El principio del fin de la impunidad
La opini¨®n p¨²blica de Brasil celebra la condena al 'cerebro' del asesinato de la monja estadounidense Dorothy Stang, defensora de los habitantes y la naturaleza de la Amazonia
"Los pistoleros andan sueltos y la Polic¨ªa Federal no es visible". Como si fuera una premonici¨®n, la frase figura en una de las ¨²ltimas entradas del diario personal que la monja estadounidense Dorothy Stang escribi¨® en su casa de Anap¨², en el amaz¨®nico Estado de Par¨¢ (al noreste de Brasil). En febrero de 2005, seis tiros acabaron con su vida. Pero sus asesinos ?materiales e intelectuales? ya no andan sueltos: un jurado popular impuso en la madrugada de ayer 30 a?os de c¨¢rcel a Vladimiro Bastos de Moura, apodado Bida, un terrateniente que orden¨® y pag¨® el asesinato de la religiosa cansado de las d¨¦cadas de lucha que la mujer encabezaba en la zona contra los taladores furtivos de ¨¢rboles y sus matones.
La condena de Bida cierra el c¨ªrculo de pesquisas que han resuelto un caso que conmocion¨® a la opini¨®n p¨²blica brasile?a y que llev¨® al presidente del pa¨ªs, Luiz In¨¢cio Lula da Silva, a enviar al Ej¨¦rcito a Par¨¢ para acabar con la impunidad con la que madereros, garimpeiros ?buscadores de oro y piedras preciosas? y otros hombres convertidos en depredadores de la Amazonia act¨²an en la zona.
Anteriormente fueron enviados a prisi¨®n los dos pistoleros que una noche de hace poco m¨¢s de dos a?os abordaron a la monja, de 72 a?os, en un camino y le descerrajaron seis tiros. La conoc¨ªan perfectamente y ella sab¨ªa que ambos ten¨ªan orden de matarla. Tanto, que pocos d¨ªas antes Stang les hab¨ªa rogado que no lo hicieran. Pero pesaron m¨¢s los 22.000 d¨®lares que otro hacendado, Amair Feijoli da Cunha, les hab¨ªa ofrecido por acabar con una de las defensoras m¨¢s emblem¨¢ticas de los habitantes y la naturaleza del lugar.
A Stang la proteg¨ªan una cruz, un pasaporte estadounidense y a?os de experiencia plant¨¢ndose ante los atropellos, pero lleg¨® un momento en que eso ya no fue suficiente. Su trabajo en la Pastoral de la Tierra de la Iglesia brasile?a, al frente de un programa en un ¨¢rea autorizada por el Instituto Nacional de Colonizaci¨®n y Reforma Agraria, hab¨ªa levantado ampollas entre quienes consideran que est¨¢n por encima de las leyes.
Feijoli da Cunha fue condenado a 27 a?os de c¨¢rcel, pero apenas era un intermediario. El cerebro era Bida, encarcelado hace un a?o y sometido al veredicto popular, que no ha dudado en declararle culpable por ordenar y pagar el crimen. Una suerte muy similar est¨¢ prevista para el ¨²ltimo socio de la trama, otro terrateniente llamado Regivaldo Pereira Galv?o, alias Tarad?o, quien ha presentado un recurso antes de ser sometido a un jurado popular.
La condena de Bida ha sido celebrada hasta por el colegio de abogados de Brasil en Par¨¢, que ha calificado de hist¨®rica las sentencia y subrayado la frustraci¨®n que en las filas de la justicia y en el pueblo en general causa que los cerebros de este tipo de delitos queden impunes. Hasta ahora.
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