"Mi sufrimiento vale un carajo comparado con esa masacre"
Sigifredo L¨®pez, liberado por las FARC, recuerda a los 11 diputados muertos
"Mis compa?eros eran s¨®lo vida; las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) se la arrebataron miserablemente. Mi sufrimiento vale un carajo comparado con esa masacre". As¨ª se expres¨® ayer, horas despu¨¦s de volver a la libertad, Sigifredo L¨®pez, el ¨²nico superviviente de los 12 diputados de Cali, la tercera ciudad de Colombia, que fueron secuestrados por esta guerrilla en un cinematogr¨¢fico operativo en abril de 2002; los otros 11 murieron en 2007, estando a¨²n cautivos, en una acci¨®n guerrillera a¨²n sin aclarar.
Con una mezcla de alegr¨ªa profunda y de dolor tambi¨¦n profundo este abogado de 45 a?os lleg¨® ayer al aeropuerto Bonilla Arang¨®n. Sus dos hijos adolescentes corrieron hacia ¨¦l cuando lo vieron bajar del helic¨®ptero militar de Brasil con insignias de la Cruz Roja Internacional, y casi lo tumban con su abrazo de felicidad. El mayor le tom¨® la cabeza con las dos manos, lo mir¨® una y otra vez con incredulidad, y le dio besos en la frente. La misi¨®n humanitaria lo recogi¨® por la ma?ana en un punto de la costa pac¨ªfica al suroeste del pa¨ªs.
"La libertad de L¨®pez significa el fin del secuestro pol¨ªtico como herramienta para presionar el canje de rehenes por guerrilleros presos"
En contraste a su alegr¨ªa, all¨ª tambi¨¦n estaba presente el dolor de las viudas, los padres y los hijos de los que no regresaron. "Es muy doloroso; con su llegada esperamos terminar el duelo", dijo entre l¨¢grimas, tras darle un abrazo de bienvenida, Fabiola Perdomo, una de las viudas de los diputados muertos. En medio del abrazo, Sigifredo le cont¨® al o¨ªdo que Juan Carlos, su esposo, escribi¨® varios cuentos y que otro de sus compa?eros de pesadilla compuso m¨¢s de 80 canciones, pero los guerrilleros no le permitieron traer ninguno de estos escritos.
?l tambi¨¦n escribi¨® poemas y un ensayo sobre la muerte de sus compa?eros. Todo se qued¨® en la selva. "Las FARC no s¨®lo acabaron con nuestros sue?os, acabaron con nuestros recuerdos", asegur¨® con dolor y rabia Perdomo.
Testigo del dolor
"L¨®pez es testigo hist¨®rico de ese aberrante crimen", dijo John Jairo Hoyos, hijo de uno de los muertos. Espera que el reci¨¦n llegado le aclarare los interrogantes que lo han atormentado en los ¨²ltimos a?os: ?qu¨¦ pensaba su padre?, ?qu¨¦ le acongojaba?, ?c¨®mo vivi¨® en cautiverio?
Ayer ya empez¨® a aclarar algunas dudas. En una conferencia de prensa, cont¨® c¨®mo murieron sus 11 compa?eros diputados. Ocurri¨® a las 11.30 de la ma?ana del 18 de junio de 2007. ?l estaba separado del grupo por una muralla de palma, castigado por "insubordinado" y encadenado. A esa hora, en "un d¨ªa de sol esplendoroso", oy¨® dos tiros, seguidos de otros tantos que terminaron en r¨¢fagas y gritos de guerra. "Me tir¨¦ al suelo, pens¨¦ 'es un rescate' y ped¨ª: Dios m¨ªo, prot¨¦geme". Luego escuch¨® gritos: "No los dejen ir, no los dejen ir...". Unos minutos de silencio y se acercaron dos guerrilleros con los rostros descompuestos. ?Qu¨¦ vio?, le preguntaron. "Nada", respondi¨®. Se lo llevaron encadenado a otro campamento. Pregunt¨® si sus compa?eros ya hab¨ªan salido y le dijeron que s¨ª. S¨®lo se enter¨® de lo que hab¨ªa ocurrido el 28 de junio. Por la radio, como todo el pa¨ªs. Unos d¨ªas antes, un guerrillero le hab¨ªa dicho: "Los huevones del 29 entraron sin avisar...".
En este pa¨ªs, cada d¨ªa m¨¢s polarizado, se lleg¨® a decir que L¨®pez se salv¨® por alg¨²n tipo de complicidad con las FARC.
Fin del secuestro pol¨ªtico
Desde el aeropuerto, L¨®pez fue llevado ayer en caravana hasta una plaza central de Cali. "El terrible asesinato de mis compa?eros es una huella que el pa¨ªs no puede olvidar", dijo en su largo discurso. Abog¨®, una y otra vez, por el intercambio humanitario, por el di¨¢logo para lograr la paz, por la tolerancia en un pa¨ªs donde es habitual satanizar al opositor.
La libertad de L¨®pez significa el fin del secuestro pol¨ªtico como herramienta para presionar el canje de rehenes por guerrilleros presos. El balance es doloroso: 13 muertos, 8 entregados de manera unilateral por las FARC, 2 fugados y 15 rescatados por el Ej¨¦rcito, entre ellos Ingrid Betancourt. ?De qu¨¦ les sirvi¨® a las FARC robarnos a?os de vida?, se preguntaba ayer Luis Eladio P¨¦rez, uno de los liberados el a?o pasado. Quedan 22 polic¨ªas y militares "pudri¨¦ndose en la selva", como denunci¨® Alan Jara, liberado esta misma semana. Con ellos, las FARC insistir¨¢n en conseguir un intercambio por sus combatientes presos. Pero, para aceptarlo, el Gobierno pone como condici¨®n inamovible que los insurgentes que salgan de la c¨¢rcel no vuelvan a las filas guerrilleras.
La serie de liberaciones anunciada el pasado diciembre por las FARC comenz¨® el domingo pasado, cuando la guerrilla entreg¨® en las selvas del suroeste de Colombia a tres polic¨ªas y un militar, y continu¨® el martes con la puesta en libertad de Alan Jara, ex gobernador del departamento del Meta (centro). Con el regreso de Sigifredo L¨®pez concluye este proceso, realizado con apoyo brasile?o.
?Habr¨¢ m¨¢s? Colombianos por la Paz, el grupo de pol¨ªticos e intelectuales que a trav¨¦s de un di¨¢logo epistolar concretaron la vuelta de estos seis secuestrados, envi¨® una nueva carta a la guerrilla. Pretenden "entusiasmar" a Jorge Brice?o, el Mono Jojoy, para que siga entregando cautivos.
La gran inc¨®gnita es saber qu¨¦ dice Alfonso Cano, m¨¢ximo comandante de las FARC, en un CD que fue entregado ayer, en la selva, a la senadora de la oposici¨®n Piedad C¨®rdoba, gestora de estas liberaciones.
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