La vida a palo seco
En este muermo general en el que vamos tirando siempre me parecen muy vigorizadoras las manifestaciones de rusos. Madre del amor hermoso, con ese fr¨ªo
Hay un hombre que veo pasar todos los d¨ªas y al que cada vez veo peor, y no s¨¦ si dec¨ªrselo, porque no le conozco de nada. Siempre iba de traje, repeinado, afeitado, activo, con prisa. Me lo imaginaba en un banco, en una multinacional, algo importante, pero ahora es un pringado como yo (esto es muy reconfortante). Ahora hasta camina de forma distinta. Nunca me ha parecido la alegr¨ªa de la huerta, siempre me lo imaginaba como uno de esos tipos de mediana edad en crisis de Forges, que mira por la ventana: ¡°?Qu¨¦ he hecho con mi juventud?¡±. Y la mujer le responde mientras lee un libro: ¡°?Has mirad...
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Hay un hombre que veo pasar todos los d¨ªas y al que cada vez veo peor, y no s¨¦ si dec¨ªrselo, porque no le conozco de nada. Siempre iba de traje, repeinado, afeitado, activo, con prisa. Me lo imaginaba en un banco, en una multinacional, algo importante, pero ahora es un pringado como yo (esto es muy reconfortante). Ahora hasta camina de forma distinta. Nunca me ha parecido la alegr¨ªa de la huerta, siempre me lo imaginaba como uno de esos tipos de mediana edad en crisis de Forges, que mira por la ventana: ¡°?Qu¨¦ he hecho con mi juventud?¡±. Y la mujer le responde mientras lee un libro: ¡°?Has mirado en la c¨®moda?¡±. En los dibujos de Forges las mujeres son las que leen y no se rinden, y los hombres los que hacen el canelo. Volviendo al se?or este, se va dejando, viste con ch¨¢ndal de capucha que no le pega nada, como si tuviera 15 a?os, y ya tiene unos pelos rar¨ªsimos, aunque ahora que lo pienso yo estoy igual. No s¨¦ si ha perdido el trabajo o es que trabaja desde casa y siente que ha perdido el estatus. Porque desde luego esta igualaci¨®n social es insoportable, todos parecemos chusma. La pandemia te va desnudando de tus h¨¢bitos, me refiero a las costumbres, hasta dejarte con lo puesto, la vida a palo seco. Te planteas tu vida como cuando te quedas tirado en un aeropuerto, aunque todas las cosas trascendentales que piensas se te olvidan en cuanto sales de ese no lugar y la vida contin¨²a. Pero ahora pasan los meses y seguimos aqu¨ª tirados.
Perdonen que d¨¦ un salto de tema, pero en este muermo general en el que vamos tirando siempre me parecen muy vigorizadoras las manifestaciones de rusos. Madre del amor hermoso, con ese fr¨ªo y salen a manifestarse, los polis les sacuden porrazos bajo cero y los arrastran por la nieve. Tambi¨¦n este hombre, Navalni, que sabe que le van a detener si vuelve a su pa¨ªs y aun as¨ª vuelve, y le arrestan, y encima le dicen que ha incumplido su libertad condicional, obviando que estaba en un hospital alem¨¢n despu¨¦s de que intentaran envenenarle. Ahora voy a escribir un nombre que tengo que copiar: Yevguenia Yarovsl¨¢vska-Mark¨®n. No es nadie, no tienen por qu¨¦ conocerla. Naci¨® en 1902, estudi¨® filosof¨ªa y fue periodista, se entusiasm¨® con la revoluci¨®n rusa pero enseguida vio que aquello era un mamoneo, esos comunistas tambi¨¦n eran unos tiranos y se convirti¨® en una subversiva. Viaj¨® por Europa con su marido, un poeta loco idealista, pero tambi¨¦n ellos regresaron a Rusia de forma incomprensible, pues sab¨ªan que si les pillaban a lo mejor se los cargaban. Fue lo que ocurri¨®. Ella acab¨® en el primer gulag sovi¨¦tico, en las islas Solovk¨ª, al borde del c¨ªrculo polar ¨¢rtico, y antes de que la fusilaran en 1931 escribi¨® su vida en unos papeles, yo creo que de un tir¨®n. Es un texto que apareci¨® hace poco en los archivos de la KGB. En Espa?a lo public¨® hace un par de a?os la editorial Armaenia, con el t¨ªtulo de Insumisa, un librito fascinante. Es una autobiograf¨ªa r¨¢pida, todo acci¨®n, donde alguien con 29 a?os y que sabe que va a morir cuenta lo que piensa de la vida, pero sin dramas, como un viaje irrepetible. La pasi¨®n por las ideas, el amor, el exilio, la pobreza, el hambre, con una alegr¨ªa extra?a de fondo, la de estar vivo. La portada del libro es una foto donde esta chica nos mira desde los a?os veinte, vete t¨² a decirle lo duro que se nos est¨¢ haciendo esto. Leyendo, uno piensa que tiene una vida incre¨ªble hasta que a mitad del relato nos deja caer algo que hab¨ªa olvidado mencionar: no tiene pies. Le atropell¨® un tren y se los tuvieron que cortar. Y entonces descubres que todo esto fue sin pies.