Obama apela a la esperanza en su investidura
El nuevo presidente de EE UU centra su discurso de investidura en los graves retos que afronta su pa¨ªs: la crisis econ¨®mica, dos guerras y la ca¨ªda del prestigio americano
El presidente de EE UU, Barack Obama -s¨ª, Barack Obama-, puso ayer su gigantesca dimensi¨®n pol¨ªtica y moral al servicio de la superaci¨®n de la crisis que el mundo padece. Prometi¨® que "la esperanza se impondr¨¢ al miedo" y que "la voluntad com¨²n se impondr¨¢ al conflicto y al desacuerdo". Pero advirti¨® que no ser¨¢ f¨¢cil, que ser¨¢ preciso mucho trabajo de todos, grandes cambios y la recuperaci¨®n de viejos valores sepultados por la filosof¨ªa de la opulencia y el todo vale. Entramos, dijo, en "una nueva era de responsabilidad" en la que cada ciudadano debe aportar su esfuerzo al bien del pa¨ªs y de la humanidad.
El discurso de toma de posesi¨®n de Obama , piedra angular de cada presidencia, fue una combinaci¨®n de realismo y visi¨®n, de pragmatismo e ideales, un compendio de la herencia revolucionaria y las mejores ense?anzas de Jefferson, de Kennedy, de Reagan... un ejemplo de la voluntad renovadora pero integradora y centrista que est¨¢ ya instalada en la Casa Blanca.
La solemnidad de la ceremonia de inauguraci¨®n se vio en esta ocasi¨®n reforzada por las extraordinarias circunstancias en las que ¨¦sta se produce: un presidente negro que pone fin a la divisi¨®n racial aqu¨ª y abre un horizonte desconocido para las minor¨ªas de la Tierra, un l¨ªder pol¨ªtico arropado por una ola de entusiasmo popular sin precedentes, un pa¨ªs desprestigiado y desmoralizado por las aventuras del Gobierno saliente y una crisis econ¨®mica que ha hipotecado universalmente la prosperidad de las pr¨®ximas generaciones.
Nunca se hab¨ªan depositado tantas esperanzas en un solo hombre. Cada paso que se daba ayer en Washington, cada gesto que se vivi¨® en las escalinatas del Capitolio parec¨ªa tener categor¨ªa de hecho hist¨®rico. La emoci¨®n y el sentido de la trascendencia lo inundaron todo en una jornada excepcional que, para muchos norteamericanos, justifica una vida entera.
Barack Obama cuenta, hoy por hoy, con un pueblo entregado y gen¨¦ticamente optimista. Pero asume el poder en medio de un mundo en transformaci¨®n que no sabe a¨²n con qu¨¦ reemplazar sus obsoletos instrumentos para la convivencia y el progreso. El reto es enorme. "Quiero deciros hoy", advirti¨®, "que los desaf¨ªos que tenemos por delante son reales, son serios y son muchos. No podremos resolverlos ni f¨¢cilmente ni en un corto periodo de tiempo".
"Nuestra capacidad", a?adi¨®, "se mantiene intacta. Pero el tiempo de quedarse quieto, de proteger intereses estrechos o de relegar las decisiones inc¨®modas, ese tiempo, seguramente, ha pasado. A partir de hoy, tenemos que ponernos de pie, reinventarnos y empezar otra vez el trabajo de rehacer Am¨¦rica".
Obama apel¨® al "esp¨ªritu de servicio" de sus compatriotas y a la necesidad de abrir las mentes a nuevas soluciones -"hoy la pregunta no es si necesitamos un Estado grande o peque?o, sino uno que funcione. Hoy la pregunta no es si el mercado es una fuerza para el bien o para el mal... nuestra prosperidad depender¨¢ de nuestra capacidad para extender las oportunidades"-.
