Cartas a ninguna parte
No le har¨¢ ning¨²n da?o a nadie que les diga qu¨¦ fant¨¢stico es estar aqu¨ª y que ustedes est¨¦n ah¨ª
Ya no escribimos cartas nunca salvo a entidades casi gal¨¢cticas, sin esperanza de respuesta, como una compa?¨ªa a¨¦rea, de la luz o a los mismos Reyes Magos o Pap¨¢ Noel. Tampoco las recibimos, y si llegan son de uno de esos entes superiores, y generalmente fastidiosa. Una multa, un requerimiento, un pelmazo de una empresa que quiere saber si est¨¢s satisfecho. Qu¨¦ raro es esto de querer saber todo el rato si estamos contentos y que parezca que lo hagan por joder, cabre¨¢ndonos al mismo tiempo que nos lo preguntan. Pero ya nunca te escribe un semejante, interes¨¢ndose sinceramente por tu suerte y c¨®mo est¨¢s. Aunque esta semana he recibido de repente un mensaje del Radar Covid, preocup¨¢ndose por m¨ª, y me ha hecho mucha ilusi¨®n. ?Se acuerdan? S¨ª, hombre, s¨ª, esa aplicaci¨®n revolucionaria que iba a detectar los contagios, un portento que a¨²n estamos expectantes por descubrir.
Una carta es algo ¨²nico. Transmite una disposici¨®n de seriedad y reflexi¨®n, de atenci¨®n a lo que se est¨¢ haciendo, de tiempo dedicado, que le da un peso humano muy concreto. En fin, una cosa muy antigua. Hab¨ªa hasta un verbo, cartearse. Est¨¢ bien mantener la costumbre de al menos escribir una carta al a?o, en Navidad, para pedir que nos regalen algo. Te paras a pensar ¡°qu¨¦ deseo¡± y vaya, qu¨¦ pregunta. Si en el fondo ves que no deseas casi nada, paz en el mundo, esas cosas. Hay una carta que siempre me ha hecho gracia, de la ¨¦poca en que se escrib¨ªan cartas. Es del 10 de abril de 1934, y la escribi¨® el famoso bandido Clyde Barrow al presidente de la Ford. Se la copio: ¡°Muy se?or m¨ªo: mientras tenga aire en mis pulmones le seguir¨¦ agradeciendo el coche tan genial que usted ha fabricado. Cuando he tenido que escapar con uno, he conducido exclusivamente coches Ford V8. Por su alta velocidad sostenida y su capacidad de librarme siempre de los problemas, Ford ha conseguido lo que ning¨²n otro coche e incluso, aunque mi profesi¨®n no sea estrictamente legal, no le har¨¢ ning¨²n da?o a nadie que le diga qu¨¦ gran coche tiene usted en el V8. Sinceramente suyo¡±.
Era un criminal, pero el texto tiene algo enternecedor y mucho de moderno. Barrow, junto a su novia, Bonnie Parker, Bonnie and Clyde, fueron de los primeros delincuentes modernos. Se convirtieron en personajes medi¨¢ticos. Tambi¨¦n aprovecharon la tecnolog¨ªa punta de la ¨¦poca, tanto en armamento como en transporte. Y fueron pioneros en los selfis. Son famosas sus fotos posando con las metralletas, aunque eran privadas. Dejaron el carrete al salir huyendo y la polic¨ªa las divulg¨®. Ahora ser¨ªa al rev¨¦s, tendr¨ªa que ir la polic¨ªa para que alguien no divulgara unas fotos. Pero lo m¨¢s moderno es que no se sabe si la carta era realmente suya o fue una maniobra publicitaria de la Ford, consciente de la popularidad de estos malotes. Ten¨ªan algo de Robin Hood y lo que hac¨ªan no pod¨ªa salir bien y tampoco esperaban llegar a nada. No como hoy, que muchos h¨¦roes del pueblo presumen de trasladar su domicilio a para¨ªsos fiscales, y la m¨¢xima ambici¨®n es poder hacer cosas de ricos y fotografiarse en ello. Compartir es eso, no lo de Robin Hood. Bonnie y Clyde murieron acribillados al mes siguiente de la carta, a bordo de su Ford. Cuando escribi¨® la carta, si fue ¨¦l, viv¨ªan a la fuga. Sab¨ªan que cualquier d¨ªa la palmaban. Por eso el tono es tan raro, por su vitalidad. Qui¨¦n sabe lo que nos espera a nosotros el a?o que viene, despu¨¦s del que llevamos. No le har¨¢ ning¨²n da?o a nadie que les diga qu¨¦ fant¨¢stico es estar aqu¨ª y que ustedes est¨¦n ah¨ª. Feliz Navidad y feliz a?o nuevo.
Suscr¨ªbete aqu¨ª a la newsletter semanal de Ideas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.