normalidad (lo que entonces consideremos normalidad, no la que conoc¨ªamos antes de la pandemia), en otras partes del mundo, como ?frica y sobre todo Latinoam¨¦rica, estar¨¢n a¨²n empezando con ello. Y tirar¨¢n, como ahora, de vacunas de fabricaci¨®n rusa o china, esas que a los ricos les parecen sospechosas.
?Qu¨¦ haremos entonces? ?Dividiremos f¨ªsicamente el planeta entre los que tienen y los que no tienen? ?Habr¨¢ continentes apestados? ?Profundizaremos unas diferencias que ya son espantosas? Cabe suponer que s¨ª. El virus rondar¨¢ durante a?os, pero, como ahora, matar¨¢ mucho m¨¢s a los pobres. Ser¨¢ interesante escuchar a los dirigentes del mundo rico hablando, como Rockefeller, sobre la solidaridad y sobre la responsabilidad que implica el dinero.