La pol¨¦mica de los allegados
Es curioso hablar del cambio clim¨¢tico y sentir que no toca, que ya fue la cumbre esa de Glasgow. Y alguien tal vez pensar¨¢: ?otra vez con esto?, ?qu¨¦ ha pasado ahora?, ?hay algo nuevo?
Quiz¨¢ han pensado: pero bueno, ?otra vez con los allegados?, ?qu¨¦ ha pasado ahora? Bien, no pasa nada con los allegados, y no me digan que no es una liberaci¨®n. Es que me puse a mirar peri¨®dicos de hace un a?o ¡ªpara relativizar, y no vean si son de hace 10 o 50 a?os¡ª y record¨¦ nuestros desvelos de diciembre de 2020. Eran noticias de este tipo: ¡°El Consejo Interterritorial de Salud ha anunciado las medidas para celebrar una Navidad segura: toque de queda a la 1.30 en Nochebuena y Nochevieja, limitaci¨®n de reuniones privadas a 10 personas y cierre perimetral de comunidades aut¨®nomas, con la excepci¨®n de quien se desplace para encontrar familiares y allegados¡±. ?Lo recuerdan? Los allegados. Cu¨¢ntos sarcasmos, cu¨¢nto tiempo dedicamos a hablar de ello. Y ya ven, ya nadie se acuerda de los allegados. Es que no somos nada. Espero que aun as¨ª les hayan invitado a cenar en alg¨²n sitio.
Pero tras esta mirada atr¨¢s todo son sensaciones positivas: hemos mejorado y ya no necesitamos inventarnos muchas m¨¢s tonter¨ªas. La gente ya suspende viajes ella solita, sin que se lo diga nadie, y tiene cuidado por la cuenta que le trae. M¨¢s all¨¢ de eso, uno se queda pensando c¨®mo nos pasamos los d¨ªas alterados por esto y lo otro. Es dif¨ªcil encontrar el equilibrio entre estar atento a lo importante y pasar ol¨ªmpicamente de las bobadas. Y m¨¢s a¨²n al escribir una columna, que parece que siempre tienes algo que decir, cuando la mayor¨ªa de veces solo es que tienes que decir algo. Probablemente lo habr¨¢n notado.
El otro d¨ªa me despert¨¦ agitado y estuve como una hora cabreado por algo, hasta que me di cuenta, cuando me despert¨¦ del todo, de que era por algo que hab¨ªa so?ado. Es decir, no era real. Fue un alivio, pero por otro lado sent¨ªa muy real mi cabreo, no quer¨ªa dejarlo as¨ª como as¨ª, era m¨ªo, una cosa muy personal. Me pregunt¨¦ cu¨¢ntas veces nos pasa esto, pero en la realidad, que cuesta m¨¢s salir de ello, pues lo bueno de los sue?os es que uno se da cuenta. Aunque lleve su tiempo: una conocida estuvo un d¨ªa sin hablar a su marido porque hab¨ªa so?ado que la enga?aba con otra, y el hombre no entend¨ªa nada, y mucho menos cuando a ella se le pas¨® y se lo explic¨® muri¨¦ndose de risa. En la vida real, me refiero a la no so?ada, nuestros enfados y nubarrones parecen m¨¢s justificados, pero cu¨¢ntas veces estas cosas est¨¢n solo en nuestra cabeza, eso nadie lo sabe. Bueno, en el caso de las legiones de adeptos a las conspiraciones lo sabemos todos los dem¨¢s, pero tampoco es ning¨²n consuelo. En fin, esta pretend¨ªa ser mi modesta aportaci¨®n de a?o nuevo para relajar la situaci¨®n pol¨ªtica y pand¨¦mica de nuestro pa¨ªs.
A estas alturas ya sospechar¨¢n que este es uno de esos art¨ªculos de primeros de a?o en que uno se asoma al futuro con incertidumbre y buenos prop¨®sitos. Para Lenin, si a¨²n lo lee o prologa alguien de este Gobierno socialcomunista, el futuro del comunismo era ¡°soviet m¨¢s electrificaci¨®n¡±, pero no contaba con estos precios de la luz. Ballard, el escritor de ciencia ficci¨®n, escribi¨® una postal a Martin Amis que enigm¨¢ticamente dec¨ªa: ¡°El futuro es igual a sexo veces m¨¢s tecnolog¨ªa al cuadrado¡±. Y por ah¨ª un poco ya estamos. Ballard escribi¨® en 1962 la primera novela apocal¨ªptica sobre el cambio clim¨¢tico, El mundo sumergido, que empezaba as¨ª: ¡°Pronto har¨ªa demasiado calor¡±. Mira que es curioso hablar del cambio clim¨¢tico y sentir que no toca, que ya fue la cumbre esa de Glasgow, como si al no estar de actualidad ya no existiera. Y alguien tal vez pensar¨¢: ?otra vez con esto?, ?qu¨¦ ha pasado ahora?, ?hay algo nuevo?
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