Confesiones de una cautiva
Clara Rojas recomienda a ?lvaro ?ribe que entable di¨¢logo con las FARC
Madrid, ayer a las 13.30. "Ahora mismo es posible que est¨¦n escuchando las noticias; seguramente ya han tomado el primer caf¨¦ del d¨ªa". Clara Rojas sabe lo que hace cada momento un secuestrado de las Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas (FARC). Sean las 8.30 de la ma?ana, como en este caso, o cualquier otra hora. Ella padeci¨® la misma rutina durante casi seis a?os, desde el 23 de febrero de 2002, cuando fue capturada junto a Ingrid Betancourt a 600 kil¨®metros de Bogot¨¢, hasta su liberaci¨®n, el 10 de enero de 2008. Ya en libertad, recostada en un c¨®modo sill¨®n del anfiteatro de la Casa de Am¨¦rica de Madrid, Rojas confiesa cu¨¢l es su ¨²nica preocupaci¨®n al levantarse todos los d¨ªas: "La ¨²nica cosa que s¨ª me preocupa cuando me levanto, y despu¨¦s de darle gracias a Dios por estar libre, son las personas todav¨ªa secuestradas".
Por ellos, por su libertad, en la conversaci¨®n que mantuvo ayer con el periodista I?aki Gabilondo durante la presentaci¨®n del libro de Rojas Cautiva (Norma), recomend¨® al presidente de Colombia, ?lvaro Uribe, por quien confes¨® sentir una "profunda admiraci¨®n" y de quien elogi¨® su "capacidad de trabajo y liderazgo", que sea m¨¢s "flexible" para poder llegar a entablar un di¨¢logo con la guerrilla que permita finalmente la liberaci¨®n de todas las personas secuestradas.
En su charla con Gabilondo, Clara Rojas insisti¨® mucho en lo feliz que se siente y en lo bien que se ha adaptado a la tan ansiada libertad. Ni siquiera escribir el libro en el que describe su cautiverio le ha afectado. "Hubo momentos de bloqueos emocionales" mientras elaboraba el libro, confes¨® Rojas. Sin embargo, los cambios que, seg¨²n dijo, se van produciendo en su vida los va digiriendo sin prisas. El libro, recalc¨®, le ha servido como "labor terap¨¦utica" para mantener cierta distancia con el secuestro.
Su desencuentro con Ingrid Betancourt ha sido uno de los asuntos m¨¢s comentados desde su liberaci¨®n el a?o pasado. Rojas no quiso dar m¨¢s detalles de los que aparecen en el libro sobre el motivo del distanciamiento, aunque explic¨® que pudo tratarse "de respuesta a una situaci¨®n cr¨ªtica", ya que ambas se culpaban mutuamente por haber sido secuestradas". "Nos estaba doliendo demasiado", confes¨®.
El otro tema morboso y espinoso del libro y de su cautiverio es el hijo que tuvo mientras estuvo secuestrada, Emmanuel. Tampoco Rojas, como ha sido habitual desde que fue liberada, quiso entrar en detalles, y pidi¨® respeto para s¨ª misma y su peque?o, que la semana pasada cumpli¨® cinco a?os. "Hubo momentos muy cr¨ªticos, dram¨¢ticos, pero mantuve la esperanza porque ten¨ªa un motivo para vivir, mi hijo; no pod¨ªa perder la fe", relat¨® Rojas. Esa palabra, fe, la repite a lo largo de la m¨¢s de media hora que dur¨® su encuentro, pr¨¢cticamente en cada frase. Una fe, que confi¨®, ayude a los que a¨²n permanecen en la selva.
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