Livni llama a un Gobierno de unidad nacional
El auge de la extrema derecha, que roza los 65 esca?os necesarios en la Kneset, facilita el regreso al poder de Netanyahu
Pendientes todav¨ªa de que concluya el escrutinio, los l¨ªderes pol¨ªticos israel¨ªes no aguardaron un minuto para comenzar las negociaciones que desemboquen en la formaci¨®n del Ejecutivo. Nadie rechaza a nadie, ni desprecia una baza en este juego laber¨ªntico que puede prolongarse 40 d¨ªas. La candidata de Kadima, Tzipi Livni, que aventaja por un esca?o (28-27) al presidente del Likud, Benjam¨ªn Netanyahu, lo tiene claro. Entre otros motivos porque carece de alternativa. Este mi¨¦rcoles ofreci¨® a su principal contrincante sumarse a un Gobierno de unidad nacional. De momento, su rival despreci¨® la propuesta. A Netanyahu le salen las cuentas para aliarse con la ultraderecha, sus socios naturales, y convertirse, por segunda vez, en primer ministro.
Lo que ya se presagia es que no suceder¨¢ lo acaecido en 1984. Entonces, el jefe del Likud, Isaac Shamir, y sus socios, y el laborista, Sim¨®n Peres, y sus aliados, empataron. Y pactaron relevarse en el cargo. Dos a?os cada uno. "No habr¨¢ rotaci¨®n", advirti¨® Silvan Shalom, uno de los principales dirigentes conservadores. "Ese m¨¦todo", a?adi¨®, "es elegido cuando ambos bloques disponen de 60 diputados y ahora no es el caso. Nuestra victoria es clara". De eso no cabe duda. Los grupos derechistas suman 65 de los 120 asientos en el Parlamento. Kadima, en una tesitura muy precaria, ni siquiera podr¨ªa sumar a los 11 legisladores de los partidos ¨¢rabes. Con ellos nunca se ha contado.
Restan por contabilizar 150.000 votos, casi todos de militares, y nadie descarta que el Likud empate a Kadima con 28 esca?os en la Kneset dado que los sufragios en el Ej¨¦rcito suelen decantarse por los partidos de derecha. En 1996, fue ese recuento el que dio el vuelco a una victoria que parec¨ªa asegurada para el laborista Sim¨®n Peres. Al amanecer, los israel¨ªes se levantaron con Netanyahu como jefe de Gobierno. Pero si esta vez no sucediera lo mismo y Livni siguiera en cabeza tras la difusi¨®n final de los resultados, el ascenso del dirigente nacionalista y derechista al poder supondr¨ªa que, por primera vez, el partido m¨¢s votado no coloca a su candidato en la residencia oficial del primer ministro.
Livni se aferra como gato panza arriba a su exiguo, aunque no definitivo, triunfo electoral. "El pueblo me ha elegido. Siento gran responsabilidad para trasladar el poder que me han otorgado en acci¨®n para unificar al pa¨ªs", declar¨® la sucesora de Ehud Olmert al frente de Kadima. Su argumento, sin embargo, no se sostiene. El hecho de ser el grupo con m¨¢s esca?os no confiere, seg¨²n la normativa israel¨ª, el derecho a encabezar el Gobierno. Es el presidente quien, tras las consultas con todos los l¨ªderes con representaci¨®n parlamentaria, que se celebrar¨¢n la pr¨®xima semana, encomienda la tarea a quien considera que disfruta de m¨¢s probabilidades de culminarla. Livni carece, en principio, de esos apoyos.
Quien podr¨ªa emular a Golda Meir, la primera mujer en ostentar el cargo de primer ministro en Israel en la d¨¦cada de los setenta, se reuni¨® un d¨ªa despu¨¦s de las elecciones con Avigdor Lieberman, el dirigente de Yisrael Beiteinu, el partido ultraderechista que acapara el voto de la inmigraci¨®n rusa y que promueve una agenda racista anti¨¢rabe. Las negociaciones no han hecho sino comenzar. Con 15 esca?os en su zurr¨®n, ser¨¢ ¨¦l, con casi toda certeza, quien despejar¨¢ la inc¨®gnita.
Tambi¨¦n Netanyahu arranc¨® su ronda de contactos con otros dirigentes. El primero, Eli Yishai, jefe del Shas, que atesora 11 asientos en la Kneset. El pol¨ªtico ultraortodoxo sefard¨ª fue contundente al expresar sus preferencias: "Nos comprometimos antes de las elecciones a recomendar al presidente Sim¨®n Peres que encargue a Netanyahu la formaci¨®n de Gobierno. El pueblo ha elegido a la derecha. Aunque, por supuesto, no descartamos nada". Nadie se cierra las puertas para meter la cabeza en el Gabinete. Al Shas, partido bisagra por antonomasia, siempre necesitado de las subvenciones p¨²blicas para su pobre parroquia, y tildado de extorsionador por muchos de sus rivales, nunca se le desprecia. Tampoco Lieberman, que no descart¨® ser socio en un Gobierno que incluya al Shas. Ha olvidado, o no concede demasiada importancia, a las palabras del rabino y l¨ªder espiritual, Ovadia Yosef, en v¨ªsperas de las elecciones. "Quien vote a Lieberman estar¨¢ reforzando a Satan¨¢s".
Casi todos los pactos son posibles en Israel. Las antag¨®nicas tesis pol¨ªticas de ambos partidos -laicos viscerales, Yisrael Beiteinu, fundamentalistas, el Shas? no impidieron que se sentaran juntos en el Gabinete de Olmert. Netanyahu observar¨¢ complacido que dos de sus eventuales aliados no se tiran los trastos a la cabeza.
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