La cancelaci¨®n de la ¨¦tica: por qu¨¦ la exclusi¨®n del hombre blanco heterosexual es injustificable
La llamada izquierda ¡®woke¡¯ defiende la aceptaci¨®n de todas las identidades sexuales y ¨¦tnicas salvo una: la del hetero occidental
El avance ¨¦tico produce una forma ben¨¦fica de dogmatismo. Una sociedad normal y sana no discute sobre la aceptabilidad de la violaci¨®n y la tortura, porque la gente, de forma ¡°dogm¨¢tica¡±, acepta que son inadmisibles. Asimismo, una sociedad cuyos dirigentes hablan de ¡°violaci¨®n leg¨ªtima¡± (como en cierta ocasi¨®n hizo un excongresista republicano en Estados Unidos) o de casos en que la tortura es tolerable es una sociedad que exhibe se?ales claras de decadencia ¨¦tica, en la que actos que an...
El avance ¨¦tico produce una forma ben¨¦fica de dogmatismo. Una sociedad normal y sana no discute sobre la aceptabilidad de la violaci¨®n y la tortura, porque la gente, de forma ¡°dogm¨¢tica¡±, acepta que son inadmisibles. Asimismo, una sociedad cuyos dirigentes hablan de ¡°violaci¨®n leg¨ªtima¡± (como en cierta ocasi¨®n hizo un excongresista republicano en Estados Unidos) o de casos en que la tortura es tolerable es una sociedad que exhibe se?ales claras de decadencia ¨¦tica, en la que actos que antes eran inimaginables pueden volverse posibles en muy poco tiempo.
Pi¨¦nsese en la Rusia actual. En un v¨ªdeo no verificado que empez¨® a circu?lar este mes se acusa a un exmercenario del Grupo Wagner (vincu?lado con el Kremlin) de haberse pasado de bando para ¡°combatir contra los rusos¡±; a continuaci¨®n, un verdugo no identificado le rompe la cabeza de un mazazo. Cuando se le pidi¨® a Yevgeny Prigozhin (fundador del Grupo Wagner y estrecho aliado de Vlad¨ªmir Putin) su opini¨®n sobre el v¨ªdeo (al que en su publicaci¨®n se lo denomin¨® ¡°el mazo de la venganza¡±), Prigozhin dijo que era ¡°una muerte de perro para un perro¡±. Como muchos han observado, hoy Rusia se comporta igual que el Estado Isl¨¢mico.
Pi¨¦nsese tambi¨¦n en el aliado cada vez m¨¢s cercano de Rusia, Ir¨¢n, donde arrestan a chicas por protestar contra el r¨¦gimen y hay denuncias de que se las casa a la fuerza con sus carceleros para ser violadas, con el argumento de que es ilegal ejecutar a una menor de edad si es virgen.
Pi¨¦nsese tambi¨¦n en Israel, que, aunque se enorgullece de presentarse como una democracia liberal, se est¨¢ pareciendo cada vez m¨¢s a algunos de los otros pa¨ªses del vecindario donde impera el fundamentalismo religioso. La ¨²ltima prueba de esta tendencia ha sido la noticia de que Itamar Ben Gvir ser¨¢ parte del nuevo Gobierno de Benjamin Netanyahu. Antes de dedicarse a la pol¨ªtica, Ben Gvir ten¨ªa en su sala de estar un retrato del terrorista israel¨ª-estadounidense Baruch Goldstein, que en 1994 masacr¨® a 29 musulmanes palestinos e hiri¨® a otros 125 en Hebr¨®n.
Netanyahu, el primer ministro israel¨ª que m¨¢s tiempo estuvo en el cargo hasta su reemplazo en junio de 2021, est¨¢ plenamente implicado en esta decadencia ¨¦tica. En 2019, seg¨²n informa The Times of Israel, pidi¨® ¡°combatir¡± el creciente antisemitismo musulm¨¢n y de izquierda en Europa, horas despu¨¦s de que el Gobierno [israel¨ª] publicara un informe que dec¨ªa que la mayor amenaza para los jud¨ªos en el continente era la ultraderecha¡±. ?Por qu¨¦ omite Netanyahu el antisemitismo de ultraderecha? Porque lo necesita. Aunque la nueva derecha de Occidente sea antisemita en casa, tambi¨¦n es una firme defensora de Israel, al que ve como una de las ¨²ltimas barreras contra una invasi¨®n musulmana.
