El abuso mis¨®gino en Twitter lleva a las mujeres a ¡°ponerse¡± el candado
El insulto en redes a mujeres y minor¨ªas, cada vez m¨¢s organizado, obliga a muchos usuarios a replegarse, a pesar del coste profesional
¡°Tetas ca¨ªdas¡±. La escritora Anna Pacheco ha le¨ªdo ese insulto referido a su propio cuerpo al menos un centenar de veces desde que en marzo de 2020 fue a dar una charla feminista a los alumnos de la academia de Operaci¨®n Triunfo en TVE. Tambi¨¦n ha recibido otros, del tipo ¡°tienes cara de chupapollas¡±. Y, por supuesto, el ep¨ªteto estrella para las mujeres activistas, ¡°feminazi¡±. Pero ¡°tetas ca¨ªdas¡± prevalece porque tuvo su origen en Forocoches, la web donde se orquestan de manera muy eficaz centenares de bulos y campa?as mis...
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¡°Tetas ca¨ªdas¡±. La escritora Anna Pacheco ha le¨ªdo ese insulto referido a su propio cuerpo al menos un centenar de veces desde que en marzo de 2020 fue a dar una charla feminista a los alumnos de la academia de Operaci¨®n Triunfo en TVE. Tambi¨¦n ha recibido otros, del tipo ¡°tienes cara de chupapollas¡±. Y, por supuesto, el ep¨ªteto estrella para las mujeres activistas, ¡°feminazi¡±. Pero ¡°tetas ca¨ªdas¡± prevalece porque tuvo su origen en Forocoches, la web donde se orquestan de manera muy eficaz centenares de bulos y campa?as mis¨®ginas y racistas que despu¨¦s infestan las redes.
Cuando la periodista Mar¨ªa L¨®pez Villodres public¨® un art¨ªculo aparentemente poco pol¨¦mico con consejos para llevar una vida m¨¢s ecoconsciente en S Moda, no pensaba que dos a?os m¨¢s tarde seguir¨ªa siendo v¨ªctima de acoso digital. En su caso, el foco de origen tambi¨¦n estaba muy claro. Una cuenta an¨®nima de Twitter muy popular que sigue existiendo pero est¨¢ inactiva se dedic¨® durante unos a?os a exponer a periodistas, casi siempre mujeres, a las que tildaban de progres. El m¨¦todo estaba muy estudiado para no recibir el bloqueo en la red social ni resultar punible. No etiquetaban a la v¨ªctima del acoso, pero buscaban toda la informaci¨®n sobre esa persona, incluidas fotos privadas en Instagram, Facebook y en toda su huella digital, y las colgaban en la cuenta con intenci¨®n de facilitar el trabajo a los trolls. En el caso de Villodres, pusieron fotos suyas en aeropuertos y viajes para demostrar que tan ecologista no ser¨ªa. Encontraron informaci¨®n de escuelas a las que hab¨ªa acudido y publicaron el precio de la matr¨ªcula para tildarla de ¡°pija¡±. Y, como le ocurri¨® a Pacheco, los insultos no tardaron en derivar al plano f¨ªsico. Su historia se parece a la de Itsu¨¦ Nakaya P¨¦rez, que se identifica como persona no binaria y estudia un doctorado de Filosof¨ªa en Nueva York. Un tuit en el que criticaba a su universidad se viraliz¨® y le granje¨® una oleada de insultos, que r¨¢pidamente se centraron en la foto de su avatar. ¡°Pareces un perro¡± es de lo mejor que le dijeron, adem¨¢s de otras vejaciones relacionadas con su aspecto andr¨®gino.
En todos estos casos, las v¨ªctimas del acoso optaron por irse de la plataforma o hacer el gesto universal de la autodefensa en Twitter, colocarse el candado. Es decir, convertir su cuenta en privada de manera que solo sus seguidores previos puedan ver sus tuits y comentarios. ¡°En cuanto veo que un tuit tiene m¨¢s de 100 likes, me coloco el candado¡±, explica Alba Correa, tambi¨¦n periodista. Aunque eso no acaba en absoluto con los efectos de los insultos ¡ª?Pacheco dice haberse sentido aquellos d¨ªas como si le hubieran dado ¡°una paliza¡±¡ª, entrar y salir del modo privado es una pr¨¢ctica muy habitual entre mujeres y personas pertenecientes a minor¨ªas que llevan el suficiente tiempo en las redes sociales como para haber aprendido la lecci¨®n. Seg¨²n el informe que hace cada a?o Amnist¨ªa Internacional, el 40% de las mujeres que utilizan Twitter al menos una vez al d¨ªa aseguran haber experimentado insultos mis¨®ginos. Otro estudio, titulado Troll Patrol, que tambi¨¦n lleva a cabo Amnist¨ªa Internacional y est¨¢ centrado solo en pol¨ªticas y periodistas, encontr¨® que cada 30 segundos una de ellas recibe un ataque de este tipo. No en vano, muchas, como Ada Colau, han abandonado la red social.
