Svetlana Tijan¨®vskaya, la mujer corriente que abri¨® una grieta en el r¨¦gimen de Lukashenko
La rival del l¨ªder autoritario en las elecciones fraudulentas de 2020 lucha desde el exilio por una transici¨®n a la democracia en Bielorrusia. Esta semana ser¨¢ juzgada en ausencia en Minsk
Svetlana Tijan¨®vskaya nunca quiso saber nada de pol¨ªtica, mucho menos dedicarse a ella. Esta exprofesora de ingl¨¦s se ocupaba del cuidado de sus hijos hasta que las elecciones presidenciales de 2020 en Bielorrusia dieron un vuelco a su vida. Le pas¨® de todo: su marido fue encarcelado y ella se convirti¨® en una candidata de ¨¦xito que el d¨ªa despu¨¦s de los comicios tuvo que huir del pa¨ªs, acosada por el r¨¦gimen de ...
Svetlana Tijan¨®vskaya nunca quiso saber nada de pol¨ªtica, mucho menos dedicarse a ella. Esta exprofesora de ingl¨¦s se ocupaba del cuidado de sus hijos hasta que las elecciones presidenciales de 2020 en Bielorrusia dieron un vuelco a su vida. Le pas¨® de todo: su marido fue encarcelado y ella se convirti¨® en una candidata de ¨¦xito que el d¨ªa despu¨¦s de los comicios tuvo que huir del pa¨ªs, acosada por el r¨¦gimen de Aleksandr Lukashenko. Tijan¨®vskaya se sigue considerando una mujer corriente, pero en dos a?os y medio ha recorrido decenas de miles de kil¨®metros y se ha sentado con los l¨ªderes m¨¢s importantes de Occidente para recabar apoyos a la causa de una Bielorrusia democr¨¢tica.
El r¨¦gimen, que subestim¨® su candidatura, la ve ahora como enemiga p¨²blica n¨²mero uno y desde el pasado martes, la juzga en ausencia junto a otros opositores, incluido el Nobel de la Paz Ales Bialiatski. La acusan de traici¨®n e intento de tomar el poder, penados con hasta 15 a?os de c¨¢rcel. Tijan¨®vskaya denuncia que el r¨¦gimen detiene a 17 personas al d¨ªa; no solo a disidentes, tambi¨¦n a sus parejas, abogados, e incluso a los que se oponen a la guerra en Ucrania. En su caso, est¨¢ convencida de que ¡°el juez dictar¨¢ la sentencia que le ordenen¡±, como explica a trav¨¦s de audios. ¡°No tiene nada que ver con la justicia: es una farsa, una venganza¡±, zanja.
La historia de Tijan¨®vskaya comienza cuando el videobloguero y activista Sergu¨¦i Tijanovski, su esposo, se present¨® a las elecciones presidenciales de 2020 contra Lukashenko, en el poder desde 1994. Tijanovski fue detenido y apartado de la carrera presidencial. Ella, dice que por amor, decidi¨® presentarse en su lugar. Logr¨® una movilizaci¨®n sin precedentes, con el apoyo de las otras dos candidaturas, cuyas cabezas de lista hab¨ªan sido tambi¨¦n neutralizadas.
Las elecciones abrieron una grieta profunda en el r¨¦gimen de Lukashenko, que lleg¨® tocado por una gesti¨®n catastr¨®fica de la pandemia. El dirigente autoritario se arrog¨® la victoria en los comicios, que la comunidad internacional consider¨® fraudulentos. Los ciudadanos salieron en masa a protestar y el r¨¦gimen exhibi¨® la represi¨®n de la que es capaz, con m¨¢s de 35.000 detenidos y varios muertos entre los manifestantes. Lukashenko qued¨® aislado por Occidente, con el presidente ruso Vlad¨ªmir Putin como ¨²nico aliado.
