Gran hermano Telekom
El gigante de las telecomunicaciones alem¨¢n Deutsche Telekom es el centro de un esc¨¢ndalo may¨²sculo por espiar a directivos y periodistas, entre 2005 y 2006, para identificar a quienes filtraban informaci¨®n a la prensa. La pregunta es: si se esp¨ªa a s¨ª mismo, ?qu¨¦ no podr¨¢ hacer con sus millones de usuarios?
El esc¨¢ndalo de espionaje de Deutsche Telekom (DT), el gigante alem¨¢n de las comunicaciones, arrastra a c¨ªrculos cada vez m¨¢s amplios y se remonta mucho m¨¢s atr¨¢s de lo supuesto. Pone en evidencia el psicodrama de un consorcio que se debate entre fantas¨ªas de omnipotencia y paranoia. En medio de todo se halla el ex presidente del Consejo de Vigilancia Klaus Zumwinkel.
Ralph K¨¹hn gerente de la empresa de asesor¨ªa e investigaci¨®n de Berl¨ªn Network Deutschland GmbH, que organiz¨® durante a?os las actuaciones de espionaje por encargo de DT con la ayuda de sus datos internos de conexiones de telefon¨ªa fija y m¨®vil, no es m¨¢s que una peque?a ruedecilla en un mecanismo imponente. Pero a veces pasa lo que pasa con estas ruedecillas: si de repente dejan de hacer su trabajo en silencio, si empiezan a hacer ruido, si incluso llegan a estallar, toda la m¨¢quina se para o se descontrola y no hace m¨¢s que crujir y jadear. Esto suele llegar hasta los mandos y las conexiones superiores.
Desde que la semana pasada Der Spiegel revelara que Deutsche Telekom AG ordenaba espiar a gran escala a sus propias comisiones de vigilancia y a periodistas, ¨²nicamente para encontrar fugas en sus propias filas, el consorcio ex estatal de Bonn se ha visto sacudido por el peor esc¨¢ndalo de su historia.
Ralph K¨¹hn, en medio de todo ello, y a la vez al margen, anda ahora vacilante. Ahora quiere explicarlo todo, por fin. Tiene que hacerlo. Oscila, incluso f¨ªsicamente, de aqu¨ª para all¨¢ entre la actitud ofensiva y el tr¨¢game tierra. Tiene que protegerse, no, mejor exponerse. Quiere. No puede. S¨ª. No. S¨ª, pero no. Y contin¨²a hablando como un torrente.
Una hora.
Dos horas.
Durante tres horas describe los negocios que realiz¨® durante a?os para Deutsche Telekom y otras actuaciones de las que dice al menos haber o¨ªdo. Son negocios e historias sucias que en parte est¨¢n fuera de la legalidad.
Se trata de los primeros encargos, aparentemente inofensivos, de investigaci¨®n en Europa del Este, hasta el topo que presuntamente infiltraron en la redacci¨®n de la revista de econom¨ªa Capital. Son historias de un gusto por el acecho cada vez m¨¢s acusado, m¨¢s voraz.
Entretanto se puede percibir que los ataques del Gran Hermano Telekom eran incluso mucho m¨¢s intensos de lo que se tem¨ªa al comienzo. Es evidente que abarcaron un periodo m¨¢s prolongado que de la primavera de 2005 a 2006, como hac¨ªan suponer las primeras informaciones obtenidas. Tambi¨¦n se hizo patente que estas operaciones se remontan a muchos a?os atr¨¢s, como es el caso del redactor del Financial Times Deutschland, que ya era espiadodurante el cambio de siglo, seg¨²n parece, por ex colaboradores de la Stasi (polic¨ªa secreta de la Alemania comunista) y por encargo de la compa?¨ªa de asesoramiento de empresas Control Risks, que a su vez trabajaba para los de Bonn. Entretanto, la empresa ha entregado todos sus documentos a la fiscal¨ªa.
Por tanto, estamos ante el Telekomgate. El monolito color magenta no es una empresa privada cualquiera. El antiguo consorcio estatal sigue teniendo actualmente al Estado como gran accionista. Es en realidad la ¨²ltima participaci¨®n digna de menci¨®n del Estado en la industria, junto con la de la empresa de ferrocarriles Deutsche Bahn. Por tanto, DT no deja de ser una cuesti¨®n pol¨ªtica. Los peque?os inversores, as¨ª como los clientes, son votantes.
Precisamente la empresa que deb¨ªa proteger el secreto de las telecomunicaciones y los datos de sus millones de clientes como nadie, durante a?os pas¨® por alto notoriamente y a gran escala con las leyes vigentes. La empresa fue y sigue siendo un s¨ªmbolo. Alrededor de la mitad de los ciudadanos de Alemania es cliente de este gigante todopoderoso: pese a unas p¨¦rdidas relativamente grandes, el consorcio sigue teniendo en Alemania 31,1 millones de clientes de telefon¨ªa fija, 36 millones en el ¨¢mbito de la telefon¨ªa m¨®vil, y administra 12,5 millones de conexiones a Internet de banda ancha. La otra mitad de la rep¨²blica ya se ha enfadado por lo menos alguna vez con la empresa.
