Los planes de Bogot¨¢ y "la realidad de la vida"

La arremetida contra los cocaleros colombianos este a?o ser¨¢ m¨¢s dura: hay orden de detenerlos y de requisar sus tierras. El Gobierno cree que burlan la ley. "Si no me meten a la c¨¢rcel, si nada me pasa, sigo sembrando m¨¢s all¨¢", dice el presidente, ?lvaro Uribe, interpretando a su manera a los labriegos. "Nos puede montar el correteo que quiera, pero la soluci¨®n no es encarcelarnos; es apoyarnos con cultivos que produzcan", responde un campesino nari?ense.

Los estudios dicen que esta pol¨ªtica represiva es un rotundo fracaso. En 2007 se erradicaron 220.000 hect¨¢reas, pero los cultivos aumentaron en un 27%.

Los cocaleros viven adelantados: si el glifosato arrasa su cocal, deben seguir sembrando para pagar la deuda. Porque con la vida se paga cualquier falta.

La aspersi¨®n a¨¦rea o la erradicaci¨®n manual llegan sin previo aviso. Teresa explica la rabia que produce: "Es como tener un animalito que nos est¨¢ dando de comer y de una nos lo matan. Nos dejan sin un peso, asustados".

El obispo de Tumaco, Gustavo Mauricio Gir¨®n, dice rotundo: "La fumigaci¨®n no acaba el negocio: destruye la tierra, arruina a la gente, perjudica cultivos legales y animales". Despu¨¦s de cada aspersi¨®n hay hambre. "Un mal no soluciona otro mal; la fumiga nos est¨¢ matando lentamente", sentencia el p¨¢rroco de El Charco, Arnulfo Mina. En 2008, el veneno mat¨® casi 2.000 matas de pl¨¢tano en el Tapaje. La coca vuelve a salir, pero el pl¨¢tano no renace.

El Gobierno no da tregua: cero coca es la condici¨®n para poner en marcha proyectos alternativos y ha alzado su voz contra una erradicaci¨®n gradual mientras avanzan los nuevos cultivos.

Los campesinos, que saben que una cosa es lo que se planea en Bogot¨¢ y otra "la realidad de la vida", preguntan: "?De qu¨¦ vivimos mientras tanto, si el cacao carga tres a?os despu¨¦s de sembrarlo, el ma¨ªz y la yuca un a?o despu¨¦s...?".

El Consejo Comunitario Rescate de las Varas es el ¨²nico de los 64 consejos de Tumaco que posee un territorio certificado como libre de coca. Ten¨ªan claro que iban a dejarla antes de que llegara all¨ª el batall¨®n de erradicadores manuales protegidos por polic¨ªas y soldados que acabaron con el arbusto verde esmeralda. No se opusieron; al contrario, ayudaron.

Les prometieron entonces que el Gobierno les dar¨ªa la mano: "Pero hasta ahora quedamos a la deriva", dice un hombre mayor acostumbrado a hablar claro. S¨®lo 225 familias, de las 1.200 del consejo, estar¨¢n en los programas apoyados desde la Gobernaci¨®n.