Ponerse el candado tiene sus costes. A Twitter no se va solo a hacer amigos y a comentar las noticias, tambi¨¦n se va a trabajar, sobre todo en profesiones que dependen de la exposici¨®n p¨²blica. ¡°En ese momento era aut¨®noma y el poco uso que le daba a la red social era profesional¡±, explica L¨®pez Villodres. ¡°Ahora las relaciones laborales pasan por ah¨ª, y eso me penaliza. Mis comentarios no los ve nadie, nadie me puede retuitear. Siento que me est¨¢n castigando¡±. Dos a?os despu¨¦s de su acoso, sigue con el candado porque, dice, prioriza su salud mental sobre cualquier ventaja profesional que pudiera aportarle quit¨¢rselo. Y lo que resulta m¨¢s perverso es que sus propios acosadores interpretan el candado como una victoria. Hace apenas un mes apareci¨® un comentario en el mismo art¨ªculo jact¨¢ndose de eso: ¡°M¨ªrala, a¨²n sigue con candado¡±. En la comunidad gamer, explica Thais Ruiz de Alda, de la plataforma Digital ?Fems, los acosadores van un paso m¨¢s all¨¢ y consiguen incluso monetizar su odio. Es frecuente que hagan v¨ªdeos en Twitch o YouTube celebrando sus campa?as contra jugadoras de videojuegos a las que atacan por ser eso, por ser jugadoras. Es contenido premium para ellos. Desde Digital Fems, una iniciativa sin ¨¢nimo de lucro que agrupa a distintos colectivos, han centralizado recursos de autodefensa en una web en espa?ol (autodefensa.online) y trabajan para que las violencias machistas en l¨ªnea se contabilicen como violencias machistas a secas. ¡°Una de nuestras demandas constantes es que el Ministerio de Interior publique datos que ayuden a entender el alcance de este fen¨®meno¡±, reclama Ruiz de Alda.
Laura Tabar¨¦s, gestora cultural del grupo Ontolog¨ªas Feministas, tambi¨¦n hace ese paralelismo entre lo f¨ªsico y lo digital. Arrinconar a una mujer en redes es similar a hacerlo en un portal. Su colectivo tambi¨¦n impart¨ªa talleres de autodefensa feminista y ha detectado que est¨¢n llegando a Espa?a colectivos ¡°masculinistas¡± ligados a la derecha alternativa o antisistema que antes habitaban el llamado ¡°internet profundo¡± y ahora est¨¢n migrando a las redes. ¡°El candado es como crear un espacio seguro, como los que existen en el mundo f¨ªsico. Pero tambi¨¦n implica una claudicaci¨®n, aceptar un silenciamiento¡±, admite Tabar¨¦s, que lo califica de ¡°estrategia de repliegue¡±. A veces, admite, hay quien necesita descansar e invisibilizarse para que otras tomen el relevo.
En Twitter son conscientes de ese problema y, seg¨²n el mismo informe de Amnist¨ªa Internacional, est¨¢n dando pasos lentos para solucionarlo. ¡°Sabemos que algunos grupos de personas son objeto de abuso online de manera desproporcionada¡±, admite un portavoz de la plataforma para Espa?a. Aseguran que han hecho m¨¢s ¨¢gil la opci¨®n de denunciar un abuso, propio o ajeno, y que en los ¨²ltimos dos a?os han invertido en inteligencia artificial que detecte este tipo de comportamientos. Adem¨¢s, desde septiembre se est¨¢ ensayando en otros pa¨ªses algo llamado ¡°modo de seguridad¡± que bloquea de manera autom¨¢tica durante siete d¨ªas a usuarios que insultan a una cuenta en concreto y que detecta r¨¦plicas y menciones repetitivas e insultantes. Por ejemplo: ¡°Tetas ca¨ªdas¡±. No en vano, uno de los primeros grupos con los que se est¨¢ testando la funci¨®n es con mujeres periodistas.
Tabar¨¦s y otras activistas de lo digital creen que esas medidas est¨¢n bien, pero echan de menos tambi¨¦n un organismo ajeno a las plataformas que regule el problema: ¡°Es necesario un cuerpo ¨¦tico ajeno a las plataformas para que no intervengan sus intereses econ¨®micos¡±.
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