Ya no se trata solamente de la violaci¨®n del secreto postal y de telecomunicaciones y de vulneraciones de la ley federal de protecci¨®n de datos, sino probablemente de malversaciones de patrimonios de empresas y violaci¨®n de secretos. La fiscal¨ªa de Bonn ha solicitado asistencia administrativa a la Oficina Federal de Investigaci¨®n Criminal.
Es probable que se crearan registros de los movimientos de las personas espiadas, asociados incluso a sus bancos de datos. El presidente del consejo directivo de Telekom, Ren¨¦ Obermann, que ahora tiene que despejar las ruinas, quiz¨¢ no lo supiera todo, pero s¨ª m¨¢s y hace m¨¢s tiempo de lo que se dio a conocer originalmente.
Personas del entorno han informado de que los profesionales de la seguridad de Deutsche Telekom, Deutsche Post, Lufthansa y el grupo Daimler cultivaban una red informal y se reun¨ªan con regularidad. Seg¨²n estos informes, Telekom, Post y Lufthansa hab¨ªan recurrido temporalmente a la empresa Control Risks para los servicios de fisgoneo.
Al mismo tiempo surgen los primeros indicios de que el consorcio podr¨ªa haber trasladado datos secretos a pa¨ªses vecinos para ser analizados. Y podemos preguntarnos: si DT no vacila en fisgonear a su propia gente, ?c¨®mo tratar¨¢ entonces los datos de sus clientes?
Telekom ha catapultado el tema del espionaje a una dimensi¨®n verdaderamente distinta desde que hace dos s¨¢bados las agencias de noticias se hicieran con los primeros avisos del esc¨¢ndalo. Ya ese d¨ªa compareci¨® Obermann, el consejero delegado, ante las c¨¢maras de televisi¨®n, visiblemente conmocionado. El domingo y el lunes se abalanzaron sobre la multinacional protectores de datos, editorialistas, asociaciones de periodistas y pol¨ªticos.
Friedrich Apostel, el experimentado fiscal superior de Bonn, acostumbrado a llevar casos muy importantes, dirigi¨® el esperado sumario y organiz¨® en la propia recepci¨®n de Deutsche Telekom la primera conferencia de prensa. Entretanto, sus inspectores se dispersaron para registrar tambi¨¦n siete viviendas.
Seg¨²n el informe del fiscal, no s¨®lo se est¨¢ investigando al ex consejero delegado Kai-Uwe Ricke, al ex jefe del consejo de administraci¨®n Klaus Zumwinkel y al esp¨ªa privado de Berl¨ªn K¨¹hn. Hay cinco acusados m¨¢s, algunos de los cuales siguen trabajando para Telekom, que iniciaron las operaciones en la primavera de 2005.
El 20 de enero de 2005 apareci¨® otra historia sobre DT en la revista Capital: la junta de administraci¨®n hablaba de "escapes" en la multinacional. Supuestamente, algunos miembros de la junta estaban furiosos por las constantes indiscreciones, traiciones y filtraciones de informaci¨®n hacia la revista. Ese d¨ªa se decidi¨® "actuar contra ello de forma activa", seg¨²n recuerda el ex consejero delegado Ricke. Al principio rein¨® el diletantismo al m¨¢s alto nivel: se hicieron pruebas, por ejemplo, con papel rojo. El que quisiera copiar actas originales de este tipo no obtendr¨ªa m¨¢s que hojas en negro. Asimismo se intent¨® descubrir a los traidores con marcas de agua especiales y marcas secretas. Adem¨¢s, probaron a repartir documentos falsificados para ver cu¨¢les de ellos volv¨ªan a aparecer y d¨®nde. Pero nada de eso surti¨® efecto, as¨ª que se cre¨® la secci¨®n de seguridad interna.
Al principio se ocupaba principalmente, seg¨²n creen los fiscales, de investigar las relaciones entre Wilhelm Wegner, el poderoso jefe del comit¨¦ general de empresa de Deutsche Telekom, y el redactor de Capital Reinhard Kowalewsky, as¨ª como con otros representantes de los medios de comunicaci¨®n. Wegner no ha hecho hasta el momento ninguna declaraci¨®n p¨²blica respecto al caso.
La fiscal¨ªa est¨¢ investigando entretanto si se enviaron y se analizaron datos de otras empresas alemanas, como por ejemplo las llamadas de tel¨¦fono desde otras redes de telefon¨ªa m¨®vil que administra Telekom.
