A solas con su conciencia
Francisco Tom¨¢s y Valiente, asesinado por ETA en su despacho, estar¨ªa hoy consternado por la pelea p¨²blica que rodea la renovaci¨®n de los miembros del Constitucional
¡°Lo ¨²nico que importa es el prestigio del Tribunal y no por cierto narcisismo institucional, sino porque es mucho lo que de nosotros esperan aquellos que tienen derecho a pedirnos cuentas de lo que hacemos, es decir, nuestros conciudadanos¡±. Francisco Tom¨¢s y Valiente, que fue el segundo presidente del Tribunal Constitucional, entre 1986 y 1992, reclam¨® en su d¨ªa que la designaci¨®n parlamentaria de nuevos magistrados fuera la ocasi¨®n para renovar el consenso constitucional y ¡°no el pretexto para provocar desgast...
¡°Lo ¨²nico que importa es el prestigio del Tribunal y no por cierto narcisismo institucional, sino porque es mucho lo que de nosotros esperan aquellos que tienen derecho a pedirnos cuentas de lo que hacemos, es decir, nuestros conciudadanos¡±. Francisco Tom¨¢s y Valiente, que fue el segundo presidente del Tribunal Constitucional, entre 1986 y 1992, reclam¨® en su d¨ªa que la designaci¨®n parlamentaria de nuevos magistrados fuera la ocasi¨®n para renovar el consenso constitucional y ¡°no el pretexto para provocar desgastes pol¨ªticos entre las fuerzas parlamentarias ni como encrucijada para resolver conflictos internos vinculados a la elecci¨®n de los propios candidatos¡±. El a?orado jurista, asesinado por ETA en 1996 en su despacho de catedr¨¢tico de la Universidad Aut¨®noma de Madrid, estar¨ªa hoy consternado por la pelea p¨²blica que rodea la renovaci¨®n de los miembros del Constitucional y la ¨²ltima decisi¨®n del Partido Popular de anular el di¨¢logo.
Quiz¨¢s en memoria del gran jurista, los responsables de la disputa actual pudieran acabar de una vez con esta insoportable situaci¨®n y mostrar algo de discreci¨®n, en lugar de agobiar a los ciudadanos con su continuo intercambio de nombres, no solo de eventuales vocales, sino tambi¨¦n de eventual presidente del Alto Tribunal. Es incre¨ªble la naturalidad con la que unos y otros ignoran que esa designaci¨®n es competencia exclusiva de los 12 magistrados que finalmente lo integren, y que si estos act¨²an movidos por otra voluntad que no sea su propio criterio, estar¨¢n traicionado lo que otro presidente m¨¢s reciente, Juan Jos¨¦ Gonz¨¢lez Rivas, les pidi¨® al despedirse en 2021: ¡°En el Tribunal Constitucional cada magistrado est¨¢ a solas con su formaci¨®n t¨¦cnica y con su conciencia personal, y solo de ellas depende. En eso consiste su independencia¡±. La primera violaci¨®n de esa independencia ser¨ªa, pues, acceder al cargo con un compromiso previo de cualquier ¨ªndole.
No ocurrir¨ªa por primera vez, porque existen precedentes, pero esos lamentables hechos anteriores no disculpar¨¢n a los nuevos magistrados que acepten la condici¨®n de subordinados. El XVIII Congreso de Tribunales Constitucionales Europeos, celebrado en 2021 en Praga, propon¨ªa un modo de ser ¡°magistrado¡± que tiene su fuente en su propia conciencia. Laboriosidad, serenidad, moderaci¨®n, nunca estridencia ni crispaci¨®n y una contrastada sabidur¨ªa jur¨ªdica son elementos imprescindibles de su actuaci¨®n, seg¨²n aquel congreso, pero nada tan decisivo como su independencia y su conciencia. En eso consiste el ejemplo de decencia que deben ofrecer, conclu¨ªan.
¡°La ra¨ªz ¨²ltima de los males del Tribunal¡±, escribi¨® hace tiempo el fallecido exvicepresidente del mismo y gran jurista Francisco Rubio Llorente, ¡°est¨¢ en el uso que las minor¨ªas parlamentarias hacen del recurso de inconstitucionalidad para continuar all¨ª el debate pol¨ªtico. De ah¨ª su af¨¢n por contar con magistrados ¡®sensibles a sus planteamientos¡¯, cuantos m¨¢s mejor, y de ah¨ª tambi¨¦n la visi¨®n que nuestra sociedad tiene de ¨¦l como ¨®rgano pol¨ªtico, una especie de tercera C¨¢mara¡±. Rubio Llorente, con aguda iron¨ªa, comentaba que ¡°como no cabe esperar que nuestros pol¨ªticos utilicen con mesura un instrumento del que se pueden servir en sus interminables querellas, quiz¨¢s el ¨²nico futuro del Tribunal Constitucional fuera su desaparici¨®n¡±. Sin llegar a una conclusi¨®n tan inexorable, es evidente que el regateo p¨²blico respecto a los vocales y a la presidencia del Tribunal, tan claro estos d¨ªas, perjudica al prestigio de la instituci¨®n y, adem¨¢s, le quita fortaleza a su futuro titular, ante la ciudadan¨ªa y ante sus propios colegas.
El Partido Popular, responsable del formidable retraso en el nombramiento de los miembros del Consejo General del Poder Judicial, por una parte, y del Tribunal Constitucional, por otra, ha decidido no moderar su implacable hostilidad, por lo que nada permite a¨²n aventurar la fecha de la renovaci¨®n de las dos instituciones. En el ¨²ltimo suspiro ha surgido un nuevo pretexto para paralizar el procedimiento en marcha: la exigencia de que no se modifique el delito de sedici¨®n, algo que no tiene nada que ver con los nombramientos en el CGPJ y en el TC, sino con una posible instrumentalizaci¨®n electoral. El problema es estrictamente pol¨ªtico y depende solo de la voluntad del actual dirigente del PP, Alberto N¨²?ez Feij¨®o.
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