Por desgracia, esto es solo una cara de la moneda. Tambi¨¦n existe una decadencia ¨¦tica cada vez m¨¢s visible en la izquierda woke, que se ha vuelto cada vez m¨¢s autoritaria e intolerante en su defensa de la aceptaci¨®n de todas las formas de identidad sexual y ¨¦tnica menos una. El soci¨®logo Duane Rousselle caracteriza la nueva ¡°cultura de la cancelaci¨®n¡± como ¡°racismo en tiempos de los muchos sin el Uno¡±. El racismo tradicional vilipendia al intruso que plantea una amenaza a la unidad del Uno (el endogrupo dominante); por su parte, la izquierda woke pretende hacer lo mismo con quienquiera que no haya abandonado por completo las viejas categor¨ªas de g¨¦nero, sexualidad y pertenencia ¨¦tnica del Uno. Ahora, todas las orientaciones sexuales e identidades de g¨¦nero son aceptables a menos que usted sea un hombre blanco cuya identidad de g¨¦nero coincide con su sexo biol¨®gico al nacer. A los integrantes de este colectivo cisg¨¦nero se les manda sentir culpa por lo que son (por estar ¡°c¨®modos en su piel¡±); a todos los dem¨¢s (incluidas las mujeres cisg¨¦nero) se los alienta a ser lo que sientan.
Este ¡°nuevo orden woke¡± es discernible en ejemplos cada vez m¨¢s absurdos. Este mismo mes, el Centro de Recursos sobre G¨¦nero y Sexualidad en el Gettysburg College de Pensilvania quiso patrocinar un evento organizado por estudiantes dirigido a todas las personas que estuvieran ¡°cansadas de los hombres cis blancos¡±. Se invitaba a los participantes a ¡°pintar y escribir¡± sobre sus frustraciones en relaci¨®n con los hombres blancos que se sienten ¡°c¨®modos en su piel¡±. Tras el esc¨¢ndalo y las acusaciones de racismo, el evento se pospuso.
Hay una paradoja en el modo en que la fluidez no binaria woke coincide con la intolerancia y la exclusi¨®n. En Par¨ªs, la prestigiosa ?cole Normale Sup¨¦rieure est¨¢ debatiendo una propuesta de crear en los dormitorios corredores reservados a personas que hayan elegido una identidad sexual diversa (mixit¨¦ choisie), con exclusi¨®n de los hombres cisg¨¦nero. Las reglas propuestas son estrictas: quien no cumpla los criterios tendr¨¢ prohibido incluso poner un pie en esos corredores. Y, por supuesto, las reglas abren la puerta a restricciones incluso m¨¢s estrictas. Por ejemplo, si una cantidad suficiente de personas define su identidad en t¨¦rminos a¨²n m¨¢s estrechos, es de suponer que podr¨¢n exigir un corredor propio.
Esta propuesta tiene tres aspectos destacables: solamente excluye a los hombres cisg¨¦nero (no a las mujeres cisg¨¦nero); no se basa en ning¨²n criterio o clasificaci¨®n objetivos, sino en una autodesignaci¨®n subjetiva, y da lugar a nuevas subdivisiones clasificatorias. Este ¨²ltimo punto es crucial porque demuestra que, por mucho que se hable de plasticidad, elecci¨®n y diversidad, el resultado final no es m¨¢s que un nuevo tipo de apartheid: una red de identidades fijas y esencializadas.
As¨ª que la ideolog¨ªa woke ofrece un ejemplo paradigm¨¢tico del modo en que la permisividad se convierte en prohibici¨®n: en un r¨¦gimen woke, nunca sabemos si uno de nosotros terminar¨¢ cancelado por algo que ha hecho o dicho (los criterios son dudosos) o por el mero hecho de haber nacido dentro de la categor¨ªa prohibida.
En vez de oponerse a las nuevas formas de barbarie (como proclama), la izquierda woke participa plenamente en ellas, al promover y practicar un discurso indisimuladamente opresivo. Aunque defienda el pluralismo y promueva la diferencia, su lugar de enunciaci¨®n subjetivo (el lugar desde el cual habla) es despiadadamente autoritario y no tolera que se discutan sus intentos de imponer exclusiones arbitrarias que antes, en una sociedad tolerante y liberal, se hubieran considerado inadmisibles.
Dicho lo cual, debemos tener presente que toda esta confusi¨®n se limita ante todo al estrecho mundo acad¨¦mico (y a diversas profesiones intelectuales como el periodismo); el resto de la sociedad va m¨¢s bien en la direcci¨®n opuesta. En Estados Unidos, por ejemplo, 12 senadores republicanos votaron este mes con la mayor¨ªa dem¨®crata para proteger por ley el derecho al matrimonio de las parejas homosexuales.
La cultura de la cancelaci¨®n, con su paranoia impl¨ªcita, es un intento desesperado (y obviamente contraproducente) de compensar la violencia y la intolerancia, muy reales, que las minor¨ªas sexuales sufrieron tanto tiempo. Pero es una retirada al recinto de una fortaleza cultural, un falso ¡°espacio seguro¡± cuyo fanatismo discursivo solo refuerza la resistencia de la mayor¨ªa.
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