En aquellos d¨ªas de campa?a del verano de 2020, Tijan¨®vskaya era novata en todo. Se dejaba asesorar, porque conoc¨ªa sus l¨ªmites. Nunca hab¨ªa dado un mitin, ni una conferencia de prensa. Y desde luego, no estaba preparada para el interrogatorio del d¨ªa despu¨¦s de las elecciones. Jam¨¢s ha hablado de lo que ocurri¨®, solo que se vio obligada a huir del pa¨ªs en unas horas. Era eso o entrar en prisi¨®n y perder a sus hijos.
Tijan¨®vskaya, de 40 a?os, ha repetido mil veces que no se considera pol¨ªtica. Naci¨® en Mikasevichi, cerca de Ucrania y estudi¨® pedagog¨ªa en Brest. De peque?a, pasaba los veranos en Irlanda como participante en los programas de los ni?os afectados por Chern¨®bil. All¨ª aprendi¨® ingl¨¦s y despu¨¦s ejerci¨® un tiempo como profesora de este idioma.
En dos a?os y medio ha vivido una metamorfosis profunda. Ha ganado en confianza en s¨ª misma a medida que ha superado traiciones y decepciones. Ha estudiado y aprendido mucho de diplomacia, de relaciones internacionales, de econom¨ªa. La polit¨®loga bielorrusa Tatsiana Chulitskaya, que trabaja en la universidad de Vilnius y en la Metropolitana de M¨¢nchester y la conoce bien, cree que ¡°definitivamente, ya es una pol¨ªtica y piensa como una pol¨ªtica¡±. ¡°Se ha convertido en la diplom¨¢tica bielorrusa con m¨¢s experiencia¡±, opina por tel¨¦fono.
Tijan¨®vskaya se considera la representante de los bielorrusos, pero no quiere gobernar el pa¨ªs de 9,4 millones de habitantes. Solo, nada menos, quiere darle unas elecciones democr¨¢ticas, a las que ella no se presentar¨¢. De gesto a menudo grave, serio, siente sobre sus hombros la responsabilidad de los represaliados. De los torturados. De los alrededor de 1.500 presos pol¨ªticos encarcelados en condiciones deplorables. Carga con la tragedia colectiva de los bielorrusos, y con su propio drama de madre que cr¨ªa a sus hijos, de siete y 12 a?os, sola y exiliada en Vilnius, siempre rodeada de un equipo de seguridad, mientras su marido, condenado ya a 18 a?os, se enfrenta a nuevos cargos.
En el exilio y entre la oposici¨®n ha habido algunas divisiones. Hay quien la critica por recaudar fondos sin aparentes resultados. Hay quien se siente decepcionado. ¡°Todo el mundo ha estado esperando que apareciese con un plan para tumbar al dictador¡±, explica Ruslan Szoszyn, periodista del diario polaco Rzeczpospolita, que ha escrito un libro sobre ella y la oposici¨®n bielorrusa. ¡°Pero no es f¨¢cil porque no tiene ni ej¨¦rcito, ni tanques, ni aviones. Sus armas son las palabras¡±, a?ade en un intercambio de mensajes.
Tijan¨®vskaya no ceja en su empe?o de reunirse con los l¨ªderes mundiales y participar en plataformas internacionales, como el Foro Econ¨®mico Mundial de Davos esta semana, para advertir de que la situaci¨®n est¨¢ empeorando en su pa¨ªs, arrastrado a la guerra en Ucrania por Lukashenko. Trabaja tambi¨¦n con grupos de la clandestinidad en Bielorrusia, mientras prepara los cimientos t¨¦cnicos para la transici¨®n a la democracia, con leyes electorales, nueva Constituci¨®n y reformas econ¨®micas. Echa de menos la vida de antes, el ¨²ltimo verano que pas¨® con su esposo. Pero ya no es aquella mujer, ahora es la cara de la Bielorrusia que clama por la democracia, la que intenta terminar de resquebrajar el r¨¦gimen.
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