Al mismo tiempo, asegur¨® que la renovaci¨®n ha de hacerse de la mano de valores "que han sido el motor callado del progreso a lo largo de toda la historia" y que han perdido vigencia frente al relativismo y la abundancia. "Valores como el trabajo duro y la honestidad, el coraje y el juego limpio, la tolerancia y la curiosidad, la lealtad y el patriotismo son cosas viejas, pero son cosas de verdad. Hoy se requiere el retorno a esas verdades. Lo que se requiere de nosotros ahora es una nueva era de responsabilidad, un reconocimiento de parte de cada estadounidense de que tenemos obligaciones con nosotros mismos, con nuestra naci¨®n y con el mundo".
Todo esto pod¨ªa sonar hasta hace poco, a los o¨ªdos del mundo, como los ecos del cl¨¢sico puritanismo norteamericano. Pero quiz¨¢ no tanto ahora, cuando el mundo comparte una misma sensaci¨®n de que la fiesta ha terminado y se reclama una nueva conciencia del sacrificio.
Al mundo parec¨ªa hablarle Obama cuando se?al¨® su confianza "en lo que los hombres y mujeres libres pueden conseguir con imaginaci¨®n cuando unen sus fuerzas en un mismo prop¨®sito". Y le habl¨® directamente "a los pueblos y Gobiernos que est¨¢n observando" para asegurarles que "Estados Unidos es un amigo de cada naci¨®n y de cada hombre, mujer y ni?o que busca un futuro de paz y dignidad".
El nuevo presidente garantiz¨® que, despu¨¦s de los turbulentos a?os del ex presidente George Bush -s¨ª, ex presidente-, Estados Unidos est¨¢ "listo para dirigir una vez m¨¢s", pero prometi¨® hacerlo con "humildad y contenci¨®n". "Comprendemos", dijo, "que nuestro poder por s¨ª solo no puede protegernos ni nos da el derecho a actuar como nos d¨¦ la gana. Al contrario, nuestro poder crece cuando lo usamos con prudencia, y nuestra seguridad emana de la justicia de nuestra causa y de la fuerza de nuestro ejemplo".
Sorprendi¨® en el discurso de Obama una apelaci¨®n espec¨ªfica "al mundo musulm¨¢n". "Vemos un nuevo camino por delante basado en los intereses y el respeto mutuos", dijo. Pero, enseguida, a?adi¨®: "Aquellos l¨ªderes que tienden a culpar a Occidente de los problemas de sus sociedades tienen que saber que sus pueblos los juzgar¨¢n por lo que construyan, no por lo que destruyan. Aquellos que llegan al poder por medio de la corrupci¨®n y el acallamiento de su oposici¨®n, sepan que est¨¢n en el lado equivocado de la historia, pero que les extendemos nuestra mano si quieren abrir el pu?o".
Insisti¨® en su promesa de dejar Irak "responsablemente" y ofreci¨® trabajar con otros pa¨ªses para "reducir la amenaza nuclear" y "acabar con el espectro del calentamiento global". Expuso, en t¨¦rminos generales, un ¨¢ngulo negociador y claramente contrastado con el de su antecesor. Pero advirti¨® que Estados Unidos no va a "pedir perd¨®n por su forma de vida" ni va a relajar su dispositivo de defensa. "A los que intentan alcanzar sus objetivos por medio del terrorismo y la muerte de inocentes, quiero decirles que los derrotaremos", afirm¨®.
El de ayer fue un d¨ªa de esos que s¨®lo este pa¨ªs, con su sentido para la magia y la escenificaci¨®n, es capaz de convertir en un deslumbrante tributo a la democracia. El primer almuerzo del nuevo presidente con los representantes del poder popular en el Capitolio -los senadores Ted Kennedy y Robert Byrd tuvieron que retirarse por problemas de salud-, su recorrido despu¨¦s entre los ciudadanos jubilosos, su entrada oficial en la mansi¨®n presidencial... Los ritos se cumplieron puntualmente y con la proyecci¨®n hist¨®rica que la cultura pol¨ªtica norteamericana exige. "Seamos capaces", concluy¨® Obama, "de que los hijos de nuestros hijos digan alg¨²n d¨ªa que, cuando se nos puso a prueba, nos negamos a apartarnos del camino, que ni dimos la vuelta ni flaqueamos".
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