La pandemia de los l¨ªos
Venden ya un test que no solo te dice si lo tienes o no, es que entras en un sorteo en el que el ganador consigue hablar con su centro de salud
Viendo una pel¨ªcula antigua sientes aprensi¨®n cuando se abrazan, o comen alegremente en un restaurante abarrotado, y esto ya lo hab¨ªa sentido, pero el otro d¨ªa fue nuevo el p¨¢nico que me invadi¨® cuando los personajes cog¨ªan el tel¨¦fono, as¨ª sin m¨¢s, tan despreocupadamente. Eso de no de saber qui¨¦n es para nosotros ya es intolerable, pero adem¨¢s no ten¨ªan el menor temor al responder, descolgaban con una gran inocencia. Y eso que estaba viendo una de los hermanos Marx, pero hasta el gran Groucho se habr¨ªa visto super...
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Viendo una pel¨ªcula antigua sientes aprensi¨®n cuando se abrazan, o comen alegremente en un restaurante abarrotado, y esto ya lo hab¨ªa sentido, pero el otro d¨ªa fue nuevo el p¨¢nico que me invadi¨® cuando los personajes cog¨ªan el tel¨¦fono, as¨ª sin m¨¢s, tan despreocupadamente. Eso de no de saber qui¨¦n es para nosotros ya es intolerable, pero adem¨¢s no ten¨ªan el menor temor al responder, descolgaban con una gran inocencia. Y eso que estaba viendo una de los hermanos Marx, pero hasta el gran Groucho se habr¨ªa visto superado estos d¨ªas por los acontecimientos. Yo el otro d¨ªa respond¨ª a cuatro n¨²meros no fichados y los cuatro eran de una compa?¨ªa para venderme algo. Es como si con la pandemia hubieran enloquecido. Mi tesis es que aprovecharon que todos en Madrid estamos esperando que te llame el centro de salud despu¨¦s de pedir cita, que a veces incluso te hacen una perdida, te salta el turno y tienes que volver a llamar.
Ya, existe la llamada lista Robinson, donde te apuntas para que no te llamen por publicidad, pero tendr¨ªa que ser al rev¨¦s: se deber¨ªan inscribir quienes deseen ser molestados, que es lo realmente raro. Estar¨ªan junto a quienes les gusta que les pillen las pelotas con la tapa de un piano y gente as¨ª. Pero al tel¨¦fono tambi¨¦n se tienen estos d¨ªas conversaciones surrealistas con un mismo patr¨®n. 1. Saludos y felicitaciones. 2. Relato de la experiencia vivida en la familia. 3. Intercambio de an¨¦cdotas incre¨ªbles, con un pique por ver qui¨¦n tiene la m¨¢s delirante. Del tipo: ¡°¡ y est¨¢bamos en la cena ocho personas, dio positivo una y nadie m¨¢s, y ni su marido ni sus hijos, al final solo se hab¨ªa contagiado el salm¨®n ahumado y el vecino del cuarto, con el que no se hablan desde hace cuatro a?os y que lleva dos sin salir de casa¡±.
Conocidos que no solo perdieron el olfato, sino que vieron alteradas sus convicciones pol¨ªticas: uno empez¨® a temer por la unidad de Espa?a y encarg¨® un arma por internet; otro comenz¨® a sentir una aflicci¨®n insuperable por los seres sintientes y le puso un piso a un galgo. Edificios donde solo se salva del contagio el ¨²nico vecino negacionista, ya es casualidad, y ahora no hay quien lo aguante. Sale todo chulo sin mascarilla, va por ah¨ª con un canario, como los mineros, y si el pajarito empieza a dar volatines ¨¦l se toma un kilo de petazetas. Hay un video italiano, se lo juro, en el que insertan el palito del test de ant¨ªgenos a un kiwi y da positivo all¨ª mismo, el kiwi. A m¨ª, francamente, me basta con la familia, que el otro d¨ªa en la farmacia me gast¨¦ m¨¢s de 100 euros en test, mascarillas y paracetamol. Si empezara a hacer test a los esp¨¢rragos o a los filetes rusos se me ir¨ªa de presupuesto. Venden ya un test que no solo te dice si lo tienes o no, es que entras en un sorteo en el que el ganador consigue hablar con su centro de salud, y de segundo premio, un viaje a Canarias.
Una de mis an¨¦cdotas favoritas es la historia de una mujer que llam¨® al n¨²mero de la Comunidad de Madrid para informar del positivo de su hijo y el suyo, y le dijeron que le apuntaban uno, pero ten¨ªa que volver a llamar, porque solo cogen uno por llamada. Despu¨¦s de media hora esperando. Corre la leyenda de uno que consigui¨® hacerse una PCR por lo p¨²blico y lo estoy buscando para entrevistarlo. Lo que vivimos desde hace dos a?os es tr¨¢gico y terrible, pero dada nuestra naturaleza en alg¨²n momento nos reiremos, y desde luego ese momento, a pesar de nuestra tristeza y nuestro hartazgo, y gracias a nuestra irresistible propensi¨®n al absurdo como seres racionales, se va acercando a pasos agigantados.