El mundo se tambalea. Es el fin de la estabilidad
Cuando las consecuencias de la crisis clim¨¢tica se vuelvan a¨²n m¨¢s dolorosamente evidentes, ?estaremos a¨²n a tiempo de cambiar nuestro comportamiento?
El mundo se tambalea, la causa es una extraordinaria confluencia de crisis, como la ofensiva de Rusia en Europa la persistente pandemia de covid-19, las interrupciones generalizadas en el comercio y las cadenas de suministro, la inflaci¨®n, la inseguridad alimentaria y todos los nocivos s¨ªntomas del cambio clim¨¢tico. Aunque el orden mundial construido despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial distaba de ser perfecto, al menos propo...
El mundo se tambalea, la causa es una extraordinaria confluencia de crisis, como la ofensiva de Rusia en Europa la persistente pandemia de covid-19, las interrupciones generalizadas en el comercio y las cadenas de suministro, la inflaci¨®n, la inseguridad alimentaria y todos los nocivos s¨ªntomas del cambio clim¨¢tico. Aunque el orden mundial construido despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial distaba de ser perfecto, al menos proporcionaba estabilidad y amplias oportunidades para la cooperaci¨®n internacional. Pero ahora parece estar vini¨¦ndose abajo.
Rusia, una gran potencia nuclear, ha atacado a un vecino sin motivo alguno y asesina indiscriminadamente a quienes a¨²n llama sus ¡°hermanos¡± y ¡°hermanas¡±. Desde hace ya seis meses, el Kremlin libra una sangrienta campa?a de conquista m¨¢s propia de la d¨¦cada de 1940 que de la de 2020.
El caso de Taiwan
Y Europa del Este no est¨¢ sola. El fantasma de la guerra ¡ªy de un conflicto entre las dos superpotencias del siglo XXI¡ª tambi¨¦n se cierne sobre el estrecho de Taiw¨¢n. China est¨¢ intensificando su amenaza militar contra el pa¨ªs, aumentando as¨ª el riesgo de un enfrentamiento armado directo con Estados Unidos.
Tampoco podemos olvidarnos de Ir¨¢n, que ha estado dedic¨¢ndose a fondo a su programa nuclear desde que el expresidente Donald Trump retirara a Estados Unidos del Plan de Acci¨®n Integral Conjunto en 2018. Un Ir¨¢n provisto de armas nucleares introducir¨ªa un nuevo riesgo permanente de guerra en una regi¨®n que ya est¨¢ sobrecargada de tensiones y volatilidad geopol¨ªticas.
Juntos, Europa del Este, el estrecho de Taiw¨¢n y Oriente Pr¨®ximo, constituyen una tr¨ªada de crisis extraordinariamente peligrosas, que est¨¢n desbaratando el orden mundial posterior a la Guerra Fr¨ªa y sus principios b¨¢sicos de no violencia, cooperaci¨®n internacional y globalizaci¨®n econ¨®mica. Los principales beneficiarios de ese orden ¡ªel este de Asia y las econom¨ªas avanzadas occidentales, como Alemania¡ª ya sufren los efectos de esta profunda destrucci¨®n. Los atascos en las cadenas de suministro, la interrupci¨®n del comercio y el aumento de la inflaci¨®n son la prueba de una nueva realidad econ¨®mica.
Cuando la ca¨ªda de la Uni¨®n Sovi¨¦tica puso fin a la Guerra Fr¨ªa y a sus enfrentamientos sin un claro ganador entre bloques geopol¨ªticos rivales, Occidente pudo sacar partido de su victoria porque daba la sensaci¨®n de tener un atractivo modelo alternativo que ofrecer. Su mensaje para las econom¨ªas poscomunistas, emergentes y en desarrollo era: ¡°Sigan nuestro ejemplo. La econom¨ªa de mercado y la democracia traer¨¢n modernidad, prosperidad y estabilidad¡±.