Las tres grandes (Vodafone, O2 y E-Plus) negaron rotundamente a finales de la semana pasada haber puesto a disposici¨®n del l¨ªder del mercado cualquier tipo de material de forma intencionada. Pero lo que las empresas no pod¨ªan excluir del todo era que Deutsche Telekom lo hubiera conseguido por su cuenta.
Persiste la suposici¨®n de que Telekom hab¨ªa comprado a un trabajador de la revista Capital financiando sus ocasionales caprichos sexuales. La redacci¨®n de Capital se est¨¢ investigando a s¨ª misma. "Hasta ahora no sabemos con certeza si ha habido un topo ni cu¨¢ndo", relativiza Carsten Prudent, redactor jefe segundo de la revista. El acusado lo desminti¨® de forma cre¨ªble.
"Como jefe de Telekom jam¨¢s he encargado a un empleado espiar datos de conexiones. Durante el tiempo que he estado en el cargo tampoco he tenido nunca noticia de que se haya hecho nada semejante", ha dicho Kai-Uwe Ricke. Hace dos semanas, por vez primera, "las investigaciones del Spiegel me hicieron reparar en que se hab¨ªa recurrido a pr¨¢cticas ilegales de este tipo".
?No podr¨ªa ser tambi¨¦n que la camarilla de seguridad interna hubiera perdido los papeles en solitario?
El caso es que no resulta sorprendente, pero desde luego llama la atenci¨®n cu¨¢ntos responsables de seguridad de alto rango empleados en consorcios alemanes proceden de los servicios secretos, de la Oficina Federal de Protecci¨®n de la Constituci¨®n o de las filas de la Polic¨ªa Federal o de los l?nder.
Y esta omnipotente empresa, sin m¨¢s freno que el que se imponga a s¨ª mismo, sabe mucho de los ciudadanos alemanes. Conoce direcciones de empadronamiento, antecedentes penales, situaciones financieras. Cuando existen sospechas fundadas, instala micr¨®fonos ocultos y c¨¢maras y quiere que se le autorice a registrar secretamente ordenadores. El n¨²mero de medidas de vigilancia de este tipo crece de a?o en a?o. En 2007, los investigadores pincharon 40.000 tel¨¦fonos en toda Alemania.
En la aldea global, los datos de las telecomunicaciones desempe?an un papel crucial. Para el Estado representan probablemente la herramienta m¨¢s poderosa de todas las que ofrece la criminolog¨ªa moderna. Si uno quiere saber qui¨¦n se ha puesto en contacto con qui¨¦n y en qu¨¦ momento, si uno desea enterarse de qui¨¦n ha estado en un lugar determinado en un preciso momento, necesita ante todo una cosa: datos telef¨®nicos.
Desde el 1 de enero, todos los ofertantes de servicios de telecomunicaciones del pa¨ªs deben grabar y conservar durante seis meses justamente esos datos de los que el gigante rosa ha abusado de manera sistem¨¢tica, aparentemente en busca de v¨ªas de agua en su propia casa.
As¨ª, la nueva ley auspiciada por la ministra de Justicia, Brigitte Zypries, exige a empresas como Deutsche Telekom, Arcor o Hansenet no s¨®lo que graben qui¨¦n ha telefoneado a qui¨¦n y durante cu¨¢nto tiempo, es decir, los denominados datos de tr¨¢fico, sino que adem¨¢s, en el caso de las conversaciones con m¨®viles y los SMS, hay que almacenar tambi¨¦n el identificador internacional del abonado de telefon¨ªa m¨®vil, la identificaci¨®n del aparato e incluso la c¨¦lula de radioemisi¨®n. El esc¨¢ndalo de espionaje en torno a DT podr¨ªa suponer el inicio del fin de la ley.
La capacidad de vigilancia de este consorcio parece casi ilimitada. El propio Hans-J¨¹rgen Knoke, jefe de seguridad de la empresa entre 1998 y 2004, admite que en su ¨¦poca ya hab¨ªa esp¨ªas o agencias de detectives trabajando para el consorcio.
Aunque el Estado sigue teniendo una participaci¨®n importante, ya no es el accionista mayoritario. La empresa inversora estadounidense Blackstone se sienta tambi¨¦n en el consejo de administraci¨®n con un paquete de acciones que ronda el 4,5%. Y los estadounidenses no est¨¢n satisfechos. Ni con la evoluci¨®n de las cotizaciones, ni con los titulares de los peri¨®dicos. "Aqu¨ª no va a quedar t¨ªtere con cabeza", comentaba un alto directivo en medio del ruido procedente de los despachos vecinos. Los fiscales vaciaban archivadores, estanter¨ªas y ordenadores.
Y en el ojo del hurac¨¢n, Obermann, el presidente de la junta directiva.
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