Sin embargo, excepto en la Uni¨®n Europea, Norteam¨¦rica y el este de Asia, esta f¨®rmula nunca funcion¨® realmente como se hab¨ªa prometido. Las historias de mayor ¨¦xito econ¨®mico se dieron en lugares como China y Singapur, que adoptaron algunas reformas de mercado sin democracia. Y cuando estall¨® la crisis financiera de 2008 en Estados Unidos y se difundi¨® r¨¢pidamente por el resto del mundo, muchos llegaron a dudar de la superioridad del modelo occidental.
La cuesti¨®n ahora es si la nueva rivalidad entre las grandes potencias se transformar¨¢ en un enfrentamiento sist¨¦mico m¨¢s amplio entre la democracia (Estados Unidos y Europa) y el autoritarismo (China y Rusia). ?Se avecina la segunda Guerra Fr¨ªa?
La mitigaci¨®n del cambio clim¨¢tico
Hay muchas pruebas que indican que s¨ª. Pero la situaci¨®n actual es mucho m¨¢s dif¨ªcil y complicada que la de finales de la d¨¦cada de 1940, cuando comenz¨® la primera Guerra Fr¨ªa. Al nuevo riesgo de siempre de conflicto violento (en Europa, en el este de Asia y en Oriente Pr¨®ximo) hay que sumar los efectos cada vez m¨¢s graves del cambio clim¨¢tico. Como han dejado claro las olas de calor sin precedentes en China y en Europa este verano, la crisis clim¨¢tica aumentar¨¢ la intensidad de las nuevas crisis geopol¨ªticas y econ¨®micas. La humanidad ya no puede darse el lujo de ignorar o posponer las inversiones en la adaptaci¨®n al cambio clim¨¢tico y en su mitigaci¨®n, que requerir¨¢n una remodelaci¨®n completa de las sociedades industrializadas.
La primera Guerra Fr¨ªa la resolvieron en ¨²ltima instancia la carrera armamentista nuclear y la superioridad del sistema econ¨®mico occidental. La actual depender¨¢ de nuestra capacidad para construir un orden mundial m¨¢s equitativo y para solucionar la crisis clim¨¢tica. Si quieren ganar, las democracias occidentales tendr¨¢n que ofrecer algo que realmente beneficie a todos. Aunque el armamento militar seguir¨¢ siendo un elemento disuasivo importante frente a posibles adversarios, las decisiones clave se tomar¨¢n en otras esferas.
En lo que respecta a la crisis clim¨¢tica, es importante tener en cuenta que no sigue un patr¨®n t¨ªpico en la progresi¨®n hist¨®rica de las sociedades humanas. Mientras que la mayor¨ªa de las crisis se producen en el seno del sistema existente y acaban por dar paso a una vuelta a la normalidad, ahora nos enfrentamos a una crisis del sistema en s¨ª. Nos guste o no, se anuncia una nueva realidad que demuestra que no se podr¨¢ retornar a la situaci¨®n anterior. Al destruir el medio ambiente y alterar el clima, la humanidad ha impedido la continuaci¨®n de los modelos existentes.
Sin duda, la agresi¨®n rusa plantea una amenaza; pero se trata de una amenaza con la que ya estamos familiarizados y sabemos c¨®mo hacerle frente. El aumento de las temperaturas, la sequedad de los cauces de los r¨ªos, los paisajes resecos, la disminuci¨®n del rendimiento de las cosechas, la escasez aguda de energ¨ªa y las alteraciones de la producci¨®n industrial son algo diferente. Sab¨ªamos desde hace mucho que estos problemas estaban por llegar, pero no hicimos nada, porque cualquier respuesta realmente eficaz exigir¨ªa una ruptura con el pasado y la revisi¨®n sist¨¦mica de nuestras pol¨ªticas, nuestras econom¨ªas y nuestras sociedades.
La mayor¨ªa de los Estados no han estado dispuestos a emprender proyectos de esa envergadura. Pero tenemos que preguntarnos: cuando las consecuencias de la crisis clim¨¢tica se vuelvan a¨²n m¨¢s dolorosamente evidentes, ?estaremos a¨²n a tiempo de cambiar nuestro comportamiento? ?O el clima habr¨¢ ya sobrepasado momentos cr¨ªticos irreversibles, dando paso a la llegada de una nueva Era de Calor que empeorar¨¢ la vida de casi todos?
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